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Nicolás Muller despliega su “mirada clara” sobre Asturias

El Museo de Bellas Artes expone hasta el 5 de septiembre 132 obras de uno de los grandes fotógrafos del siglo XX

La "mirada clara" de Nicolás Muller llega al Bellas Artes

La "mirada clara" de Nicolás Muller llega al Bellas Artes Vídeo: Elena Vélez

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La "mirada clara" de Nicolás Muller llega al Bellas Artes Eduardo Lagar

El fotógrafo húngaro Nicolás Muller (Orosháza, 1913-Llanes, 2000) fue un asturiano “por decisión propia”, tal y como lo nacionalizó el también fotógrafo José Ferrero, comisario de la gran exposición que el Museo de Bellas Artes de Asturias dedica desde ayer y hasta el 5 de septiembre a la obra de uno de los grandes fotógrafos del siglo XX. La “asturianía” de Muller viene al caso porque la exposición, compuesta por 132 imágenes, pone el foco de manera especial en las imágenes que Muller tomó en Asturias en la década de los años 60. Son todas de formato cuadrado, en las que brilla el extraordinario talento de Muller para la composición, su habilidad para alumbrar una “mirada clara” sobre los hombres y mujeres que retrató, gentes pobres, trabajadoras, “todos con el traje nacional del remiendo”, que hablan “el lenguaje universal del jadeo”. Así describe la obra de Muller el crítico José María Parreño en el texto explicativo de una exposición compuesta por fondos propios del Museo de Bellas Artes de Asturias, de Ana Muller (hija del artista) y de la Comunidad de Madrid, que atesora más de 70.000 negativos.

“Nicolás Muller. Viento Norte” es el título de la muestra que se puede contemplar en la planta -1 del Edificio Ampliación del Bellas Artes. La obra ha sido distribuida en dos grandes bloques. Por un lado se exponen medio centenar de imágenes que son las obras más icónicas de Muller, entre ellas su conocido retrato de Pío Baroja, esta vez en el formato original cuadrado. Otra parte la integran las fotos que tomó en el norte de España (Galicia, Cantabria, País Vasco. Navarra…), donde en una sala especial se cuelgan las tomadas en Asturias. Como José María Parreño apunta en su texto, en todas estas imágenes se hace patente la firma visual de Muller: “un punto de vista escogido con precisión”, “su interés por reflejar un determinado estrato de la sociedad, humilde y al borde de su transformación”. Son todas imágenes de una belleza indudable y luminosa, entrañable, fruto de una mirada precisa. José Ferrero, el comisario de la muestra, incidió en la exquisita formación de Muller. “No es la mirada del aficionado que dispara y hace postales. Sus encuadres están medidos, sabe qué quiere. El objetivo que utiliza le permite tomar distancia con lo que está sucediendo, pero permite al espectador tener la sensación de estar dentro de eso que acontece”. Para hacer realidad esta exposición, Ferrero contó con la ayuda de Ana Muller –también fotógrafa e hija del artista– a quien acompañaba en alguno de sus trabajos, como así queda constancia en una de las fotos expuestas. Ana Muller agradeció a su padre el “regalo” que le hizo en forma de obra fotográfica y subrayó que su figura cada día “adquiere más importancia”. El director general de Patrimonio, también presente en el acto junto con el concejal ovetense de Cultura, José Luis Costillas, invitó a los asturianos a visitar la exposición y a emprender un “viaje a otra época” para ver “una visión de la España de los años 60 antes de la grandes transformaciones”. León adelantó también que próximamente el Museo Barjola, en Gijón, acogerá otra muestra sobre Muller. En este caso, el montaje realizado en colaboración con el Instituto Cervantes, compuesto por 126 fotografías, también comisariado por Ana Muller y Ferrero, y que anteriormente se expuso en Tánger y Madrid.

Nicolás Muller.

Nicolás Muller.

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