Mario González, el pistolero del Sporting, apunta al Oviedo: "Estoy con muchas ganas de desenfundar en el derbi"

"Tenemos que hacer que el nivel del ambiente de El Molinón sume, que parezca que jugamos con doce este partido"

Mario González

Mario González / Ángel González

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Es conocido como "el Pistolero" desde hace años, apodo que tiene una curiosa historia a caballo entre el fútbol y el ciclismo. Mario González Gutiérrez (Villarcayo, Burgos, 1996) recibe a LA NUEVA ESPAÑA ante su primer derbi asturiano, tras convertirse en el fichaje estrella del Sporting durante el mercado de invierno. Advierte que llega con el revólver preparado y la puntería bien afinada: "Sé lo que significa para nuestra gente".

–¿Preparado para desenfundar en el derbi?

–¡Sí! Estoy con ganas desde hace tiempo. No he tenido muchos minutos y el otro día, en Zaragoza, tampoco hubo muchas oportunidades para hacerlo, pero estoy con muchas ganas de hacerlo y ojalá pueda ser en el derbi.

–¿De dónde viene su apodo?

–De Xisco Nadal (exfutbolista). En mi etapa en el Villarreal B, él era el delegado del equipo. A veces se metía a entrenar con nosotros y cuando hacía algún gol, siempre tenía la gracia de sacar las pistolas. Tuve una lesión de unos cuantos meses y cuando volví, él vino a desearme suerte. Le dije que si marcaba hacía sus pistolas. Ese día ganamos 1-0. Marqué el gol y así comenzó todo. Luego le he dado mi versión.

–¿Cómo?

–Con detalles. Besando las pistolas, que al principio era solo guardarlas. También es verdad que todo eso me gustaba desde el principio porque también soy muy fan del ciclismo. Mi ídolo siempre ha sido Alberto Contador, a quien también llamaban el pistolero. Entre que eso también me hacía gracia, pues al final…

–¿Practicó ciclismo?

–No competí en un equipo, pero sí he hecho mucha bici. De mi pueblo es Íñigo Cuesta, gran ciclista español, y hay mucha afición allí. Con 16 años tuve un accidente bajando un puerto. Choqué contra un coche, me rompí la clavícula. Sucedió dos días antes de ir a firmar por el Villarreal. El club no me puso problema, se portaron muy bien, pero desde entonces no salgo tanto. Le he cogido un poco de miedo. Eso sí, cuando me retire, tengo pensado retomarlo.

–Creo que a su madre (María Luisa) no le gusta eso de que le llamen "Pistolero".

–No le hace gracia (se ríe). Como lo asocia al tema de las pistolas… Entiende que es algo que me gusta a mí y como lo he hecho durante tantos años, lo respeta.

–He leído que la primera llamada antes y después de un partido siempre ha sido a su padre (Mario).

–Sí, hasta su fallecimiento. Murió durante mi etapa en el Tenerife. Desde niño siempre fue el que me llevaba a los entrenamientos, a los partidos… Mi padre me dio la parte futbolística y mi madre, que es profesora, la de los estudios. Cada uno me exigió en lo suyo. Con mi padre nunca sabía cuál podía ser su reacción cuando le llamaba. Era de los que si no le gustaba te lo decía tal cual y otras en las que era el primero en darte la enhorabuena. Esas llamadas eran sagradas.

–Hábleme de esa relación.

–Él ha sido el pilar de mi vida en el fútbol (se emociona). Jugó en el equipo de mi pueblo. Era delantero. Siempre decía que era mejor que yo: "Si hubiera tenido las oportunidades que tuviste tú…". Mi madre siempre hace la broma de que la única vez que le fue a ver a un campo, le expulsaron.

–Si marca ante el Oviedo, ¿el gol irá para él?

–Ya le he dedicado alguno especial, pero llevo tiempo sin marcar y me apetece hacerlo. También porque sería el primero que haría en el Sporting. Se lo debo un poco. No sé… como me salga.

–Debuta en un derbi asturiano ¿Le han tocado muchos partidos de tanta rivalidad?

–En mi etapa en el Tenerife, un doble enfrentamiento ante Las Palmas. Encima, en una semana, disputando el play-off de ascenso. Aquello fue algo increíble. He jugado derbis de otros países, como en Bélgica, el Leuven-Mechelen… De pequeño siempre viví el de Burgos y Valladolid. Son partidos bonitos, que siempre quieres ganar. Sé de la importancia que tiene para la gente.

–¿Cómo llega el equipo?

–Nunca es plato de buen gusto perder dos partidos consecutivos, pero si lo analizas han sido más errores puntuales, que realmente malos partidos. Tenemos que estar tranquilos. Todos tenemos nuestros momentos altos y bajos. Nos ha penalizado encajar goles con errores demasiado regalados. Tenemos la confianza plena de que lo vamos a sacar para adelante.

–¿Cómo se saca adelante un partido de estas características?

–Prestando más atención que nunca a los pequeños detalles. Son partidos en los que la concentración de todo el mundo se dispara. A nivel de motivación, igual. Suele haber menos errores y toma especial fuerza estar vivos y no conceder nada. A partir de ahí, hacer nuestro fútbol. Hacer lo que nos ha ido bien todo el año y nos ha hecho llegar a donde estamos. El rival jugará con sus armas y hay que estar atentos.

–¿En qué en concreto?

–El cambio de entrenador ha hecho al Oviedo un equipo que juega mucho más combinativo, tiene jugadores para ello, empuja mucho a sus rivales a campo propio, se instala bien en campo rival, tiene buenos centros al área… Es un equipo con cosas interesantes que también tiene sus debilidades.

–Ha vivido ya El Molinón con veinte mil espectadores un lunes. ¿Cómo lo espera mañana?

–¡Lo que más me llama la atención es haberlo visto así en enero! Parecía más un momento de play-off de ascenso o de disputarse el ascenso directo. No me puedo imaginar cómo puede ser ante el Oviedo. Vendrán amigos y familiares de Burgos y ya les he dicho que no se pierdan ni la previa (la llegada del autocar) ni nada, porque tiene pinta de que va a ser espectacular. Tenemos que hacer que el ambiente sume. Que parezca que jugamos con 12. Para eso hay que dar el nivel, hacer que la gente se meta.

–En Villarreal coincidió con Cazorla, ¿no?

–No llegamos a jugar juntos, pero sí he entrenado mucho con él. Su primer año allí fue mi último en Villarreal. Tenemos muchos amigos en común. Fue un jugador que hizo cosas increíbles en Villarreal. Del Oviedo he coincidido también con Rodrigo Tarín en la selección española sub-17 y con Pomares, en el Tenerife.

–¿Se ve ya en condiciones de ser titular?

–Sí, sí. Me veo preparado y tengo ganas. Es verdad que cuando llegué entrené solo dos días, y más allá de verme o no verme, ha sido cuestión de evitar riesgo de lesión tras estar unos días parado y venir de vacaciones. Esto es una carrera de fondo. De nada sirve entrar y luego tirarte seis semanas lesionado. He prestado atención a la preparación y se han dado los pasos que había que seguir. De la misma manera que ahora estoy en el momento de coger ritmo, creo que en abril o mayo puedo estar mejor que otros compañeros que puedan notar fatiga. Decidirá el entrenador.

–Por contrato seguirá ligado al Sporting en caso de ascenso ¿Y si no se sube?

–Pedí en mi contrato que si había un ascenso quería quedarme. A eso he venido. No me escondo. Si no se sube, ya hablaremos. Todo se valorará. A día de hoy estoy luchando en que se cumpla y me pueda quedar en el Sporting muchos años. ¿Quién va a ascender? Si hacemos una porra solo para elegir a los seis primeros, no la acierta nadie ahora mismo.

–Usted se fue de casa con 12 años para ser futbolista.

–Sí. Había empezado a jugar en el colegio, en Burgos. Mi tío, Renato, entrenaba a los chavales del equipo de Villarcayo. Me fichó para un torneo y me llevé el premio al máximo goleador. Ahí me vio el coordinador de cantera del Burgos, Justo, que además es de Villarcayo. "¿De quién es hijo éste?", preguntaba. Habló con mi padre, pasé cuatro años en el Burgos y lo ganamos casi todo. De hecho, en alevines fuimos campeones de Castilla y León por primera vez en la historia del club. En un torneo en Bilbao me vio Amorrortu y me firmó para el Atlético de Madrid.

–De Burgos, a la capital.

–Estuve allí tres años que fueron difíciles. Vivíamos chavales de 13 años con otros de 18, fue todo un poco complejo. Entre medias volví un año al Burgos, me fue muy bien, y cuando jugué el Campeonato de España sub-16 con Castilla y León me salieron un montón de ofertas. Madrid, Málaga… Al final aposté por el Villarreal y acerté. Pasé siete años en los que llegué al primer equipo, Liga de Campeones, Liga Europa… El resto es ya conocido. Pasé allí mi etapa más feliz.

–Creo que Marcelino ha sido uno de los entrenadores que más le marcó.

–Sí. Tengo buena relación con él y más con su cuerpo técnico. El hijo de Rubén Uría, por ejemplo, me entrenó en juveniles. No llegué a debutar con Marcelino, pero él fue quien me metió en la rueda del primer equipo. Aprendí muchísimo con él.

–Ha explicado que aceptó la oferta del Sporting tras un café en Villarcayo con Gerardo García y Miguel Ángel Ramírez. ¿En qué más se apoyó?

–Tenía muchas ofertas de España. Ves al Sporting, segundo o tercero y dices: ‘aquí hay algo bueno’. Hablé con gente de fútbol, con amigos. Pau Torres, Quintilla, Corredera… También me dediqué a ver partidos que habían disputado. Aunque fueran solo resúmenes. Tanto del Sporting como de los otros equipos que me querían. Analicé situaciones de peligro que generaran cada uno y también cómo jugaban. Tuve a todos esperando una semana. Con eso y con la sensación que me transmitió el propio club, me decidí. Tuve ofertas de Primera de Francia e incluso interés del alguno de Primera de España, pero quería volver a un proyecto español con opciones de luchar por subir y conseguir estabilidad, que es lo que me está faltando.

–Dicen de usted que ve mucho fútbol.

–Lo normal. Si hay partido por la tele, como esta semana la Copa, lo veo. También todas las semanas veo el partido que disputé el pasado fin de semana.

–Hábleme de eso.

–Me centro mucho en el análisis individual. Lo aprendí en Villarreal. Nos lo exigían. Cogí la costumbre y sigo. Tengo todos los partidos que disputé en mi carrera guardados en un disco duro. Veo las jugadas, las paro, las analizo…

–Con 21 años tenía el título nacional de entrenador ¿Le viene de ahí?

–Creo que es importante para prestar atención a los automatismos, para ver dónde estás tú, cómo puedes ayudar al equipo. Del rival, por ejemplo, no veo nada. Me centro en lo que comenta el entrenador durante la semana, pero en lo personal me gusta aportar.

–¿Ha probado ya la sidra?

–Desde que fiché, no. Pero antes he venido en varias ocasiones a bajar el Sella y sí la probé. El culín con el Sporting y una buena fabada me la guardo para celebrar victorias como la del derbi.

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