La dura confesión del hijo de Manolo Preciado: "En los malos momentos es cuando ves a la gente, cuando uno tiene dinero aparecen los caraduras"

"Por fin se está sabiendo toda la verdad; estoy más alegre", cuenta el hijo del mítico entrenador del Sporting, que recuerda vivencias con su padre en el Levante, donde también pasaron buenos momentos

Manu Preciado, con sus hijos Valeria y Raúl.

Manu Preciado, con sus hijos Valeria y Raúl. / M. P.

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

–"Mi padre me metía con ellos –con el primer equipo del Levante– a entrenar... Yo jugaba bien. Pero era todo un ‘pieza’... Hacía todo con ellos: salía, jugaba a pádel... Y una semana me dijo ‘Manu, te vienes concentrado a un partido’. No tenía ni ficha. Pero me insistió: ‘anda cállate la boca y vístete’. El campo era El Molinón.Vi el partido desde el banquillo".

–¿Pero le dejó el árbitro?

–No. Pero cuando contó a los jugadores en el túnel, mi padre me dijo ‘tira para aquí’ –hacia el banquillo visitante de El Molinón– (risas). El ambiente en el campo era increíble, una pasada. Y eso que el Levante ganó 0-2. El Sporting iba primero y luego no subió... Recuerdo que le dije: ‘Papá, tienes que venir algún día aquí’. Y se cumplió. Primero fue al Racing y luego ya a Gijón.

Son las cuatro y media de la tarde, y Manu Preciado, hijo de Manolo, gran leyenda de Sporting y Levante, entre otros clubes, recibe la llamada de LA NUEVA ESPAÑA mientras atiende a los dos grandes motivos que le animan a luchar contra sus demonios y un pasado que aún le persigue: Valeria y Raúl, sus hijos, "su vida", juegan felices de fondo. Les pide un poco de calma para escuchar con nitidez: "¡Parad!", repite, y sigue hablando. Manu ha recuperado la "alegría". Esa palabra que echaba en falta su padre cuando llegó a Gijón en 2006.

El domingo no estará en el Ciudad de Valencia por un motivo que asume de fuerza mayor. El Ayuntamiento de Astillero tiene previsto inaugurar un día antes, este sábado, un busto para recordar a su paisano. Y el hijo de Manolo no es de los que fallan cuando se trata de homenajear la memoria de su padre, su amigo e ídolo. "Iba a ir con los niños al campo del Levante para ver el partido. Pero no puedo. Este verano estuve en Valencia en el primer partido de Liga del Levante. Desde el fallecimiento de mi padre solo había ido una vez... Y fue muy emocionante. Valeria no conoció a su abuelo, pero es como si lo hubiese conocido: todos le hablaban de él. Por eso, me hacía mucha ilusión estar en el campo para el partido. Pero no puede ser".

–¿Verá el partido por la tele?

–Claro. Eso seguro.

–¿Con quién va?

–Con el Sporting. Lo saben hasta en Valencia (risas). Las opciones de ascenso pasan por no fallar tanto fuera. Lejos de El Molinón han pegado un ‘bajonazo’. Hay que encadenar tres resultados.

La conversación vira ahora hacia su lado más personal. Cuenta con sinceridad lo mal que lo ha pasado en los últimos meses, donde ha tenido que enfrentarse a su expareja en juicios por la custodia de su hijo.

–¿Cómo se encuentra?

–Bien. Ahora muy bien. Hoy me han dado una gran noticia. He ganado un juicio, otro juicio. Los estoy ganando todos por la custodia de mi hijo y la casa.... Por fin se está sabiendo toda la verdad. Estoy más alegre. Todo esto me ha servido para aprender. Porque aprendes quien merece la pena: es en los malos momentos cuando ves a la gente; cuando uno tiene dinero, aparecen los ‘caraduras’. Pero ahora estoy más alegre. Mucho más. Desde hace unas semanas estoy trabajando en una empresa energética, y estoy como responsable en Asturias. No vivo ahí. Pero viajo mucho: voy a Llanes, Ribadesella... Donde tengo los contactos. Me está yendo bien. Me sirve para ordenar la cabeza. Estoy creciendo.

–¿Se puede recuperar la sonrisa tras tanto dolor?

–Claro que se puede. Yo estaba muy mal cuando falleció mi padre. Toqué fondo. Cuando se quedó embarazada mi ex mujer de Valeria... Ella (Valeria) me salvó la vida. Mis hijos son todo. Sin ellos ya no estaría aquí, seguro.