El Sporting Femenino y la residencia de los goles para la salvación: Argentina, Sevilla, Trescares y el doblete de Portosín

Antía, clave en la victoria ante el Espanyol B, comparte piso junto a otras tres compañeras: "Tengo claro que lo vamos a conseguir"

ANTIA, JUGADORA DEL SPORTING DE GIJON FEMENINO.

ANTIA, JUGADORA DEL SPORTING DE GIJON FEMENINO. / Juan Plaza

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Llegó en verano a Mareo para seguir labrándose un nombre en el fútbol a base de contribuir a la permanencia del Sporting en Segunda Federación. Antía Mayo Fraga (Portosín, La Coruña, 2006) abrió el camino de la victoria el pasado domingo ante el Espanyol B, rival al que le tiene tomada la medida. “Mi primer gol ya fue contra ellas en la primera vuelta”, señala en su conversación con LA NUEVA ESPAÑA. Este domingo toca nuevo reto, visitar al Rayo Vallecano (12.00 horas). Es la primera de las seis paradas que restan para un final de Liga con la permanencia situada a un punto. “Vamos a salir del pozo, estamos convencidas”, asegura, optimista. Su acento gallego delata, también, cierta morriña.

“Marcar ha sido un plus. Fue un momento de mucha emoción”, comparte Antía. Hay varios motivos. El partido ante el Espanyol B, colista de la categoría, era uno de esos marcados en rojo en el calendario. No se podía fallar. Abrir el marcado siempre tiene un componente liberador. Si además, tras las vallas, hay con quien compartirlo, todo es mucho mejor. “Era la primera vez que venía a verme mi familia. Habían estado en pretemporada, pero no en liga. Han visto ya varios partidos grabados, pero no es lo mismo”, explica la coruñesa. En Mareo, Olaya, su madre, sus tíos Borja y Ana, y su abuelo José Luis, celebraron el tanto con la misma intensidad que la niña.

“Vine a hacer lo que me gusta, pero mentalmente a veces es complicado”, continúa Antía. Llegó a Gijón con 16 años, sin antes “haber salido de Galicia para jugar al fútbol”. Empezó en el Cruído, el equipo de un pueblo cercano a su casa, compitiendo “con niños”. Más tarde tocó ir más lejos. Fichó por el Victoria de Santiago, con 12 años. Tiempos en los que su habilidad con el balón empezó a llevarla a la selección gallega. No solo de fútbol, también de fútbol-sala, en categoría sub-15. “En Liga Nacional ya no me dejaban ir a la selección de sala. Llegó la pandemia y pasé a ser la capitana de la sub-17”, cuenta con naturalidad sobre una doble faceta que la reafirmó como una de las perlas de la comunidad vecina. Rival la pasada campaña del Sporting, el ascenso de las rojiblancas la animó a dar el paso a probar en una categoría más alta.

Antía reside en la gijonesa calle de Pablo Iglesias, en un piso compartido con otras tres compañeras de equipo: Lourdes Lezcano, Nata y Gómez. Una argentina, una sevillana, una de Trescares y una gallega reunidas con el objetivo de permanecer en la categoría. “Siempre he vivido muy apegada a mi familia, a mis padres, a mis hermanos”, dice de una adaptación en la que agradece haber encontrado el apoyo de muchas compañeras. Además del fútbol, estudia Técnico Deportivo en la especialidad de fútbol en el CIFP de Avilés, lo que la mantiene doblemente ocupada. “Mi objetivo es llegar lo más lejos posible, peleármelo. No tengo referentes, creo que el hecho de ser futbolista ya supone un mérito muy grande”, resume. Esa filosofía la traslada a la meta de lograr la salvación.

El Sporting Femenino, situado a un punto de la salvación, disputará como visitante cuatro de los seis partidos que restan. Papeleta especialmente exigente si está en juego salvarse. “Tenemos que tener muy en la cabeza los encuentros ante la Real Sociedad B y el Bizkerre”, repite, en referencia a los dos que afrontarán en casa. “No sé cómo lo conseguiremos. ¡Como podamos! Tengo claro que lo vamos a hacer porque, entre otras cosas, nos lo merecemos”, concluye sin querer echar mano a la calculadora y hacer números para la permanencia. “Hay caminín”, concluye sobre la senda que la gallega quiere recorrer de rojiblanco. 

Suscríbete para seguir leyendo