Habla el nuevo capellán del Sporting: "No entro al vestuario, es lo más sagrado"

“Seguro que hay muchos que no entienden que un cura esté en el palco”

“Algunos pueden pensar que ‘estos vienen de Mexico a adoctrinar'; todo lo contrario”

Andrés Fernández, ayer, en la parroquia de San Juan XXIII.

Andrés Fernández, ayer, en la parroquia de San Juan XXIII. / Ángel González

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Andrés Fernández (Pola de Siero, 1973) recibe a LA NUEVA ESPAÑA en su "casa", en San Juan XXIII de Viesques. A la Iglesia católica, admite, entró con 14 años. Desde hace uno, es también el capellán del Sporting. "De fútbol no sé nada", se disculpa este licenciado en Derecho Canónico, con estudios eclesiásticos y en abogacía rotal, que se forma ahora en Derecho Canónico patrimonial. Sobre la religión, su papel en Mareo con Orlegi, comienza una charla extensa. No mira el reloj. Está cómodo. "No vengo a sustituir a Fernando Fueyo".

–Es uno de los párrocos más jóvenes, con 50 años.

–Y cumplo ahora, el 23 de mayo, 25 de cura...

–Media vida.

–Entré con 14 al Seminario y salí con 25. Venir para Gijón fue toda una sorpresa. Me encuentro feliz. Integrado. Tengo unos compañeros sacerdotes en el arciprestazgo de Gijón que son oro molido.

–¿Qué tal la semana?

–Intensa, intensa. Porque hemos empezado ya, date cuenta, con los niños de la catequesis haciendo el Viernes de Dolores un vía crucis. Lo preparamos durante un tiempo en catequesis: les explicamos todo lo que significa la Pasión… Luego hicimos una pequeña escenificación. Este año, como llovió, lo tuvimos que hacer en este Templo. Después comenzamos con el Domingo de Ramos. Esta unidad pastoral que conformamos estas dos parroquias –San Juan XXIII, de Viesques, y La Asunción, del Bibio–, son de mucha gente.

–¿Mucha carga de trabajo?

–Puf. Mucha.

–¿Más de lo normal?

–Sí, aunque bueno… También es verdad que en estas parroquias la gente suele marcharse a los pueblos. Hay mucha gente de León, que se marcha a las procesiones. Pero queda gente…

–Por situarnos. Fallece Fernando Fueyo, histórico capellán del Sporting, y su puesto queda vacío. Pero llega el Grupo Orlegi y recupera el cargo.

–Para mí fue algo sorprendente. La idea que tiene el Grupo Orlegi es dar un sentido a todo lo humano. No solamente tienen intereses empresariales, que también, como es lógico. Pero siempre con unos valores. Dar sentido al fútbol, pero con una proyección social y humana. El hecho es que algunos jugadores, ya derivados de Fernando Fueyo, venían aquí –a San Juan XXIII, de Viesques– a prepararse. Por ejemplo, Aitor ha estado preparando los cursos de bautismo, y demás.

"Fernando Fueyo sigue siendo el capellán del Sporting desde el cielo"

–¿Aitor García?

–Sí, antes de irse a México. Entonces un día me llama por teléfono mi vicario…

–¿Quién es?

–José Ángel Prados, de Gijón-Oriente. Me dice: "Han pensado que podías ser el capellán del Sporting".

–Pero usted no es muy futbolero que se diga...

–No, no, no… ¡fue lo que dije! Si es que de fútbol entiendo nada, nada. Sí es verdad que en esta parroquia hay una gran afición. Sabía cuándo había fútbol porque todos los chavalinos me venían con la camiseta ya puesta.

–¿No tenía ni idea?

–Que el balón era redondo y poco más. Ahora sí… Esta mañana (por ayer) he estado en la misa en la Catedral, algún compañero me ha dicho: "Rezas poco, 3-1. ¿Qué has hecho?" (sonríe).

–Pero el fútbol no parece muy alineado con la religión, no parecen tener nada que ver…

–Pero en el fondo tienen que ver. Porque tal y como lo plantea el Grupo Orlegi es buscar los valores que hagan crecer a las personas y uno de los valores que hace crecer a la persona es la trascendencia. Y la religión es trascendencia. Hace que la persona no se quede en la Tierra. Ese afán de trascendencia es un afán de buscar un plus, un más en cada uno de nosotros. Sacar lo mejor de cada jugador. Pero no solamente en lo físico, sino también en lo humano.

–Usted pertenece a la Iglesia católica. ¿No es personalizar sobre una religión en concreto aquello que puede realmente trascender?

–Claro, pero mira… La realidad no es que yo sea sacerdote católico y tengo que estar adoctrinando católicamente a los jugadores y a las familias. La visión no es que una religión sea la que tenga que llevarse adelante… No, no eso, sino la presencia de la trascendencia. En este caso por tradición ha sido la religión católica. También por la creencia de muchos de los directivos y demás. Pero más que un adoctrinamiento, que no lo es, bajo ningún concepto, es una presencia de una persona que aglutine lo humano y ese afán de buscar una trascendencia. Alguno puede pensar "estos vienen de México y vienen a adoctrinar". Todo lo contrario. De verdad, todo lo contrario. Son súper respetuosos con la religiosidad y la forma de entender la vida de cada uno de los jugadores. Al menos es lo que estoy viviendo, a día de hoy.

–Volviendo a su elección como capellán, comentaba que cuando lo seleccionan se sorprende por su perfil…

–Sí, porque claro… El perfil del capellán del Sporting, que siempre lo será y esto lo tengo muy claro, es Fernando Fueyo. El capellán del Sporting es desde el cielo Fernando Fueyo.

–Entonces, ¿usted no es su sustituto?

–No, no. Fernando Fueyo no tiene sustituto. Yo vengo a prestar un servicio desde lo que soy. Eso lo tengo muy claro. El capellán para Gijón del Sporting sigue siendo Fernando Fueyo. Porque lo era más allá de su vida. Desde el cielo estará gozoso con ello.

–¿Da muchas vueltas a esa comparación? No debe ser fácil.

–Cuando alguien habla del capellán del Sporting, se imagina a Fernando Fueyo, ahí, con su bufanda. Fernando Fueyo siempre con su "Sporting, Sporting". ¿Cuál es la diferencia? Pues que quizá él era un forofo, sobre todo del primer equipo. La visión que quieren marcar con esta figura del capellán es que sea la persona cercana no solo al primer equipo y a sus familias, sino a todo lo que significa la familia del Sporting: jugadores, jugadoras y los que trabajan en Mareo y El Molinón.

–¿Ha comenzado ya alguna actividad en estos meses?

–He tenido encuentros con los chavales del primer equipo. Y tenido la bendición de los coches Nissan. Pero es curioso, no ha sido por parte del Sporting, sino de Nissan. También con los chavales de la Residencia: con ellos he tenido un par de charlas, una excursión al Chas para conocerlos en otro ambiente. Muy bien. Muy bien todo, la verdad.

–¿Esos encuentros también se han dado con los canteranos del fútbol base o solo con los chicos que comenta de la Residencia de Mareo?

–De momento, solo con estos. Llevamos agendas apretadas.

–¿Son encuentros para hablar sobre la religión católica?

-No. Son encuentros humanos.

–¿Usted viene a ser como un psicólogo, más o menos?

–Tampoco, porque ya tienen. El Grupo Orlegi tiene muy claro que lo fundamental es apostar por los chavales. Ofrecerles todos los ámbitos: académico, futbolístico… Y también el de la trascendencia. Piensa que muchos de los jóvenes que vienen son mexicanos que vienen de Santos o Atlas y allí han tenido un acompañamiento. Yo voy y si sale el tema espiritual, "a full". Pero si salen otros temas que les interesan y puedo aportar una visión de mis 50 años, adelante. No es "viene el cura y viene a darnos catequesis". No. Yo voy y se habla de lo que les interesa.

–¿Se ha visto ya con jugadores del primer equipo?

–Sí. Sin entrar en valorar en las partes técnicas, entro en lo humano. Son personas excepcionales.

–¿Ha entrado ya en el vestuario?

–No. El vestuario es lo más sagrado para el equipo. Es lugar para entrenadores y técnicos. Siempre que hay un partido mando un mensaje al entrenador. Es muy buena gente.

–Católico, como usted.

–Sí. Pero sobre todo, muy buena gente. Cada partido le mando un mensaje.

–¿Le responde?

–Y me responde. No falla. Mi papel no es meterme en todo, es estar en todo. Pero sin ser la cereza del pastel. Que les apetece que un día vaya y baje, voy. Pero mi lugar es el que les indique.

–¿Se acuerda de la polémica de Fernando Fueyo con Rubi sobre bajar a los vestuarios?

–Algo oí, sí. Una máxima que tengo es que voy donde se me lleva; donde no se me llama, no voy. Alguna vez el míster después del partido me ha dicho "baja y nos saludamos". Pero no.

–¿Es habitual de El Molinón?

–Ellos saben que si el partido no coincide con alguna misa, voy.

–¿Dónde lo ve?

–Donde ellos me mandan, que suele ser en el palco.

–Puede ser controvertido...

–Lo vivo con tranquilidad. Yo voy donde me mandan y ahí me siento. Intento entablar relación con nuestra directiva y la que viene de fuera. La acogida siempre es excepcional.

–Usted tampoco está en el día a día en Mareo.

–No.

–Tampoco se lo exigen, claro.

–No, no. Ellos tienen mi teléfono personal y saben que Andrés está disponible siempre. Me llaman y cuando pueda estoy, siempre.

–¿El Sporting le paga por estos servicios?

–¡No! Y lo quiero dejar muy claro. Puedo decir que absolutamente nada. Es más… Fui a comprar unas camisetas para unos chavalinos de aquí –de la parroquia San Juan XXIII– y los pobres –los trabajadores de la tienda oficial del club– decían "no sé si tenemos que hacerle un descuento". Les dije: "No pasa nada". No. Lo que se hace es un servicio pastoral. También personal.

–¿Ha ganado fama por ser capellán del Sporting?

–No sé si fama (risas). Aquí ya tenía mucha...

–¿Notoriedad?

–Sí. Notoriedad. Es verdad que ser capellán del Sporting te exige ser coherente. Porque los jugadores y el cuerpo técnico trasmiten una categoría que va más allá de los resultados futbolísticos. Un joven cuando ve a un jugador ve algo más que el simple pegarle patadas a un balón. Si eres capellán con esa categoría, también tienes que ser coherente. Si es verdad que hay amigos que me han dejado de hablar…

–Me toma el pelo...

–No, no. Porque son del Oviedo cerrados (Andrés sonríe y se explica). Comía habitualmente con unos amigos y me dijeron "oye, no". Pero en plan bien, ¿eh? Pero bueno, nos hemos distanciado de las comidas…

"La realidad no es que sea sacerdote católico y tenga que adoctrinar a los jugadores, es el afán de buscar trascendencia"

–¿Qué piensa sobre aquellos aficionados que son escépticos con la figura de un capellán?

–Lo entiendo, claro. Por supuesto no soy ingenuo en pensar que todos los aficionados entienden la figura del capellán y seguro que hay muchísimos que tampoco entienden que un cura esté en el palco. Lo entiendo, porque es lógico. Si ahora la directiva me dice "no vemos conveniente que estés en el palco", ningún problema.

–¿Teme que se asocie al Sporting con la religión católica por su presencia en el palco?

–Yo creo que no. Cuando voy al Chas, es como si identificamos que todos los jinetes son católicos. O si voy a la plaza de toros. Pues a lo mejor no todos los que van a la plaza de toros son católicos.

–En el club hay dos jugadores musulmanes: Hassan y Bamba.

–Son súper respetuosos. De verdad y se lo digo sin pasión, porque de fútbol no entiendo nada. Bueno, ahora me está empezando a gustar y quiero que el Sporting gane… Pero los jugadores son súper respetuosos: sean creyentes o no.

–La Fundación del Sporting lidera proyectos sociales, como la colaboración con la Cocina Económica.

–Es espectacular. Laura, la esposa de Alejandro, es una mujer extraordinaria. En todos los sentidos. Lo tiene muy claro: el Sporting no es solamente un equipo de fútbol. Su lema es "Ganar sirviendo". Que antes de ídolo, el jugador tiene que mostrar unos valores. Con los chicos con discapacidad también están…

–¿Se ha valorado situar de algún modo una iglesia en Mareo? ¿O un lugar para rezar?

–No. Muchos decían "ahora se va a hacer allí…". No. Lo fundamental es que mi presencia se note, pero no destaque. Si es de otra manera, no. Andar exhibiéndome, no.

–Perfil bajo.

–Es mi forma de ser.

–El ascenso a Primera, ¿cuestión de fe?

–De trabajo, y ellos trabajan. El fútbol, creo, es un tanto por ciento de trabajo, técnica, esfuerzo, sacrificio, y lo otro pues es suerte. La fe no entra.

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