El otro don de Nacho Méndez: un helado de Helio Hermanos por cada pase al primer toque y su comparación con Monchu

Su último doblete fue en División de Honor ante el Tropezón y suma ya su mejor registro goleador como profesional, con 4 tantos

Momento del partido.

Momento del partido.

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Ignacio –"Nacho Méndez" para casi todos– era solo un crío cuando marcaba goles a pares con el alevín del Roces, por entonces un espectáculo de equipo el que lideraba desde el banquillo Chus Oliveros que incluso venció al Sporting que tenía como estandarte a todo un Manu García, que ya llamaba mucho la atención.

Aquel partido (1-0) lo definió Miguel, hijo de "Luismi", que fuera delantero del club rojiblanco en el ocaso de los ochenta. Pero la historia tendría desenlace para otro de los grandes líderes de ese Roces. En Mareo apreciaron las cualidades que poseía ese chico arrubiado, repleto de talento, que se incorporaría directamente en el siguiente escalón formativo: el infantil B, liderado por José Alberto López, hoy técnico de moda en el Racing de Santander, y uno de los conjuntos del fútbol base rojiblanco más dominador en años.

Nacho tenía el don del gol, con galones en el Roces, antes de llegar a Mareo. Ahí tuvo que hacer un reset. Crecer. Se adaptó más a otro juego, dominador, y se convirtió luego en un perfecto asistente de su íntimo amigo, Manu. Acostumbrado a liderar y competir de otra manera, comenzó un reto para incentivar su influencia en un fútbol más asociativo, y en un equipo lleno de talentos como él. La paradoja es que en casa no le apretaba para que aumentara su estadística y destacara como goleador, sino para que se atreviese a jugar a un toque. Después de cada encuentro que la soltaba de primeras para un compañero, aquel chico se llevaba como contraprestación un helado de Helio Hermanos, afamado local con sede en Luanco. Nacho creció, y maduró y se hizo como jugador más desde su faceta como mediocentro de perfil creativo, no tanto como goleador. Pero esta campaña, la de su explosión, ha logrado mezclar todas las facetas, también su capacidad de trabajo. Ayer, de hecho, hizo más de 12 kilómetros. Una barbaridad, de nuevo.

El domingo, en Anduva, hizo su primer doblete como profesional. Hacía 32 años que un luanquín no marcaba dos goles con el primer equipo rojiblanco: desde Monchu. Luego, hacía memoria para recordar el último. El precedente fue en División de Honor, en 2016, en un 8-0, en la jornada 10, ante el Tropezón. Después, en el filial y luego en el primer equipo, sus números anotadores no fueron tan relevantes, con más presencia en la sala de máquinas que de 10, donde jugó parte del encuentro en Miranda. Este año, en Mareo, Miguel Ángel Ramírez, que ya es uno de los técnicos más influyentes en su carrera, le ha apretado para que en cierta manera volviese aquel crío de Roces y su influencia fuese mayor en las zonas donde se ganan los partidos: "Debes tener más área". Y Nacho Méndez ha recuperado su otro don: suma ya 4 goles –su mejor registro en el primer equipo–, y sus tantos, decisivos, y de todos los colores, ahora también de cabeza, le han dado al proyecto un total de 9 puntos. Uno, además, muy especial, en el derbi.

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