El Sporting y la afición cocinan el asalto al play-off en Allande: así fue el primer encuentro de peñas del suroccidente

Miembros de Unipes y la Federación de Peñas Sportinguistas comparten mesa y mantel junto a David Guerra: "Es el equipo de Asturias"

Un momento del acto celebrado en Allande.

Un momento del acto celebrado en Allande. / A. Menéndez

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Son las tres de la tarde y no resulta fácil aparcar en la parroquia del concejo de Allande, abarrotada como está de seguidores rojiblancos, justo en el preciso instante que asoma por la carretera un vehículo, que rápidamente atrapa la atención de todos. "Allí están", se escucha entre los seguidores rojiblancos que apuran la previa de una comida que ha despertado una enorme expectación en el suroccidente asturiano, en la cervecería Queipo, que regenta un joven de rostro amable, José Antonio Méndez. Joaquín Alonso busca y encuentra un lugar para dejar el coche en la abarrotada Avenida Galicia.

A la izquierda, David Guerra conversa con un aficionado. A la derecha, el presidente ejecutivo, junto a José Antonio Méndez. | A. M.

A la izquierda, David Guerra conversa con un aficionado. A la derecha, el presidente ejecutivo, junto a José Antonio Méndez. | A. M. / A. Menéndez

Del vehículo se bajan David Guerra, presidente ejecutivo y que va de copiloto, además de Carlos Andrés Llamas y Paula Martín, del equipo de comunicación. En el entorno de local están ya esperando cerca de 70 aficionados, muchos ataviados con bufandas, camisetas y sudaderas rojiblancas. La cita en Pola de Allande es para todos ellos muy especial, simbólica. Porque el primer encuentro de Peñas Sportinguistas de Occidente no discrimina, festeja, porque aquí todos tienen hueco.

Un potaje en Allande para hacer familia

Un potaje en Allande para hacer familia / A. Menéndez

Hay presentes miembros de seis colectivos distintos: de la Peña Nalón, El Molinón, Valles del Esva, Castillo de Salas, que forman parte de la Federación, la de Allande (Unipes), además de la de San Martín de Luiña, que es independiente. Es la primera vez que miembros de Unipes y de la Federación comparten mesa y mantel. Lo festeja Gustavo Alonso, al frente de Unipes, que ha arrimado el hombro para sumar voluntades: "Es un acto que trasciende a la división entre las peña. Vale para todos. Y demuestra que el Sporting es mucho más que Gijón. Por cosas como la de hoy –por ayer-, es el equipo de Asturias".

El Sporting se ha acercado a una localidad de la que, reconocen los vecinos, "casi nadie se acuerda". Lo explica el dueño de la cervecería Queipo: "Que venga aquí el presidente ejecutivo del club es increíble. En todos estos años nadie ha venido. Nunca". En los corrillos de aficionados se habla continuamente de uno que está en ese momento dentro del bar: Armando Barredo. Es toda una institución en Pola Allande, un tipo muy querido, capaz de impulsar su sportinguismo por todo el Occidente –también por otros rincones de Asturias, y en realidad por media España-, y, a la vez, el presidente de la Peña Sportinguista de Allande. Es una de esas personas que siempre está con una sonrisa, de las que caen bien a todo el mundo. Armando tiene tapado un ojo por un parche, una herida de guerra, comenta, tras prácticamente volver a nacer el pasado verano. Un ictus lo llevó al límite. Pero ahí está el hombre, pletórico, porque su Sporting del alma está en su localidad. Discreto, ese orgullo es hasta para alguien así indisimulable. "Lo ha pasado muy mal", cuenta José Luis Ochoa, uno de los directivos de más peso de Unipes.

Guerra y Joaquín saludan a todos, se hacen decenas de fotos y se toman todo el tiempo del mundo. A la leyenda rojiblanca la reciben con vítores: "Eres el más grande, Joaquín". A Guerra, con idéntico cariño y gran respeto. Entran luego a una cervecería que define lo que es el club rojiblanco: como un museo del sportinguismo a 1 hora y 40 minutos en coche de Gijón, el bar tiene en lo alto guiños rojiblancos con el entorno: una camiseta de Jony firmada por el propio jugador; otra de Queipo, con familia en Cangas del Narcea, y una foto encuadrada de Pedro Díaz. El reloj anticipa que toca mudarse. Son casi las 16 horas, la gente tiene hambre y queda casi lo mejor: setenta personas de repente caminan por la localidad y cruzan a la vez los no más de 200 metros que separan la cervecería Queipo de La Allandesa.

Los presentes suben unas escaleras en forma de caracol y entran en la planta alta del local, que tiene ya preparadas varias mesas para lo que se degusta después, que no es poca cosa: el potaje, el plato estrella, llega justo después de un aperitivo de paté con morcilla y antes de otros dos platos, pudín de verdura y repollo relleno. Luego, los postes, tarta y una crema. La comida se alarga por espacio de hora y media. Guerra y Joaquín comen con los organizadores y directivos. Los peñistas están justo encima, en distintas mesas.

Antes de la tertulia en la comida se suceden los discursos: José Luis Ochoa y Gustavo Alonso agracen al club primero su viaje; también se comienza a tocar otro tema del que se charla bastante en esa ronda de intervenciones, del famoso protocolo de las peñas. Gustavo Alonso lo defiende: "Fue un protocolo que generó dudas, pero con el paso del tiempo han quedado extintas. Con la visita del presidente y Joaquín se la da valor a las peñas".

Luego va el turno de Armando Barredo, al que brindan una ovación que encoge a la sala. Agradece con emoción al club su viaje, gesto y presencia. También comenta las dificultades que tiene su colectivo de cumplir con el 40% de socios al ser la localidad más lejana a Gijón de toda la región. Pide una rebaja en el precio de los carnés. Después, muchos se levantan y se comienza a cantar a capela el himno del Sporting. Y el potaje entra en escena. Cae la tarde en Pola de Allande. El Sporting se va tarde, sobre las 19 horas, tras pasear por la localidad, que poco a poco comienza a recibir otras visitas, las de caminantes. "Nuestra rutina", admiten, en una jornada que no olvidarán.

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