Adiós a fallar la ITV: la cucharada en el coche que te puede librar
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Todas y cada una de las partes del coche son importantes porque todas y cada una de ellas cumplen una función. Aunque parezca que no hacen nada o que son simples adornos, todo tiene su porqué y en conjunto con el resto de engranajes y piezas permiten una correcta circulación. Nada está por estar y es, precisamente, por este motivo por el que resulta imprescindible mantener nuestro vehículo al completo en buen estado. Garantiza una adecuada seguridad vial.
Porque más allá de las sanciones o de las multas que puedas recibir por incumplir las normas, el respeto de estas y la prudencia al volante evitan accidentes y, por ende, posibles fatalidades. Y este respeto pasa tanto por obedecer las señales establecidas, como el no conducir bajo los efectos de determinadas sustancias o el mantener tu coche a punto para el día a día y no solo para pasar la ITV (Inspección Técnica de Vehículos), por ejemplo.
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Un mantenimiento que, por otro lado, no comprende sólo cuestiones mecánicas, sino también de limpieza tanto del interior del habitáculo como del exterior. Además de una cuestión de higiene y estética, la limpieza del coche es una obligación porque influye en la conducción y seguridad. En este sentido, una de las zonas a la que más atención suele haber que dedicar es a los faros. Y es que cumplen la importante función de proyectar luz para ver y para hacernos ver. Es decir, para indicar al resto de conductores nuestras maniobras y para que podamos observar con plenas facultades tanto a la carretera como a nuestros alrededores.
Solo se necesitan tres ingredientes
Sin embargo, debido a su localización en el exterior así como al uso que se hace de ellos y al propio paso del tiempo, los faros se terminan ensuciando muy rápidamente y, por tanto, perdiendo transparencia, luminosidad y reduciendo su efectividad. Y esto es peligroso. Afortunadamente, existe un truco muy efectivo para arreglar este problema y restaurar por completo el brillo de los faros. Y lo mejor es que es muy sencillo de aplicar y también muy económico y accesible, pues tan solo se necesitan tres ingredientes que siempre suelen estar presentes en los hogares: agua, limón y bicarbonato de sodio.
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El procedimiento es fácil. Simplemente exprime un limón en un recipiente y agrégale a este un par de cucharadas de bicarbonato. Después, mezcla bien ambos ingredientes y, con un trapo o una esponja esparce el contenido sobre la superficie del faro y frota con suavidad. No obstante, puedes realizar la limpieza aplicando el bicarbonato sobre una de las mitades del cítrico y restregando directamente con él. Independientemente de la opción que uses, verás como, en cuestión de segundos, la suciedad se va con total facilidad.
Recuerda que en nuestra sección de Decoración podrás encontrar trucos similares a este que esperamos que te permitan ahorrar tiempo y esfuerzo a la hora de realizar distintas tareas.
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