Adiós al aspirador para limpiar la alfombra: evita dañarla usando otros productos

Hay otras formas de quitar la suciedad que mantienen sus características originales

Las alfombras, un elemento decorativo que ha mandado en muchos hogares durante años. Además de suavizar las pisadas en el suelo, también ha servido para evitar dañar los suelos de madera o de otros materiales. No obstante, en los últimos años, han ido perdiendo peso en los hogares. Ya no se suelen ver esas alfombras con decorados recargados y de corte clásico, ahora la tendencia ha ido, por otro lado.

Las ha habido de todo tipo, más elegantes, de colores, simples, con diseños arriesgados... Las hay para todos los gustos, pero todo lo bueno que tiene y que defienden los que las escogen, también es reprochable por sus detractores. Y es que las alfombras siempre han sido muy tediosas para limpiar. Además, es un foco importante dentro del hogar para la acumulación de polvo, bacterias y otro tipo de suciedad.

La forma más sencilla de limpiar una alfombra es mediante una aspiradora. De esta forma se consigue sacar la mayor parte de la suciedad externa, aunque no funciona con las manchas que puedan tener. Sin embargo, pese a que es la más fácil, no es la más recomendable, ya que la agresividad de la aspiradora puede provocar que las alfombras, en especial si son de pelo largo sintético, pueden perder sus características y envejecer más rápido.

En su defecto, existen otras soluciones que cumplen con el mismo objetivo y que son menos dañinas para los materiales. En primer lugar, para retirar el polvo, es recomendable dejar a un lado la aspiradora y volver a lo tradicional: la escoba. Después de pasarla, otra forma de retirar la suciedad más superficial es sacudir la alfombra. De esta forma, se consigue retirar la primera parte de suciedad más externa.

En segundo lugar, uno de los productos que mejor funcionan es el bicarbonato. Con él, se puede realizar un lavado en seco, que evita tener que empapar la alfombra y tener que secarla, algo que alargaría la limpieza en gran medida. Tan solo hay que echar un poco de bicarbonato por toda la superficie y dejarlo actuar. Su principio absorbe las manchas y cualquier tipo de suciedad.

Para una limpieza más profunda tampoco hay que echar mano a nada raro, con jabón y agua se soluciona todo. Ayudado de un cepillo, tan solo hay que frotar las partes más perjudicadas y retirar la suciedad. Por último, es recomendable no dejar de lado la tarea de limpiar las alfombras. Para evitar que se acumule demasiada suciedad hay que estar pendiente cada cierto tiempo, limpiando de forma periódica.