Herías / Oneta (Villayón),

Ana M. SERRANO

«El que quiera desplazarse tiene que ir en todoterreno o en tractor. Si no, se queda en casa». Rosario Rodríguez no había visto una nevada semejante en una década. Ella es vecina de Herías, un pequeño pueblo de Villayón y, ayer, sus desplazamientos de más de unos metros dependían de la palas y de la habilidad que ella y sus diez vecinos pudieran mostrar para quitar el hielo y la nieve de las carreteras. «Sal sobre sal. Es el único remedio casero que tenemos», advertía.

Desde el jueves los vecinos de los pueblos más altos de los municipios del Occidente tienen problemas para circular en sus vehículos, pero es en el concejo de Villayón donde el aislamiento perdura. El intenso manto blanco con el que se despiertan desde entonces ha mermado sus movimientos rutinarios, que son casi nulos. «Apenas salimos de casa», confiesa Elena María Prieto, acostumbrada a ver la nieve en su concejo natal, Tineo, pero no en Herías. Hasta se han quedado sin pan. «Estos días o vas a buscarlo tú o nada, y si vas, en tractor», añade. Y lo mismo ocurre con el camión de la leche.

La mayor parte de los vecinos son ganaderos y este fin de semana el lechero ha tenido que dar vuelta en mitad del camino. Imposible subir a unos treinta kilómetros de la villa de Navia. «Vino algunos días, pero con cadenas, y mal», dice Elena.

Pero no sólo los panaderos y los lecheros se han visto sorprendidos por la intensa nevada, de unos centímetros en Herías y Oneta, pero de hasta un metro en el vecino pueblo de Masenga.

El manto de nieve ha cambiado la ruta de los tractores en Villayón. Ahora, funcionan como taxis y se convierten en imprescindibles para rodar de un pueblo a otro, e incluso por la comarca de la cuenca naviega. Lo saben bien Rosario Rodríguez y su hijo, que con una pierna rota ha tenido la experiencia de bajar al médico en tractor. «No queda otro remedio», confiesa. «No se pueden cambiar las revisiones por esto».

Los tractores son los únicos vehículos que circulan de un pueblo a otro y en su camino no se encuentran ningún turismo: están todos en la cochera o con un gran manto de nieve encima. «La suerte es que la gran nevada cayó en fin de semana y la gente no se mueve tanto», explicaba ayer Rosario. Con una pequeña escoba y el escobón de la cuadra, esta vecina de Herías intentaba sin éxito desprender el hielo que se acumulaba a última hora de la mañana de ayer en la entrada de su casa. «Estos días algún resbalón hemos tenido, pero nada grave», añadía. Lo peor ha sido la falta de previsión. Muchos no han creído que una nevada semejante cayera en Villayón y no llenaron su despensa de alimentos. «De momento, tiramos con lo que tenemos, pero espero que suba la temperatura por si acaso». Dos grados bajo cero marcaban ayer a media tarde los termómetros en el alto de Villayón.