Oviedo, Marcos PALICIO

Desde que el empleo empezó a caer en Asturias hace unos años, la crisis se ha llevado por delante cerca de 36.000 puestos de trabajo, a un promedio de 9.000 al año, un 8,5 por ciento de los 420.000 que tenía en 2007. Según los datos de Sadei, actualizados por última vez en 2011, la peor parte se la llevan la construcción y los servicios, que sumados rozan nueve de cada diez de los puestos destruidos en la región desde el año 2007 -casi un 88 por ciento-, y particularmente el ladrillo, que acapara más de la mitad, el 56 por ciento de lo perdido y ha perdido desde el arranque de la crisis cuatro de cada diez de los empleos que tenía hace cuatro años. La distribución del retroceso por sectores productivos repercute directamente en el desmenuzado comarcal, toda vez que la caída se concentra con especial inquina sobre las zonas del mapa de Asturias donde el mercado laboral y la actividad económica dependen en mayor medida de los sectores más hostigados por las dificultades de la economía.

Así, el área metropolitana del sector central y las cuencas mineras aventajan muy claramente a las alas, pero la dentellada de la crisis sobre el empleo concentra algunos daños importantes en la cuenca del Nalón, la zona castigada con el porcentaje de pérdida laboral más elevado de Asturias, el 9,2 por ciento. La siguen a muy poca distancia los municipios del entorno de la capital -Oviedo, Llanera y Siero-, que aglutinan juntos la mayor parte del empleo en la región y también uno de los retrocesos más pronunciados, el nueve por ciento, con casi 15.000 puestos menos y por debajo de 150.000 en el recuento total, un perjuicio sustentado más que en los servicios en la rotunda caída de los trabajos vinculados a la construcción.

Esos mismos parámetros se cumplen en Gijón, cuya merma, aún por encima de la media regional, se sitúa en el 8,9. La cuenca del Caudal se ha dejado en la recesión un 8,17 por ciento y en el eje metropolitano es la de Avilés la única comarca cuya pérdida rebaja el ocho por ciento, guarecida bajo el paraguas tranquilizador, con muchas comillas, de un sector industrial que, a la luz de los datos de Sadei, hasta incrementó levemente su cifra de empleos entre 2007 y 2011. Al acercar el microscopio hacia el interior de la circunscripción avilesina, Castrillón tira de la resistencia a la caída incluso con un leve repunte del número de puestos en el periodo analizado.

Hasta aquí la Asturias con más concentración demográfica y actividad productiva y, en consecuencia, la más duramente golpeada también por la depresión laboral. En el resto de la región, Oriente y Occidente clavan significativamente la misma pérdida relativa de empleos en el periodo estudiado, el 6,7 por ciento. Aunque no amortigüe el impacto de la recesión ni mucho menos haga germinar «brotes verdes», el peso inferior de las áreas protagonistas de los apuros de la economía determina asimismo en estas zonas una atenuación de los golpes que da la crisis sobre el volumen de puestos de trabajo. Hay aquí incluso puntuales casos peculiares como el de Belmonte de Miranda, que ha registrado el incremento más acentuado en el número de empleos -más de un treinta por ciento desde 2007- y una de las subidas más moderadas del paro gracias al efecto de la reapertura de la mina de oro en el concejo.

Por sectores productivos, el refugio de la industria continúa siendo un lugar relativamente seguro a tenor de lo mucho que arrecia la crisis a su alrededor, lo contrario de lo que ocurrió en crisis precedentes. La actividad fabril ha perdido de 2007 a 2011 poco más de mil empleos, un 1,65 por ciento de los 61.000 que acumulaba en el último año de prosperidad. Sus 60.000 puestos de 2011, mantenían a la industria como la segunda área más generadora de empleo, a gran distancia del sector servicios.

Las actividades del campo, con casi 3.400 puestos de trabajo extraviados en cuatro años, han experimentado una caída más progresiva. El sector primario es el único que ha sostenido el descenso del empleo en Asturias sin fisuras desde el comienzo de la década, se diría que su crisis no es de ahora, que empezó antes: la agricultura, la ganadería y la pesca han perdido un diecisiete por ciento de su fuerza laboral desde 2007, pero si se amplía el foco y la serie histórica a 2000, la caída en lo que va de siglo se eleva por encima del 56. Eso significa que el campo ha perdido de media 2.000 empleos cada año de este siglo. Su descenso es lento, nada que ver con el desplome acelerado del ladrillo desde que 53.000 empleos marcaron su techo en la Asturias de 2007. Desde ahí, cuatro años de continuos descensos después, la estadística dice que el sector más perjudicado por la recesión ha pagado la crisis perdiendo peso a razón de 5.000 empleos al año.

El daño de la depresión de la economía sobre el mercado laboral, mientras tanto, también se calibra observando cuánto sufre el área de actividad que acapara la mayor parte del trabajo en la región, la de los servicios. El sector terciario se dejó más de 11.000 empleos en los cuatro primeros años de la crisis, a un ritmo de cerca de 3.000 cada año, y aunque viene de encadenar un leve repunte en los dos últimos años de la serie en los servicios se ha perdido aproximadamente un tercio del volumen de puestos que generaban en 2007.