Oviedo, Marcos PALICIO

Envejecer va a seguir siendo el problema. El gran lastre demográfico de Asturias se volverá todavía más pesado dentro de una década si se cumplen los vaticinios publicados esta semana por el Instituto Nacional de Estadística. A la luz de las proyecciones de la población a diez años vista, dentro de una década será el Principado la región española con más jubilados por cada persona en edad de trabajar. Será el sitio donde la sostenibilidad del sistema se resentirá más por los rigores del envejecimiento, donde cada vez menos trabajadores potenciales tendrían que «mantener» teóricamente a más ancianos. Todas esas conclusiones se ocultan detrás del 43 por ciento que, según las estimaciones del INE, alcanzará en la Asturias de 2022 la tasa de dependencia de la población envejecida, una magnitud estadística que relaciona el número de habitantes dependientes mayores de 65 años con el sector productivo del censo, el que tiene entre 16 y 64.

La cifra supone que por cada diez personas en disposición de trabajar habrá más de cuatro en edad de haberse jubilado, lo que sitúa el riesgo de inestabilidad del sistema en cotas inalcanzables para ninguna otra comunidad autónoma. He ahí el resultado de la combinación de dos evoluciones opuestas, el descenso global de la población asturiana -Asturias tendrá 52.000 habitantes menos dentro de diez años, según el INE- con el incremento sostenido que se pronostica para el sector de los que han traspasado la edad del retiro. En el recuento de 2012, esta tasa de dependencia es «todavía» del 34,1 por ciento -algo más de tres jubilados por cada diez personas en edad laboral activa- y aún hay dos regiones, Castilla y León y Galicia, cuyos indicadores superan al asturiano.

Pero el Principado evolucionará peor a partir de ahora, o eso dice la simulación estadística elaborada por el INE. En números absolutos, dentro de diez años, la región tendrá que atender a 28.420 mayores de 65 años más que en la actualidad con 78.158 trabajadores potenciales menos. Con arreglo a esta previsión, el número de personas en edad de trabajar se contraerá en Asturias en un 11,2 por ciento en los próximos diez años, cuatro puntos por encima de la media nacional, aunque el crecimiento del número de habitantes de más de 65 progresará a un ritmo inferior al del conjunto del país. Como quiera que el Principado parte ya de una cifra elevada de personas por encima de la edad de jubilación, de aquí a diez años la caída se situará en el 12 por ciento, frente al 18 del promedio nacional. En conjunto, eso sí, la tasa de dependencia de la población envejecida prevista para la Asturias de 2022 superará en casi diez puntos la media de España -del 33,3 por ciento.

El INE elabora su simulación estadística proyectando hacia el futuro las tendencias demográficas actuales. Son cálculos de lo que sucedería de prolongarse en el tiempo las tendencias actuales, así que no extraña el negro presagio que estas estimaciones arrojan sobre Asturias, especialmente teniendo en cuenta que el Principado lidera la España del envejecimiento y la baja natalidad y que para el futuro inmediato, siguiendo esos parámetros, se adelanta un descenso sin pausa del número de nacimientos en la región -de los 7.733 de 2012 a 5.894 en 2021-. Como tampoco dejará de crecer a favor de las defunciones la diferencia entre nacimientos y fallecimientos, todo eso trae consigo un retroceso paralelo en el número de niños menores de quince años, el otro sector de población dependiente, junto a los mayores de 65, hasta dejar la tasa de dependencia total prevista para 2022 en una estimación del 62,4 por ciento, es decir, algo más de seis niños o ancianos por cada diez personas en edad de trabajar. Esta magnitud también subiría notablemente en el Principado en la próxima década -desde el 51,6 actual- a la luz de los cálculos del INE. Subirá y subirá, más que en el resto de España, ya que en este capítulo Asturias pasaría de ser la novena región con la tasa más alta a la quinta.

Entre las magnitudes que miden las proyecciones demográficas del INE sólo se salva mínimamente el de los saldos migratorios. Tanto el resultado de los intercambios con el exterior como el de los flujos con otras regiones se mantendrán en guarismos positivos, aunque sin entidad para compensar la caída que determinan los otros indicadores.