Cervero se erigió ayer en el gran protagonista del partido. Su entrada en el campo fue un chute de adrenalina para un Tartiere que deseaba ver a su ídolo en el campo. Y él no defraudó. Tan pronto estaba cortando un balón en defensa como controlando un balón aéreo de espaldas a la portería. Una vez que le bajaron un poco las pulsaciones, el ariete ovetense atendió a los medios. Y antes de responder a ninguna pregunta pidió que le dejaran hablar a él: "Agradecer el recibimiento a la afición, a los socios, a los no socios, a la familia, a los simpatizantes. Desde que salimos del hotel hasta que llegamos al campo fue de las cosas más impactantes que viví en mi vida".

La jugada del gol del empate la tenía totalmente memorizada: "Cuando veo salir el gran centro de Borja Valle, yo intento anticiparme; una de mis especialidades es rematar de cabeza, y le doy con el corazón, con la cabeza, con todo". Un gol que quiso compartir con el resto de sus compañeros: "Es un gol de los veinte jugadores y de todo lo que rodea al club, que es muy grande".

El ariete reconoce que es uno de esos tantos con los que uno sueña cuando se va a la cama. "Sueño todos los días porque es gratis y eso de pensar en cosas mayores a mí me gusta porque al final vivimos de sueños. Para mí jugar en el Real Oviedo es lo máximo y poder seguir metiendo goles en el Oviedo cuando a veces parece que ya no los vas a meter pues eso siempre sigue ilusionando y te sigue dando vida, que para eso vivimos".

Cervero reconoce que el resultado les pone "ligeramente por debajo". Pero esa pequeña desventaja la suplen con aspectos emocionales: "Con la motivación que tenemos hace que la eliminatoria esté muy muy igualada". Al final del encuentro hubo una acción en la que Cervero estuvo involucrado y que acabó costando la expulsión al jugador del Cádiz Garrido. Una jugada a la que restó importancia. "Es fútbol, vas allí a ayudar, hay un rifirrafe, pero es fútbol. Nada más. Creo que los jugadores fuimos muy nobles y muy limpios en el campo y que la afición tuvo un gran comportamiento también".

El ariete expresó su orgullo por el Oviedo que se vio en el campo: "Todo el que haya visto el partido ha visto un Oviedo de verdad, un Oviedo con ilusión, enfrente tenía a un gran rival pero nosotros creímos en lo nuestro. El equipo puede morir, pero, si muere, muere matando".

Y al final de su comparecencia volvió a reconocer que "la vida es para vivir momentos como éste". Y comparó la alegría del gol que dio a España el Mundial de fútbol, el de Iniesta, con la emoción que se vivió ayer en el Tartiere: "Para los que sentimos esto, yo que nací a cien metros de aquí, siento que esto es lo máximo. Ver eso, sentir eso, no lo puedo explicar. Lo tengo todavía en la cabeza. Todo pasa, pero esto quedará para siempre". Y para concluir se acordó de uno de sus entrenadores: "Me acuerdo de Florentino Angulo, que me enseñó que el Oviedo es más que un sentimiento, es una pasión, y yo expreso lo que siento".