M. CASTRO / E. MÉNDEZ /

J. A. ORDÓÑEZ

Un encontronazo familiar acabó derivando en un violento episodio con resultado de tragedia ayer por la mañana en El Llano. Una mujer de 58 años falleció después de recibir tres disparos de escopeta realizados por su marido, de 65 años, detenido minutos después como autor del supuesto homicidio. Queda una familia desgarrada por la pérdida de un ser querido a manos de la persona con la que había compartido su vida. Se trata del tercer crimen vinculado a la violencia de género en Asturias este año.

Los protagonistas del suceso residían en el número 10 de la calle Roncal desde hace décadas. Gran parte del barrio los conocía a ellos, a sus dos hijos y a su nieta. Los vecinos de la calle fueron ayer testigos de la detención de Luis Morán Castro, pocos minutos después de que hubiera matado a su mujer. Los gritos de auxilio de María Isabel González Pereira habían alertado al vecindario. Los tres tiros que le descerrajó el agresor a su víctima indefensa los llevó desde el primer momento a temer lo peor.

Nadie pudo hacer nada por evitar el fatal desenlace. La agresión mortal se inició en una habitación de la vivienda, en la que de un primer disparo Luis Morán le voló una mano a su esposa. Cuando trataba de huir por el pasillo, Isabel González recibió un segundo balazo en un costado. No fue bastante para su marido, que, decidido a acabar con su vida, recargó la escopeta de caza de dos cañones mientras la mujer trataba de abandonar la vivienda. «¡Tere, que me mata!», la escucharon gritar los vecinos cuando abría la puerta de su casa. Isabel buscaba la ayuda de su vecina de arriba, esposa de un guardia civil retirado. No hubo tiempo a que escapara ni a que nadie acudiera a socorrerla: un tercer disparo, mortal, la alcanzó de lleno en la espalda y le segó la vida. El cuerpo cayó en el rellano de la escalera, en medio de un charco de sangre.

Los hechos sucedieron hacia las nueve y cuarto de la mañana, minutos antes de que se sucedieran las llamadas a las centralistas de la Policía Nacional y de la Local. Fue una patrulla de la Policía Municipal la primera en llegar al lugar y detener al presunto agresor en plena calle.

Tras matar a su mujer, Luis Morán Castro dejó en el salón de la vivienda la escopeta que desde hace años usaba para cazar y que tenía legalizada. El agresor cerró la puerta de su vivienda, pasó sobre el cadáver de la mujer que permanecía tendido en el rellano de la escalera y bajó desde el segundo piso a la calle para alejarse del lugar del crimen.

«¡Eh, jefe, no se marche, que ya viene la Policía!», le gritó un joven al ver que salía del portal con la ropa ensangrentada. No hizo caso y siguió su camino abrochándose la cazadora. Se cruzó con una mujer joven que lo saludó amablemente sin saber lo que acababa de ocurrir, relataba ayer Elda Lago, madre de esa joven. Para ella, Luis era el tierno abuelo que llevaba a un colegio de la zona a la pequeña amiga de su hijo. Una imagen que cambió cuando un agente lo detuvo, después de que los vecinos le indicaran su aspecto sospechoso. Otro policía se dirigió al edificio para comprobar que ya no se podía hacer nada por la víctima.

No se conocen desavenencias anteriores en el matrimonio. La Policía no había recibido ninguna denuncia de la mujer por malos tratos. No está claro qué pudo haber desencadenado el impulso criminal de Luis Morán, antiguo trabajador de Cerámicas Piti y de una panificadora de Tremañes, que se había jubilado recientemente. El presunto homicida dijo de la víctima que «se gastaba todas las perras», le oyeron comentar vecinos, poco después de la detención. Otros consideran inexplicable el suceso y hablan de enajenación. Según parece, el jubilado sufría depresión. El crimen tuvo lugar cuando la mujer se preparaba para acudir a su trabajo como limpiadora.

Algunos familiares llegaron al lugar poco después del crimen: los primeros fueron la hija; la nuera, que está embarazada, y un hermano del supuesto agresor y cuñado de la víctima. Los tres permanecieron como una piña hasta que el personal de la funeraria se llevó el cadáver, hacia las diez y media. La mujer ya no llegará a conocer a la que sería su segunda nieta. Una desavenencia absurda con su marido se la llevó por delante. La familia llorará hoy la pérdida de Isabel González Pereira en un acto de celebración de la palabra en el tanatorio de Cabueñes, a las seis de la tarde. No estará Luis Morán, que de los calabozos de Comisaría pasará a los de los juzgados, camino de la prisión de Villabona.