Poncebos (Cabrales),

Emilio G. CEA

Suspendido en el aire, por entero quieto salvo las aspas, y apenas a unos centímetros de los murallones que conforman el desfiladero del Cares, la «Garganta Divina», un helicóptero dejaba con extremo cuidado materiales de obra junto al argayo que, desde mediados del pasado mes de abril, mantiene cortada (que no cerrada) la senda más recorrida de España, la que lleva el mismo nombre que el río y la quebrada por la que avanza y que une Poncebos, en Cabrales, y Caín, en León, en el parque nacional de los Picos de Europa. Lo grandioso del lugar y las llamativas maniobras del aparato ofrecieron un espectáculo tremendamente plástico.

Cinco minutos después de las diez de la mañana, el helicóptero, alquilado por Tragsa a la empresa canguesa Heliworks, sobrevolaba Culiembro, muy cerca del límite con León, para dejar en tierra a cuatro de los cinco obreros de Tragsa encargados de reparar el argayo de la ruta del Cares. Era el primero de los cinco viajes que el helicóptero realizaría en menos de una hora entre La Llomba, en el camino de Belbín (Onís) y Culiembro.

Sacos de hormigón, un generador, compresores de aire, material de perfilería metálica para andamiajes, tablones de madera, martillos neumáticos y combustible fueron los materiales que el helicóptero dejó con extremo cuidado a escasos metros de argayo. Las obras de reparación, que incluirán la construcción de una pasarela de más de veinte metros de longitud, comenzaban de este modo a tomar forma. Hasta ayer, los materiales con los que los obreros estaban realizando los trabajos previos a pie de argayo habían sido subidos a bordo de quads por los canales de agua de la central de Poncebos, ahora vacíos a causa del desprendimiento, en un recorrido que comienza en Camarmeña y que completaban en aproximadamente 40 minutos.

El mercurio de los termómetros subió ayer mucho: «Hoy es el día más caluroso desde que comenzamos a trabajar aquí, otros días funcionaba el aire acondicionado natural, pero hoy pega un viento del Sur tremendo», comentaba uno de los trabajadores. Antonio Ros, jefe de obra de Tragsa, empresa pública encargada de la reparación del argayo, explicaba que los primeros trabajos para solucionar el corte en la senda han consistido en el saneamiento de la roca: «La roca está en buen estado, compacta y firme, lo hemos comprobado realizando varias perforaciones», aseguró. Una vez que el saneamiento o «limpieza» esté concluida se procederá a la reparación definitiva del argayo, que consistirá en la colocación de una estructura metálica sencilla anclada a la pared en una línea de estructura quebrada. La pasarela tendrá una anchura de 2,5 metros y tendrá una longitud aproximada de 23 metros. «Será algo ligero y poco llamativo, con una barandilla exterior que será la única existente en toda la ruta del Cares», aseguró Ros. De momento, según apuntó el jefe de obra de Tragsa, no se ha decidido si los materiales destinados a la construcción de la pasarela se subirán con el helicóptero o por medio de caballería.

La colocación de la pasarela propiamente dicha comenzará dentro de dos semanas y hará necesario crear una estructura complementaria auxiliar, que tendrá como objeto mejorar las condiciones de seguridad de los trabajadores. La idea de los responsables del Parque es que la ruta del Cares esté completamente restablecida el 1 de julio.