Ocho personas resultaron heridas, una de ellas grave, tras ser atropelladas por un vehículo frente a un local de copas de la calle de la Moratina de Grado. El suceso se produjo minutos antes de las dos de la madrugada del domingo en una de las zonas más concurridas por los jóvenes y mientras muchos de ellos disfrutaban de sus bebidas y fumaban a las puertas de un conocido bar. Algunos, incluso, jalearon al joven cuando subía la calle para que fuera más rápido. «Después vimos el coche bajar a una gran velocidad, haciendo cosas extrañas, parecía como si hubiera perdido el control», señalaba ayer Tomás Cañedo, uno de los heridos leves. Entre los atropellados había, incluso, algunos amigos del propio conductor. El autor del atropello, un joven de 18 años que responde a las iniciales A. G., y que hacía sólo unos meses que había sacado el carné de conducir, fue sometido a la prueba de alcoholemia inmediatamente después del suceso, según señalaron fuentes de la Guardia Civil. El resultado fue negativo, dio 0,0 en la prueba. De hecho, muchos de sus conocidos reconocían ayer que «no solía beber nunca».

Según relató la Guardia Civil, al conductor se le tomó declaración tras el suceso y fue trasladado a su domicilio, donde permaneció toda la jornada de ayer. «Está muy nervioso», señalaba ayer a través del telefonillo una de las vecinas del edificio donde reside. De los ocho heridos, uno de ellos, Laura González, permanecía ayer ingresada en el hospital en estado grave, después de que a consecuencia del impacto del vehículo se rompiera el omoplato, la clavícula y una vértebra.

La Benemérita abrirá una investigación para tratar de conocer cuáles fueron las causas exactas que llevaron al moscón a atropellar a ocho personas. «Cuando se determinen las causas se tomará una decisión sobre qué hacer con él», destacaron fuentes de la Guardia Civil. El suceso guarda ciertas similitudes con el atropello múltiple que se produjo en la calle Mon de Oviedo, una de las principales zonas de copas de la ciudad, el 9 de noviembre de 2002 a altas horas de la madrugada y en el que resultaron heridas más de treinta personas.

En Grado, según la versión de varios de los testigos y algunos de los heridos, A. G., que conducía un coche Citroën Saxo azul, subió por la calle de la Moratina, en dirección al ambulatorio, a una gran velocidad, lo que provocó que algunos de los jóvenes que estaban en la acera le jalearan para que fuera más deprisa. Al final de la travesía el moscón dio media vuelta por la misma calle y, según los testigos, incrementó notablemente la velocidad del vehículo hasta montarse sobre la acera y arrollar a ocho personas.

Unos metros antes del atropello el conductor perdió el control del vehículo. Muchos de los testigos especulaban con que hubiera podido sufrir un fallo en los frenos. «Bajaba desbocado», repetía continuamente Tomás Cañedo en las inmediaciones del lugar donde se había producido el atropello y aún visiblemente nervioso. «Yo afortunadamente no sufrí muchos daños, salvo una herida en la planta del pie, pero fue porque conseguí saltar antes de que el coche me arrollara».

La rápida intervención de la Guardia Civil, que movilizó a seis coches patrulla frente al lugar de los hechos, evitó que el suceso fuera a mayores, ya que tras el atropello muchos de los jóvenes que se encontraban en los alrededores fueron a increpar al conductor recriminándole la excesiva velocidad a la que circulaba y pidiéndole explicaciones. «Cuando salió del vehículo se le veía muy afectado», señala uno de los testigos que prefiere no revelar su identidad. «Tenía una cara que parecía que se quería morir».

La peor parada del suceso fue la joven Laura González, de 25 años y vecina del concejo de Candamo, que se encontraba junto a su novio, Daniel Aparicio, frente a la puerta del bar cuando el coche la arrolló desplazándola varios metros. El resultado del choque fueron varios traumatismos en las piernas y el omoplato, la clavícula y una vértebra rotas. La candamina, según señalaron sus familiares, se encontraba a última hora de la tarde de ayer ingresada en el Hospital Central de Asturias «entubada y recibiendo oxígeno». El pronóstico de la joven, según señalaron fuentes de los servicios sanitarios, era «grave».

«Me salvó que vi cómo subía la calle haciendo como rally, le seguí con la mirada y cuando vi que comenzaba a bajar, empecé a gritar: "¡Cuidado, cuidado!" y el coche me pasó rozando». Así lo señalaba ayer Daniel Aparicio, el novio de la herida de más gravedad en el atropello producido en la calle de la Moratina de Grado. Con el rostro visiblemente preocupado por el estado de salud de su pareja, relataba que los segundos previos al suceso se vivieron con una «enorme tensión». Muchos evitaron ser arrollados por el vehículo saltando hacia la calzada o entrando en el interior del bar antes de que éste llegara a invadir la acera donde había un nutrido grupo de jóvenes.

«El ruido fue enorme, yo estaba en casa y sentí un fuerte golpe, me asomé a la ventana y vi lo sucedido», señala Avelino Ávila, vecino de la calle de la Moratina. «Lo primero que pensé fue en mi hijo, que muchas veces suele salir por esta zona, pero hoy afortunadamente no estaba por aquí».

El trayecto que recorrió el joven moscón por la calle de la Moratina fue de apenas trescientos metros aunque, según los testigos, para lo corta que es la calle, el coche llegó a alcanzar una enorme velocidad. En su declaración ante la Guardia Civil, según ha podido saber este diario, A. G. alegó que le habían fallado los frenos del coche. Desde la Benemérita se apunta que ahora la declaración de los testigos y los heridos será clave para esclarecer lo ocurrido.

Los ocho heridos con los que se saldó el atropello múltiple, según puntualizó la Guardia Civil, tenían entre 24 y 41 años.

Tomás Cañedo señalaba frente a algunos de los cristales rotos del vehículo que ayer por la mañana aún quedaban sobre la calzada: «Pudo ser muy gorda». Y añadía: «Al final para muchos esto se quedó en un susto, pero si no hubiéramos estado atentos, podría haber sido muy grave».