El descubrimiento de la «Ifigenia» de Jovellanos en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla hace sonar de nuevo el apellido Cónsul, que era el del monje benedictino Braulio Cónsul Jove, nacido en Vega de Poja (Siero), por ser quien trasladó a La Rioja los manuscritos jovellanistas, junto con otros papeles. A la espera de que el año que viene, con motivo de las conmemoraciones de la Guerra de la Independencia, se recuerde como merece al artillero Juan Nepomuceno Cónsul y Villar, vamos a recordar brevemente al maestro de capilla Juan Bros, emparentado por casamiento con la familia Cónsul, que era de origen francés, con raíces en el obispado de Turín y establecida en Asturias desde 1714.

Juan Bros fue una figura importante de la música catedralicia del siglo XIX no sólo como maestro de capilla, sino también como compositor. Hombre de gran actividad tanto en las catedrales de León como de Oviedo, su biógrafo, Guy Bourlingueux, señala que «hasta se ha llegado a pretender que no permitía que se interpretasen en la catedral ovetense obras que no fuesen suyas».

Bros había nacido en Tortosa (Tarragona) en el año 1776. Pertenecía a familia modesta, y sus primeros estudios musicales los hizo como niño de coro de la catedral de Tortosa, en la que había sido bautizado. Más tarde se trasladó a Barcelona, donde fue discípulo de Francisco Queralt, maestro de capilla catedralicio. Muy joven aún, obtiene por oposición el puesto de segundo maestro de capilla de la basílica parroquial de Santa María del Mar, en Barcelona. Allí inicia también sus actividades como compositor, conservándose un motete fechado en 1787. En 1806 obtiene, previa oposición, la plaza de maestro de capilla de la catedral de León. Los canónigos le asignaron una renta de mil quinientos reales y el permiso para usar la capa de coro, que le correspondía por su condición de maestro de capilla. A pesar de todo ello, permaneció poco tiempo en León, pues habiendo quedado vacante el magisterio de capilla de la catedral de Málaga Bros opositó a él y, pese a tratarse de unas oposiciones reñidas, las ganó. Por aquellos días ofreció sus servicios a la iglesia primada de Lima, en Perú, y después de tantos trabajos y de ganar la difícil oposición de Málaga, decide sorprendentemente regresar a León, lo que lleva a Bourlingueux a preguntarse: «¿Acaso era Bros un hombre inconstante, veleidoso? ¿Cómo explicar tantos titubeos y vacilaciones?».

De la vocación sacerdotal le apartó de manera definitiva su matrimonio con la asturiana María Dolores Cónsul Villar, de Vega de Poja (Siero), hija de Juan Nepomuceno Cónsul Jove, individuo de la Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias. En 1815 hace movimientos para su traslado como maestro de capilla a la catedral de Oviedo, pero al cabo renuncia, como había hecho en Málaga. Durante el Trienio Constitucional, fue dos veces regidor del Ayuntamiento de León y se le encargaron misiones de confianza, lo que condujo a su destitución como maestro de capilla en 1823. Tal vez por este motivo, y por ser asturiana su esposa, se establece en Oviedo, aunque no es nombrado maestro de capilla de la Catedral hasta 1834. Y ejerciendo el cargo, fallece el 12 de marzo de 1852. Según Emilio Casares, «la estancia de Bros en Oviedo coincidió con el inicio de la decadencia de la música catedralicia debido a la desamortización de Mendizábal; pero, gracias a su fuerte personalidad, esta decadencia pudo ser evitada durante su magisterio». Como compositor, se le deben el poema sinfónico «El juicio universal», varios misereres, lamentaciones, misas, salmos, un oficio de difuntos y un «Te Deum». Por desgracia, su obra musical no se conserva en Oviedo.