El científico asturiano Pablo Alonso González ha participado en una investigación de repercusión internacional sobre nuevas vías de control de la luz a escala nanométrica -un nanómetro es una millonésima parte de un milímetro- con aplicaciones en el campo de la medicina, el internet y el medio ambiente. Se trata del cristal fotónico -permite dirigir, moldear y controlar los caminos de la luz- más pequeño fabricado hasta la fecha: es unas 10.000 veces menor que el convencional. Además, según el estudio, publicado en la revista Nature Communications, opera en "un régimen sin precedentes". En concreto, en el infrarrojo, y consiste en una lámina delgada -38 nanómetros, o lo que es lo mismo 0.000038 milímetros- de un material 2D, perforada por agujeros que forman un patrón periódico.

Aparte del moscón Pablo Alonso, miembro del grupo de Nano-óptica Cuántica del Departamento de Física de la Universidad de Oviedo, el trabajo lo firman investigadores del Donostia International Physics Center, del CIC nanoGUNE del Centro Universitario de la Defensa y del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón. En el estudio, los científicos explican la física que hay detrás de los cristales fotónicos. La clave de su grado de miniaturización la tiene, dicen, "un tipo de luz que no se esparce en todas las direcciones del espacio, como hace la de una bombilla, sino que ésta se encuentra ultra confinada en el material". Literalmente, añaden, "la luz fluye a través del cristal fotónico".

Los autores del trabajo también explican que la naturaleza curiosamente fabrica sus propios cristales fotónicos. Un ejemplo son "los colores vivos que observamos en las alas de algunas mariposas". "Los colores de un cristal fotónico son fruto de la geometría interna del cristal, de ahí que no se degraden con el paso del tiempo, a diferencia de lo que ocurre con los colorantes naturales", concluyen.