Entrevista |

De la casa de las Baragañas a los praos de Carvajal: así es el Avilés retratado por Manuel Gutiérrez Claverol

"A medida que fui fijándome en calles y en edificios, todo me pareció extraordinario, entrar en el casco histórico es como si te transportaras a la Edad Media"

Por la izquierda, Pepa Sanz, Manuel G. Claverl, Mariví Monteserín, Ana de la Calle y Gonzalo Martínez Peón.  | RICARDO SOLÍS

Por la izquierda, Pepa Sanz, Manuel G. Claverl, Mariví Monteserín, Ana de la Calle y Gonzalo Martínez Peón. | RICARDO SOLÍS / R. Solís

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El profesor jubilado de Geología Manuel Gutiérrez Claverol (Oviedo, 1942) presentó ayer en el palacio de Valdecarzana, en Avilés, su penúltimo libro: "Guía total turística y monumental de Avilés" (Nobel, 2023), la que cierra el triángulo urbano de Asturias. En el bautizo del libro participó Gonzalo Martínez Peón, director de LA NUEVA ESPAÑA, que valoró el libro de Claverol, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, como una "una guía perfecta para recorrer y conocer Avilés".

–Había escrito las guías de Oviedo y de Gijón, pero le faltaba Avilés.

–Efectivamente. Fue un reto para mí porque ya había escrito de Oviedo y de Gijón, pero me faltaba Avilés. De hecho, el resultado final ha sido muy satisfactorio. Porque, aunque conocía Avilés, era de dar una vuelta. Pero siempre me encantó. Ahora, con este proyecto encima de la mesa, ya lo vi de otra manera. Cuando pateé toda la villa de cabo a rabo me percaté de que, cuando entras en el casco histórico, por Galiana o Rivero, es como si cambiaras a la Edad Media. Me pareció un entorno extraordinario.

–¿Y con qué se queda de la ciudad?

–Normalmente, cuando iba por Avilés era para tomar una botella de sidra en los sitios clásicos de la ciudad, pero a medida que se desarrollaba el proyecto del libro, ya fui de otra manera: fui fijándome con detalle en los edificios, en las calles, en las fuentes, en las esculturas y, como le decía, me pareció todo extraordinario. Me da rabia de que Avilés realmente sea poco conocida en su propia región, además tiene una imagen de la época aquella de la contaminación.

–¿No nos hemos quitado ese sambenito de aquellos tiempos de la contaminación industrial?

–Esa nube ya no existe porque ahora vas por Avilés y es una delicia. Es otro mundo, eh. Otro mundo cambiado totalmente, con respecto al que había a mitad del siglo pasado.

–¿Para quién es esta guía? ¿Qué tipo de lector es el que usted busca?

–Ya me pasó con los libros de Oviedo y de Gijón. Lo que pretendo es hacer una descripción personal de la ciudad... A ver si me entiende, personal pero aportando toda la bibliografía que puedo porque cuando te metes en una historia como ésta hay que mirar de todo. Lo que me gusta es hacerlo en plan divulgativo para que la gente, incluso los propios nativos de Avilés, descubran cosas de su propia ciudad. Cosas que, aunque hayan pasado por tal edificio un millón de veces, no supieran hasta el momento. Pueden ser detalles en los que no te fijas porque tienes todo el entorno interiorizado. Eso mismo me pasó también con Oviedo. Nací en Oviedo y he vivido toda la vida en Oviedo, pues cuando estaba escribiendo su guía, descubrí la ciudad.

–¿Cambió el método de trabajo?

–No. El que seguí con Oviedo y Gijón fue el mismo que apliqué con Avilés: patear la zona, fijarme en todo... La cantidad de páginas que salió en la primera versión de la guía de Avilés fue interesante. La editorial me obligó a quitar páginas porque, si no, sería bastante más grande que la de Oviedo y La Coruña.

–Y si tiene que recomendar algo de Avilés a alguien de fuera, ¿por dónde se inclina?

–El nuevo visitante de Avilés tiene que pasear por el casco histórico, eso por descontado. Y ver las iglesias que hay en esa zona. Y luego recorrer Galiana y Rivero. Estos son los tres puntos claves para conocer Avilés. Y luego, claro, hay que dar una vuelta por el barrio Sabugo, que tiene un sabor muy especial.

La presentación del libro de Manuel Gutiérrez Claverol sirvió para reivindicar enclaves singulares de la ciudad. El palacio de Valdecarzana se recordó como la casa de las Baragañas por boca de la cronista oficial de la villa, Pepa Sanz, en la imagen, primera por izquierda, junto a Claverol, Mariví Monteserín, Ana de la Calle (Nobel) y Gonzalo Martínez Peón, director de LA NUEVA ESPAÑA, quien reivindicó la denominación de praos de Carvajal para la zona próxima a dónde hoy se asienta el estadio Suárez Puerta. |

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