La infancia de Noreña se vuelca con Benín

Unos 140 menores de entre 6 y 16 años colaboran en el mercadillo solidario para financiar la educación y cubrir las necesidades básicas de niños del país africano

Por la izquierda, Gabriela Teijeiro, Sara Fernández y Celia González, ayer, en el mercadillo.

Por la izquierda, Gabriela Teijeiro, Sara Fernández y Celia González, ayer, en el mercadillo. / L. R.

Lucía Rodríguez

Gabriela Teijeiro, Celia González y Sara Fernández son las tres niñas que este sábado por la mañana tomaron las riendas del mercadillo navideño, ubicado en la plaza Eulalia Rodríguez Bust de Noreña, que cada año organizan los niños de la catequesis de la parroquia de Santa María. "Es un rastrillo en el que ponemos a la venta cosas que la gente lleva a la iglesia o que traemos nosotros mismos de casa para recaudar dinero para unos niños que viven en Benín, en el norte de África, y que no tienen acceso a la educación o a cosas tan básicas como el agua o la higiene", explican las niñas.

Aunque son estas pequeñas las que dan la cara, unos 140 niños colaboran con los productos que se ponen a la venta. "Los de menor edad suelen hacer manualidades, los mayores donamos libros o juguetes que ya no usamos y los padres colaboran aportando galletas o bizcochos caseros", explican.

El mercadillo forma parte de uno de los proyectos de la Fundación Solidaridad con Benín, que nació en 2001 de la mano del sacerdote Pedro Tardón, apoyado por un grupo de voluntarios. Uno de ellos es Elisa Sanz, que hace solo unos meses asumió, además, el papel de secretaria de la fundación. "Hacemos muchas actividades para recaudar fondos, para darles una vida mejor, guiándonos un poco también por las necesidades que ellos nos solicitan", detalla Sanz. Así, se ha llegado a construir en el país africano varios pozos de agua potable, además de un centro de salud para que los menores tengan cubiertas, en la medida de lo posible, sus necesidades sanitarias. Pero no solo eso, Tardón explica que, además, "financiamos la educación de cuatro chicas universitarias". "Solo becamos a mujeres, porque allí su situación es de una vulnerabilidad inimaginable y resulta casi imposible que puedan estudiar", indica el sacerdote. Hasta ahora, han conseguido que se titulen oficialmente una enfermera y una comadrona. "Actualmente, tenemos estudiando en la Universidad a una economista, una profesora, una periodista deportiva y una pedagoga", relata Tardón.

Celia González asegura que "a todos los niños nos encanta colaborar con esta iniciativa, porque estamos ayudando a otros que no tienen las posibilidades que tenemos nosotros". "Antes de la pandemia éramos más, alrededor de 300 niños, y el mercadillo era más grande", asevera, antes de reconocer que el parón por el covid les obligó a empezar casi desde cero. "Nosotros seguimos trabajando, pero de otra manera, y este año quisimos resurgir de nuevo como en los viejos tiempos", dice Tardón. "Ojalá haya otro mercadillo en fin de curso, como hacíamos antes, para poder seguir colaborando", concluyen las niñas de Noreña.