A Vital Alvárez-Buylla y Lito Fernández Pello, que nos dejaron demasiado pronto

Se esperaba desde hacía tiempo, pero la noticia llegó por sorpresa el 14 de julio de 1979, por boca del director general de operaciones de Ensidesa Luis Lucía, cuando muchos vecinos disfrutaban de su descanso estival. La empresa ya tenía un plan para reestructurar la factoría de Mieres: en los próximos meses las baterías de cok serían clausuradas y, a cambio, se iba a inaugurar un taller de vagones y otro de reparación interna para el mantenimiento que sólo garantizaba 300 puestos de trabajo de los 750 que entonces aún se mantenían en el Caudal. Lógicamente tanto el comité de empresa como la asamblea de trabajadores se dispusieron a movilizarse contra la propuesta. El pueblo de Mieres, alarmado por su futuro, también empezó a organizar su resistencia al desmantelamiento y así el día 20 se constituía una comisión mixta integrada por un miembro de cada partido político presente en la Corporación municipal, dos representantes de los comités de empresa de Ensidesa y Hunosa y otros dos de cada central mayoritaria, CC OO. y UGT, que venía a sustituir a la Coordinadora Ciudadana que funcionaba desde hacía tiempo en previsión de acontecimientos. Ahora se buscaba la rapidez y la eficacia y, por ello, quedaban fuera otros grupos y asociaciones que podían hacerla muy numerosa, lo que motivó la protesta de USO, que entonces era un sindicato minoritario en Mieres. Tras la primera reunión comenzó un encierro de los 9 miembros del comité de empresa de Ensidesa-Mieres que aún no estaban de vacaciones y se tomó el acuerdo de llamar a los trabajadores a iniciar otro el día 23 y convocar una manifestación para el 24.

Por su parte, la Administración también decidió curarse en salud y, para evitar la extensión del conflicto a los mineros, el mismo día 20 el presidente del INI, José Miguel de La Rica, aseguraba ante el presidente del Consejo Regional de Asturias Rafael Fernández y el dirigente sindical José Ángel Fernández Villa que Hunosa no perdería ningún puesto de trabajo ni se cerraría un solo pozo, salvo aquellos en los que se agotasen los yacimientos y que eran ya conocidos de los trabajadores.

El día 21, durante la reunión de la comisión, el presidente del consejo de administración de Ensidesa, José Luis Baranda, prometía por teléfono al alcalde Vital Álvarez-Buylla aplazar tres meses el cierre de los hornos de cok y acudir el martes siguiente a Mieres, junto a otros directivos de la empresa, para informarle de los planes previstos. Conocida la promesa, todo se dispuso para que los visitantes conociesen la postura de los mierenses: se decidió continuar con el encierro hasta el momento del encuentro, convocar un pleno municipal extraordinario tras la reunión y una concentración vecinal para las 5 de la tarde en que estaba prevista la llegada de Baranda.

La villa se llenó de pancartas, entre ellas una de 14 metros frente a la Consistorial, y caravanas de coches con megafonía se desplazaron por los pueblos del concejo convocando a los vecinos. En medio de la movilización general el INI tuvo que desmentir la información dada por Manuel Fernández Pello, el más activo de los miembros del comité de empresa, en el sentido de que el tren de bandas en caliente se iba a instalar en Sagunto en vez de en Asturias.

Por fin llegó el martes y el comercio adelantó su cierre a las 5 para facilitar la asistencia a la concentración. Por su parte, el consejo de fábrica de Ensidesa se sumó al encierro del comité y en la factoría cada turno realizó un paro de dos horas. El Alcalde tuvo que desmentir previamente con un comunicado de prensa que Baranda hubiese condicionado su presencia en Mieres a la inasistencia de Fernández Pello y la prensa, pero aún así no se evitó que éste adelantase la reunión a las 2 para evitar encontrarse con las 8.000 personas que le esperaban frente al Ayuntamiento. La reunión fue decepcionante, el directivo reiteró los planes de la empresa y habló vagamente de las intenciones de Ensidesa para reactivar la inversión privada. Álvarez-Buylla, por su parte, hizo un repaso al desmantelamiento paulatino que venía sufriendo la comarca desde 1965, de las falsas promesas de los ministros franquistas López Rodó y López Bravo y de otros personajes que pasaron por aquí, como Agustín Rodríguez Sahagún, que entonces era ministro de Defensa, asegurando que nunca se trasladaría la factoría o se suprimirían puestos de trabajo y concluyó advirtiendo que «seremos intransigentes y hasta beligerantes».

Los líderes sindicales locales también intervinieron contra la opinión de Baranda y entre los representantes de los partidos políticos destacó Miguel Rodríguez Muñoz del MCA, asegurando que se iban a defender los puestos de trabajo con uñas y dientes, pero el más claro fue una vez más Fernández Pello calificando al problema de marcadamente político para afirmar que esta ocasión era si no la última, la penúltima que tenía Mieres para renacer y reivindicó la urbanización de los terrenos propiedad de Ensidesa para crear nuevas industrias y que su red comercial se pusiera al servicio de las empresas con disposición para invertir en la zona. El jueves 26 hubo otro movimiento de altura con la marcha a Madrid de una comisión municipal integrada por el Alcalde y un representante por cada uno de los grupos municipales mientras los otros concejales iniciaban un nuevo encierro de apoyo al que no se sumó UCD, a pesar de que uno de su representes también viajó hasta la capital. Allí se entrevistaron con el ministro de Trabajo, Rafael Calvo Ortega, y con el presidente del INI y retornaron con buenas impresiones y con la promesa de que hasta noviembre no habría ningún movimiento de trabajadores y que el tren de chapa seguiría activo hasta 1981.

Entretanto, en Mieres se sucedían las muestras de solidaridad. En el Ayuntamiento se recibían telegramas de solidaridad de otras provincias y de los líderes de los sindicatos, de la izquierda española y visitas de otros regidores asturianos como los de Avilés, Langreo, Lena, San Martín del Rey Aurelio, Morcín y Siero que se desplazaron para mostrar también su apoyo. Incluso el Alcalde gijonés, José Manuel Palacio, llegó con 4 de sus concejales para sumarse al encierro por una noche. Pero el menos optimista fue de nuevo Manuel Fernández Pello, quien calificó su entrevista con el subsecretario de Industria de protocolaria, fría y sin novedades con respecto a lo expuesto por Baranda. Y tenía razón: el 31 de julio los representantes del INI José María Lucia y Manuel Álvarez daban marcha atrás desmintiendo lo referente al tren de chapa y la fecha del 1 de noviembre como punto de partida para hacer ningún cambio, y afirmaban la intención de la empresa de trasladar a Avilés a 720 trabajadores y establecer en Mieres otros 300 puestos, promovidos por Ensidesa pero que ni siquiera iban a depender de la empresa sino de la iniciativa privada.

La batalla por la reactivación de Mieres estaba perdida. Vital Álvarez-Buylla afirmaba descorazonado: «en Madrid se nos dijo una cosa, ahora se me dice otra y al comité de empresa le han dado otra». Por su parte, Manuel Fernández Pello redactaba el comunicado que iba a firmar el comité de empresa acusando al Ministerio de Industria de ser «el mayor responsable del atropello que se ha cometido con los trabajadores de la factoría y del pueblo de Mieres porque, además de que nunca se han preocupado de estudiar seriamente la instalación de nuevas industrias auxiliares, ahora se empieza a consumar como sea el cierre definitivo de la factoría, aunque sea utilizando la maledicencia y la mentira y dejando al voluntarismo de la iniciativa privada una tarea que es responsabilidad fundamental de la empresa pública Ensidesa».

El final de esta historia lo conocen ustedes de sobra y hoy no da tiempo para más. Vital Álvarez-Buylla llegó a decir en aquella ocasión: «O la nota está mal redactada o el subsecretario es un cínico». Ahora, 30 años más tarde, sabemos que la nota no estaba mal redactada y aún pagamos el cinismo del personaje. Qué menos que poner las cosas en su sitio.

Les prometo que otro día volveré para recordarles aquellas imágenes que todos guardamos en nuestra memoria como la de Lito «Yubana» intentando detener lo irremediable con su protesta en solitario o la de la gran manifestación en la que participamos todos los mierenses de entonces con un nudo en la garganta. En fin, son nuestras cosas.