Alfonso Zapico cierra su tetralogía de "La Balada del Norte": "La minería nos hizo ver el mundo de otra manera; aquí no se deja a nadie atrás"

El ilustrador presentó en Mieres el cuarto tomo de la obra, en un multitudinario encuentro con más de dos horas de firma de ejemplares

El ilustrador Alfonso Zapico dedica sus libros con dibujos únicos: "Es una maravilla"

Cuando el talento y el amor por lo que haces se juntan, el resultado es maravilloso. Es lo que pasa con el ilustrador Alfonso Zapico (Blimea, 1981), colaborador de LA NUEVA ESPAÑA. Diez años y más de mil páginas después del inicio de "La Balada del Norte", el historietista ha presentado en Mieres el cuarto tomo de la colección: el cierre de esta tetralogía, ambientada en la Revolución del 34. El acto tuvo lugar en la librería-café La Llocura. El periodista Javier Cuervo, redactor jefe de LA NUEVA ESPAÑA, y la periodista Aitana Castaño presentaron el encuentro. Fue multitudinario y terminó con cerca de dos horas de firma de ejemplares. Zapico los dedicó todos con cariño. Hizo gala de una de sus afirmaciones: "La minería del carbón nos hizo ver el mundo de otra manera; en las Cuencas no se deja a nadie atrás".

"Piensen en dónde estaban hace diez años, en todo lo que ha pasado desde entonces", ha reflexionado Cuervo en el inicio de la presentación. Hace una década que Alfonso Zapico se imaginó "La Balada del Norte". Desde entonces, ha apuntado el periodista, el dibujante ha evolucionado. Cuervo se confesó fiel lector de tebeos, cómics, novelas gráficas -"en los últimos cincuenta años, les han cambiado el nombre", bromeó- y afirma que "pocas obras he leído como 'La Balada del Norte'". "En estos años no ha perdido el hilo ni el nervio", ha añadido.

De derecha a izquierda, Javier Cuervo, Alfonso Zapico y Aitana Castaño. | C. M. B.

De derecha a izquierda, Javier Cuervo, Alfonso Zapico y Aitana Castaño. | C. M. B.

Una historia que hace de lo local global, lo que tan bien se le da a Zapico. Aitana Castaño, que ha publicado cuatro libros con el dibujante, recordó que tuvieron algún problema para encontrar editorial para su primer obra a cuatro manos ("Los niños de humo"). Les decían, apuntó Castaño, que era "muy local". Entonces, rio la periodista, Zapico se enfadaba: "Chéjov escribía de su zapatero", clamaba.

Reconoce Zapico que no siempre pensó así. Cuando era un chavalín que vivía en Blimea, explicó, pensaba que las historias de su tierra no podían interesarle a nadie: "Pensaba que a la gente no le podía gustar, que no estaba de moda; ciertos complejos relacionados con el sitio en el que me había criado". Fue cuando se trasladó a Francia cuando entendió que lo que él había vivido era distinto a lo que otros vivían, que valía mucho la pena contarlo. "Descubrí que las Cuencas me habían dado muchas cosas que yo llevaba encima", señaló.

La conciencia de clase, lo colectivo. "No dejamos a nadie atrás, no se juzga a nadie desde la posiciones tan duras que se toman en otros lugares", ha señalado el historietista. Y ha añadido que "en las Cuencas hemos tragado tanto, dentro y fuera de la mina, que tenemos más facilidad para meternos en los zapatos de otros".

Ejemplares

En los zapatos de los personajes de "La Balada del Norte" se ha metido en los últimos diez años. Los tres primeros tomos de la obra suman más de 42.000 ejemplares vendidos. Ha hecho posible lo que parecía casi imposible; narrar una historia ya contada como si fuera la primera vez. Y lo ha conseguido, ha explicado, encajando la memoria de muchos vecinos de las Cuencas. "Hay anécdotas y diálogos reales que he recogido a través de testimonios", destacó. La Historia que no cuentan los libros de texto.

Quizás sea ese uno de los secretos del éxito de "La Balada del Norte", pero seguro que no es el único. Más allá del talento como ilustrador, obvio, está la entrega y el cariño por lo que hace. Cada una de las personas que esperaron por su dedicatoria volvieron a casa con algo más que una firma: hizo en cada libro un dibujo.

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