Orlé, un pueblo roto por la pérdida de Luis Alberto Diego: "Tenemos que intentar recuperar la esperanza"
El párroco del Alto Nalón, Marcos Argüelles, apoyó a familiares y amigos en la despedida del vecino del pueblo, fallecido en un accidente de quad el domingo
Poco se puede decir a una madre que ha perdido a un hijo. A la mujer que se despierta sin su compañero de vida. A los hijos que ya no abrazarán a su padre. Pero el párroco del Alto Nalón, Marcos Argüelles, buscó unas palabras de alivio para el funeral de Luis Alberto Diego Lago -fallecido el domingo en accidente de quad-. "Tenemos que intentar recuperar la esperanza", señaló en su homilía, en una abarrotada iglesia de Orlé (Caso). Era el pueblo natural de Luis Alberto, aunque él vivía desde hace años en El Condao (Laviana).
El accidente de Luis Alberto Diego Lago conmocionó a los vecinos de la localidad casina. El hombre estaba el domingo a la "yerba" con su familia, cuando tuvo que dejar el "prau" para ir a buscar unas herramientas que hacían falta. Tardaba tanto en volver que un familiar fue a buscarlo. Lo encontró a la orilla de la pista forestal, ya sin vida, tras sufrir el accidente con el quad. Su hermano, Ignacio Diego, falleció en 2017 en un suceso muy parecido (sufrió un accidente mortal cuando conducía un tractor).
"No entendemos que la tragedia se ensañe así con esta familia. Son gente buena; más trabajador y bueno que Luis Alberto no lo había", afirmaron el lunes los vecinos a este diario. "Los acompañamos en su dolor", añadieron. Y lo hicieron: media hora antes del funeral, el entorno de la iglesia estaba ya lleno. No había sitio en el pueblo para un coche más.
Esperaron en silencio a que el reloj marcara la una. Un estruendo callado que solo rompía el sentir de los familiares más cercanos. Luis Alberto deja mujer y dos hijos. Vecinos y amigos los arroparon a la puerta de la iglesia de San Bartolomé, los acompañaron hasta el interior del templo tras el féretro. Muchos tuvieron que quedarse fuera, por la falta de espacio. Tampoco cabían todas las flores, que se reposaron respetuosamente en los muros del soportal.
El párroco ofreció una homilía cercana, sentida y breve. "Necesitamos una palabra de ánimo, de aliento", comenzó el sacerdote. "La muerte es dura -continuó-, tenemos que recuperar la esperanza; no tengáis miedo. Hoy despedimos a Luis Alberto y le pedimos que intervenga por nosotros". "No se trata de un adiós, es un hasta luego".
Una despedida que duele. A su familia, que sobrevive otra vez a la tragedia. A sus amigos, que sienten un pilar derribado. A sus compañeros, en una céntrica panadería de Pola de Laviana, que aún no se lo creen. Hace una semana, empezó sus vacaciones de verano. Hoy, se despidió para siempre de la tierra.
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