La "llena de San Miguel", la gran riada que cambió el Nalón

Tal día como hoy de 1676, la inundación acabó con la vida de decenas de personas en El Entrego y modificó el curso del río

David Orihuela

David Orihuela

"Es difícil encontrar documentos o registros oficiales". Lo afirma Leopoldo Tolivar, investigador y catedrático de Derecho Administrativo. Lo dice en referencia a la conocida como "llena de San Miguel", ocurrida tal día como hoy en 1676, una crecida del Nalón y la consecuente riada que acabó con la vida de decenas de personas y cuyas señas son visibles aún hoy. Esa noche cambió el curso del río, que dejó de pasar bajo el puente medieval de San Pelayo, en Olloniego (Oviedo), ahora conjunto histórico con área recreativa.

Tolivar explica que las fuertes lluvias de aquella tarde y noche "ocasionaron una enorme subida del Nalón, que se desbordó y borró del mapa el pueblo de Linares del Nalón (donde hoy se levanta El Entrego)". "La crecida del río pilló a los vecinos durmiendo", apunta el investigador. Uno de esos vecinos –quizás ahí esté la causa del porqué no hay documentos o registros oficiales– era el escribano Bernardo de la Buelga. Falleció ahogado, tal vez intentando rescatar de las aguas todos sus documentos, algo que no logró. Junto a él consta que fallecieron otras 22 personas, aunque a buen seguro pudieron ser más.

La gravedad fue tal que, en noviembre de ese mismo año, el marqués de Valdecarzana pidió desde Oviedo el amparo y la ayuda del rey Carlos II. "Nunca contestó", apunta Tolivar.

Cuando trabajaba en su discurso de ingreso en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), en el que hablaba de los problemas hidráulicos en la historia de Asturias, Tolivar consultó esas actas de la Junta General del Principado de 1676 en las que se pide ayuda al entonces monarca. "La Junta pasó siglos pidiendo al Rey auxilios para los puentes destrozados y las comunicaciones cortadas", relata el catedrático. Y considera que "debería investigarse el recorrido de la petición". Para Tolivar, "los desbordamientos de los ríos y la destrucción de puentes no eran hechos aislados, sino algo muy frecuente en las edades Media y Moderna y es algo muy importante y muy a tener en cuenta en la incomunicación orográfica de Asturias". Posiblemente, prosigue, esos desbordamientos como el de la noche de San Miguel de hace 347 años, "incidió en los aislamientos y las diferencias de rasgos culturales y hasta lingüísticos".

Lo poco que se ha investigado es de forma tangencial, aunque bien documentada. Lo hace el arquitecto Juan Gómez y G. de la Buelga en su obra "Los Hidalgos langreanos. Historia de la Casa de la Buelga", en la que traza la historia de dinastía familiar. De la Buelga se remonta a la historia de Pedro García de la Buelga, "El Viejo", fallecido en 1596. A partir de ahí narra las vicisitudes de una gran familia y entre ellas está la desgracia de la noche de San Miguel.

El "aldabonazo del río bravo"

"Aquel río bravo dio el gran aldabonazo el día de San Miguel de septiembre del año 1676", escribe el autor, que detalla que "la muerte de Bernardo se produjo de forma trágica. La gran crecida le sorprendió de noche, probablemente tras horas y horas de caer la lluvia torrencialmente, y nada pudieron hacer para evitar el desastre. Hay que suponer que el escribano trataría desesperadamente de salvar a los suyos y también su archivo que guardaba los papeles de tantos años de trabajo de su padre y de sí mismo. Y tal vez moriría precisamente en ese empeño imposible. Aquel día trágico aún no contaba don Bernardo con cincuenta años de edad. Su hijo mayor, Antonio de La Buelga, era todavía muy joven y tenía reciente su matrimonio con su prima María de La Buelga y Solís".

La riada de tal día como hoy en el último cuarto del siglo XVII no fue la primera ni la última que arrasó la zona. El historiador Francisco Trinidad explica que lo que hoy es en parque de La Laguna, centro neurálgico de El Entrego, "se llama así precisamente por eso, porque el río hacía una curva y con las crecidas el terreno quedaba completamente inundando, convertido en una laguna". El río fue encauzado y ya no queda nada de aquello, salvo el nombre.

La vega de Linares

En "Los Hidalgos langreanos" se aporta documentación sobre esas crecidas. El linaje de la Casa de la Buelga se había extendido por todo el valle del Nalón, desde Ciaño a Laviana pasando por Linares. "La vega de Linares, como todas las zonas llanas del Nalón, no era ni mucho menos un lugar seguro, como se demostraría trágicamente años después (la noche de San Miguel de 1676). Y las descripciones nos situaban la Casa de Los Buelgas muy próxima a la desembocadura del río que llamaban de Somero (hoy río San Silvestre), y las crecidas tenían necesariamente que inundar aquellas tierras bajas", explica el autor, que añade: "En el inventario de los bienes raíces de don Bernardo de La Buelga figuran unas ruinas de un edificio que se llevó al Nalón. Y sólo unos pocos años atrás tenemos referencias de que don Gabriel de La Buelga tuvo que hacer a sus expensas y para uno de sus foreros una Casa en la vega de El Entrego que también había sido destruida por las aguas. Por último, en un do cumento de 1691, en ocasión del reparto de los bienes pertenecientes a don Antonio de La Buelga Ciaño, de la Casa de La Ceposa, se habla de Los sotos que llamaban de Fernán Villar de entre los ríos y los tres días de bueyes de heredad que llaman de La Lloseta que estos dichos sotos al presente están en Llera por haberlos inundado y llevado las avenidas de San Miguel".

Muerto Bernardo de la Buelga, hijo de Alfonso y nieto de Pedro García de La Buelga, "El Viejo", la familia se trasladó "a un lugar llamado Peña Tejera, en la parroquia de San Martín del Rey Aurelio, muy en alto en el monte frente al Nalón y dominando el valle. Sin duda eligieron un lugar completamente opuesto al de la vega de Linares, donde estar al cubierto de las malas pasadas de las inundaciones". Queda "la llena de San Miguel" como historia hidráulica de Asturias y un puente sin río, el de Olloniego, como recuerdo vivo.

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