Una langreana comparte sus claves para conciliar: es educadora en una escuela infantil, madre de mellizos y estudiante universitaria

Dormir pocas horas, los campamentos de verano, las extraescolares y el apoyo de sus padres y amigos, los "trucos" de Vanesa García

Vanesa García, con sus hijos Erik y Janis.

Vanesa García, con sus hijos Erik y Janis. / L. M. D.

Miguel Á. Gutiérrez

Conciliar suele ser complejo para cualquier padre o madre. En el caso de la langreana Vanesa García resulta heroico, casi milagroso. Esta semana obtuvo uno de los premios al estudio del Ayuntamiento de Langreo tras sacarse el curso pasado el grado de maestra de Educación Infantil por la Universidad de Oviedo, compaginando sus estudios con la crianza en solitario de sus dos mellizos de nueve años y su trabajo en una escuela infantil. Dormir pocas horas, las clases extraescolares, el apoyo de sus padres y de su amiga Sandra y la devoción absoluta por los libros de texto –«el motor de mi vida junto a mis hijos Erik y Janis»– son las claves que explican cómo ha podido lograrlo. 

Un día normal en la vida de esta langreana, que vive en una casa del pueblo de Omedines, comienza bien temprano. Tras llevar a sus hijos al colegio, se dirige a su trabajo en la escuela infantil de Sotrondio, donde lleva 16 años como educadora. A las cuatro de la tarde acaba su jornada laboral y retoma la de madre. Recoge a sus hijos y los lleva a las clases extraescolares: «Podemos empezar a las 16.30 con inglés y acabar a las 20.00 con gimnasia de trampolín». 

Vanesa García, en su coche.

Vanesa García, en su coche. / L. M. D.

Las esperas las hace en el coche, que ha transformado en un centro de estudios. «Allí dentro no falta el ordenador portátil, libretas y bolígrafos», explica. Cuando los turnos de las extraescolares de sus hijos no coinciden, aprovecha para hacer los deberes con alguno de ellos, también en el coche. De vuelta a casa toca baño, completar los deberes, hacer la cena y preparar la ropa y el material escolar del día siguiente. Y los fines de semana cortar la hierba del prau de casa o reemplazar alguna teja. «Aquí hay que hacer de todo. Es lo que hay, vivo en una casa de un pueblo», relata García con humor.

La quietud de la noche suele ser buena aliada para estudiar. A veces más de lo que esta langreana quisiera. García padece insomnio y dedica las horas muertas en las que no puede conciliar el sueño a bucear entre sus apuntes: «Prefiero estar estudiando que en la cama dándole vueltas a la cabeza. Nunca he dormido mucho, pero desde hace un año las noches más benévolas apenas duermo tres horas». La cosa se agravó en abril, cuando ya casi no podía pegar ojo. Le diagnosticaron insomnio e hipertensión intracraneal, que «me daba muchos dolores de cabeza y muchos problemas de sueño». Se hizo «insostenible» y le dieron la baja laboral.

García, frente a la escuela infantil en la que trabaja.

García, frente a la escuela infantil en la que trabaja. / LNE

Fue ese momento cuando pensó en «tirar la toalla», pero «no lo hice gracias al apoyo incondicional de mi amiga Sandra García. Para mí es ‘Mega Sandra’, siempre tiró hacia adelante, ayudándome en todo». García está separada y «yo me ocupo de la crianza de los niños», salvo las horas que pasan los fines de semana con su expareja. Fue el apoyo de su amiga y de sus padres el que hizo que siguiera adelante porque acabó el grado con sobresalientes y varias matrículas de honor. 

Refugio

«Los estudios para mí siempre han sido mi refugio y mi válvula de escape. Yo hice técnico superior de FP de Educación Infantil y había hecho hasta cuatro de la carrera de Pedagogía, pero me quedé embarazada y con el Plan de Bolonia la asistencia era obligatoria, así que se me hizo imposible compatibilizarlo. Pero siempre se me quedó esa espinita», explica García. «Una profesora de Pedagogía, Henar Pérez; mi terapeuta Noelia Fernández; y la directora de la escuela infantil en la que trabajo, Beatriz González, fueron muy importantes para que retomara los estudios». Convalidó su formación previa con asignaturas de Magisterio y gracias a la evaluación diferenciada (que permite conmutar la asistencia a clase por trabajos y prácticas) pudo sacarse la carrera. 

Pero Vanesa García no piensa detenerse ahí. En la actualidad, una vez finalizado el grado, está cursando el máster en intervención e investigación educativa y no descarta proseguir con sus estudios el próximo curso. «Hago lo que me llena. Creo que uno debe luchar por hacer lo que le gusta».

Suscríbete para seguir leyendo