de lo nuestro Historias Heterodoxas

José Calleja, el sindicalista enfermo

Contemporáneo de Manuel Llaneza y respetado dirigente minero y del PSOE, acabó enfrentado al SOMA y murió de tuberculosis con 34 años

Ernesto Burgos

Ernesto Burgos

José Calleja murió el 18 de julio de 1928 en Fontún de la Tercia, un pueblecito inmediato a Villamanín, apenas tenía entonces 34 años y se lo llevó una tuberculosis. En la reseña que publicó dos días más tarde el diario "El Noroeste" se recogía un texto que él les había escrito desde su lecho: "he llegado aquí destruido. Me muero sin remedio", y fue así porque llevaba arrastrando aquella enfermedad desde hacía ocho años. La tisis aún era entonces una sentencia terrible: el mismo padecimiento que los investigadores médicos han detectado en los primeros pasos de la humanidad, el que fue bautizado como "el mal del siglo" en el XIX y que siguió diezmando a la juventud española en el XX.

Había que buscar el aire limpio como un bálsamo para los pulmones y por eso Calleja reclamó el oxígeno de la montaña leonesa, igual que hicieron tantos asturianos, entre ellos mi padre, en Pola de Gordón, antes de trasladarse a un hospital de la sierra de Guadarrama donde acabó falleciendo ya en 1962.

José Calleja Ordiz quiso volver a sus raíces –porque había nacido en Villamanín en 1894–, aunque su origen también se ha situado en otros lugares. Así Constantino Suárez "Españolito" lo incluyó en su "Índice bio-bibliográfico de escritores y artistas asturianos" al considerar que era allerano, seguramente porque vivió en Moreda, donde se hizo popular entre los obreros por su firmeza, ya que incluso cuando se sintió herido de muerte no dejó de pelear hasta donde se lo permitieron sus escasas fuerzas.

A la vez, en "El Noroeste", pero el día 21, un grupo de compañeros de Blimea encabezados por Críspulo Gutiérrez firmaron por su cuenta otro recuerdo lleno de elogios hacia él, justificándolo así: "A ello nos creemos obligados por ser oriundo de este pueblín tan querido compañero, por haber sido en este pueblo donde empezó con fe la defensa de sus ideales y también por sentir cual propia la desaparición de un camarada con cuya ideología estamos identificados".

Ciertamente, lo de menos es ubicar su cuna con exactitud porque lo conocieron bien tanto en Asturias como en León, pero sabemos que estuvo entre los pioneros del SOMA, trabajando por su implantación sobre todo en el difícil territorio del concejo de Aller en unos años duros donde menudearon los enfrentamientos con el sindicalismo católico fomentado desde el Coto del marqués de Comillas.

Desde muy joven ya destacó como propagandista incansable, animando la formación de agrupaciones locales y escribiendo impactantes artículos en la prensa obrera, lo que le llevó a prisión en tres ocasiones. La primera fue en 1916, cuando pasó seis meses en la cárcel Modelo de Madrid por un artículo publicado en "El Socialista"; la segunda en 1918 por otro escrito para el semanario de inclinación comunista "Nuestra Palabra" y la última, ya en 1921, también por otra colaboración en el mismo diario, que lo hizo volver a la Modelo otros seis meses.

Además, nunca dejó de ser perseguido por la Policía y visitó a menudo los cuartelillos de la Montaña Central por su participación directa en los conflictos de la época, sufriendo en varias ocasiones las torturas policiales. Esto le sucedió, por ejemplo, tras la huelga general de agosto en 1917, aunque en cuanto obtuvo la libertad, todavía maltrecho, se sumó a la campaña para conseguir el indulto del minero turonés José María Viñuela, que había sido condenado a muerte y acabó siendo amnistiado.

También lo encontramos en alguno de los acontecimientos más decisivos que tuvieron como escenario nuestros territorios en aquellos años. Uno de estos días señalados fue el de San Juan de 1919, cuando echó a andar en Turón su Agrupación Femenina Socialista con más de cien afiliadas; entonces se celebró allí un gran mitin al que acudió desde Madrid la histórica luchadora Virginia González, quien habló ante cinco mil personas, muchas de ellas mujeres venidas desde otras partes.

La misma Rosario Acuña rompió su retiro gijonés para poder conocer en persona a su compañera de ideas y en la tribuna las acompañaron Alfredo Varela por la Casa del Pueblo de Turón; Avelino Gutiérrez, de Mieres; Cesar González, de Figaredo; Ángel Delgado, de Sama, Wenceslao Carrillo, de Gijón y por supuesto José Calleja. Salvo Rosario Acuña, quien ya estaba alejada de la vida política, todos ellos, incluyendo a Virginia González, se sumaron poco después a la tendencia "tercerista" dentro del PSOE.

José Calleja fue un personaje clave en este severo conflicto que se vivió en el seno del socialismo español tras el llamamiento de la III Internacional a todos los trabajadores del mundo para que siguiesen el camino de la URSS y estuvo entre quienes aceptaron con entusiasmo la propuesta. Incluso la defendió en el XIV Congreso de la UGT y en el Congreso Extraordinario del PSOE, ambos celebrados en 1920.

Todavía en abril de aquel año, en medio de una huelga minera, compartió estrado con Manuel Llaneza en un mitin en Ujo, pocas horas antes de la jornada negra del domingo 11 en Moreda, cuando tras otra intervención del líder del SOMA se produjo un enfrentamiento a tiros con los católicos de Vicente Madera que concluyó con 13 muertos y más de 40 heridos por arma de fuego.

Después, ya afectado por la tisis, se enfrentó a los compañeros que se mantuvieron fieles al socialismo tradicional y rompió su vieja amistad con el líder del SOMA para multiplicar su presencia en mítines, conferencias y reuniones por las cuencas mineras de ambos lados de la cordillera, especialmente en los concejos de Aller y de Gordón, donde el Sindicato Minero lo hizo responsable de la crisis que sufrió a partir de 1921.

El historiador José Luis Martínez Celada escribió en un trabajo sobre "El obrerismo organizado en las cuencas de León (1918-1923)" que Calleja fue uno de los más activos propagandistas del comunismo en aquella zona. Según sus palabras: "Su carisma de viejo luchador por los derechos de los trabajadores era muy alto. Al abandonar el SOMA y escorar hacia el tercerismo, el impacto entre parte de la afiliación leonesa debió de ser tremendo".

En medio de aquella crisis interna, el 25 de junio de 1922 el Comité Ejecutivo del SOMA tomó la decisión de expulsar a 21 de sus secciones en las que los comunistas eran mayoría y estos respondieron tomando la determinación de crear un nuevo sindicato con aquellos afiliados a la CNT que también estaban del lado de la revolución rusa. Tanto en el proceso de unificación como en el diseño de la nueva organización el papel de José Calleja fue decisivo.

Ceferino Álvarez Rey, testigo de este proceso, contó cómo el 5 de septiembre se celebró una reunión conjunta entre los disidentes del SOMA y el Sindicato Único de la CNT, en el centro "La Justicia" de La Felguera, lográndose la disolución de este sindicato y la fusión de los dos colectivos en uno solo con predominio tercerista. Los firmantes de aquel acuerdo fueron José Cosío, Jesús Rodríguez y Baldomero Álvarez. por el Sindicato Único, y Marcelino Magdalena, Hermenegildo Peón y José Calleja. por el SOMA.

Sin embargo, su enfermedad empezó a jugarle malas pasadas, como le ocurrió en septiembre de 1922 forzando a Lázaro García a sustituirlo en el mitin previo al nacimiento del que se denominó Sindicato Único de Mineros. De modo que cuando dos meses más tarde se formó su primera directiva con sede en Mieres, él no estuvo entre los puestos más destacados: Jesús Rodríguez (presidente), José Prieto (vicepresidente), Benjamín Escobar (secretario), Críspulo Gutiérrez (vicesecretario) y Jesús Huelga (tesorero).

Desde este momento, tuvo que sufrir tanto los ataques policiales como la persecución de los socialistas que lo consideraron un traidor, de modo que. al estar incapacitado para volver a la mina por causa de su enfermedad y no poder conseguir otros trabajos para mantenerse, sus últimos años fueron muy duros para toda su familia. Estaba casado con Amadora Ochoa, que pertenecía a una familia de cenetistas y tuvo con ella una hija y cuatro hijos. Al menos dos de estos últimos, Antonio y Luis, fueron miembros destacados de las Juventudes Socialistas Unificadas que se fundaron tras el triunfo del Frente Popular en marzo de 1936.

Finalmente José Calleja no pudo vencer la enfermedad que un compañero definió en su memoria como "esa guadaña que siega sin cesar vidas lozanas, que siembra el terror en el campo proletario, denominada tuberculosis". Dicen que en su entierro no hubo socialistas, pero además de sus camaradas sí estuvieron otras personas contrarias a su ideología que lo admiraban por su honradez y su consecuencia, entre ellos don José Sela y Sela, quien era en aquel momento alcalde de Mieres por la Unión Patriótica del dictador Miguel Primo de Rivera. Cuando la tierra cubrió su ataúd, solo quedó su memoria.

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