Opinión | Obituario

Antonio Roces, pura bondad

El Entrego despide hoy a uno de sus mejores hijos. No menos puede decirse de alguien como Antonio Roces que fue la pura bondad. Si su apariencia, siempre sonriente, lo sugería, su comportamiento lo confirmaba, como bien sabíamos los que tuvimos la suerte de tenerlo por vecino.

Él, por su parte, tuvo la fortuna de encontrar en Cristina Siebierski la compañera ideal, que, como él, se convirtió en ejemplo, en su caso de integración, hasta extremos asombrosos. Nadie que, sin conocerla, la oiga hablar sospechará que es una alemana de nacimiento y crianza, pues parece una asturiana de pura cepa. Ella y Tonín, como le llamábamos los amigos, criaron admirablemente una familia numerosa, para lo que él añadió a su profesión de administrativo las habilidades de técnico en televisores para allegar más recursos al hogar.

Profundamente religioso, seguro que su sonrisa permanente se amplió en el momento de dar el último paso hacia el Más Allá.

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