Opinión
Juanín de Pendones, fervor rural
En memoria de un hostelero siempre con una sonrisa en la boca
Juan González Calvo era su nombre y apellidos, pero en su entorno de Caso era Juanín el de Pendones, aunque naciera en Caleao. Persona de arquitectura sublime y estilosa, abierto de pensamiento y cordial en sus palabras. Así era este casín de figura esbelta y enamorado del Rural que lo convertía en fervor.
Desde su casa de comidas en Pendones marcó unos lustros de pasión y afecto por el universo culinario generado por su mujer Isabel y él de ajustado intendente y valedor de historias amenas para entretener a los muchos visitantes, montañeros especialmente, que se acercaban por este reducto del buen yantar con productos de la tierra bien tratados por las amorosas manos de Isabel. Mentar Casa Juanín en Pendones significaba la esencia de la cocina rural en toda su extensión y refrendo. Y en el bar y comedor gobernaba Juanín con su temperamento y su forma de ganar a sus clientes. Siempre buena sonrisa, palabras sentidas y sus historias personales en Portugal durante la guerra civil. Hasta cerca de Oporto se trasladaron sus padres reclamados por unos parientes próximos y allí vivió Juanín unos diez años alejado del momento bélico español.
Esta peripecia y alguna más la solía contar Juanín a muchos visitantes mientras esperaban el turno para disfrutar de un potaje, picadillo con huevos, caza en guiso o el cabritu con patatinos, entre otras propuestas de la coquinaria doméstica. Y en este templo gastronómico poblano, Juanín se erigía en todo factótum que agradaba a los muchos clientes que gustaban de pasar por este local de comida y casi fonda. Mi padre montañero avezado y que recorrió la ruta del Tiatordos infinidad de veces siempre me decía que Casa Juanín era el chigre bar mejor de Asturias. La parada obligada de la vuelta montañera era un bálsamo cargado de terapia que reconfortaba a todos los caminantes.
Y Juanín se fue estos días a ese mundo distinto y feliz, según el discurso bíblico, con la satisfacción del deber cumplido y haciendo honor a su carácter. Hacer el bien, vivir en solidaridad vecinal, amar al feudo rural y siempre apoyando cualquier iniciativa cultural, festiva y cinegética que surgiera en su terruño. Un hombre de existencia larga y dichosa. Sus hijos Juan y Mercedes bien lo saben. Lo mismo que su concejo querido de Caso. El recuerdo de su bondad es la huella indeleble de una persona íntegra, popular y hacedora.
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