La voz es muy importante para las rapaces nocturnas, ya que en su mundo de oscuridad no pueden comunicarse fácilmente mediante signos visuales. También es un elemento esencial para conocerlas y estudiarlas: cada especie tiene vocalizaciones específicas, distintivas, que permiten identificarlas y que incluso son utilizadas por los científicos para clasificarlas cuando su morfología no lo permite. Búhos y lechuzas utilizan la voz para atraer pareja o mantener el contacto dentro de ella, para marcar el territorio, para expresar alarma o agresividad ante un intruso y para suplicar comida, entre otras funciones. Habitualmente reclaman los dos sexos y las voces de cada uno se diferencian por su estructura (más compleja en el macho) y por su tono (más agudo en la hembra). Al menos en algunas especies, las hembras también utilizan la voz como criterio de calidad a la hora de elegir pareja (como ocurre en aves canoras y en anfibios). La frecuencia y la intensidad de las vocalizaciones cambia en cada especie y estacionalmente, aunque, con carácter general, el primer semestre del año registra una mayor actividad, coincidiendo con el inicio de la temporada reproductora; de ahí que se aproveche esta época para realizar el seguimiento de las poblaciones mediante un sistema de escuchas estandarizado, el programa «Noctua», que la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) puso en marcha en 1998, con carácter pionero en Europa.