En 2003, el Astur era la envidia de los clubes modestos de Oviedo. Ocho años después ha pasado a ser uno más, con el primer equipo al borde del descenso a Primera regional y la cantera en una situación precaria. El «proyecto ilusionante», como calificó el Ayuntamiento de Oviedo la refundación en Oviedo ACF, ha degenerado en un presente muy poco alentador. Los 60.000 euros que espera la directiva procedentes del Inter, en pago por el juvenil Jaime Serrano, es el único rayo de luz en un horizonte oscuro.

El presidente del Astur, Luis Cabrales, no quiere hacer declaraciones hasta que llegue el dinero de Milán, lo que en su opinión garantiza la supervivencia del club. No es poco si se tiene en cuenta todo lo que ha pasado últimamente. Cabrales heredó una deuda inasumible para una entidad modesta, aunque suavizada por la gestión de su antecesor, Luis Manuel Fernández. Los dos últimos presidentes devolvieron al Astur a la tierra, tras los sueños de grandeza de la etapa de Mario Rodríguez del Amo e Isaac Peral.

Una tanda de penaltis perdida frente al Guijuelo, en la pelea por el ascenso a Segunda B, hizo recapacitar al Ayuntamiento de Oviedo, que había presentado al ACF como sustituto del Real Oviedo. «Probablemente, aquello estaba sobredimensionado», admite Alfonso Román López, que en 2003 era concejal de Deportes. A López no le cuesta admitir un error que parte, según él, de la mejor de las intenciones: «Creíamos que la situación del Oviedo era insostenible y que lo mejor era refundarlo para que la ciudad tuviese pronto un equipo en Primera División».

«No contábamos con la reacción de la gente, que se dieran situaciones de tanta tensión», añade el diputado regional del Partido Popular. Una vez decidida la marcha atrás, según Alfonso Román López, el Ayuntamiento cumplió «escrupulosamente» con todos los compromisos adquiridos, inasumibles para un club modesto: «Le dijimos al presidente, Mario Rodríguez, que tenía que volver a una plantilla normal de Tercera. Yo creo que quedó totalmente saneado».

La impresión de Alfonso Román López no se correspondió con la realidad. Entre otras cosas porque el sucesor de Mario Rodríguez del Amo, Isaac Peral, emprendió una huida hacia adelante, en un intento de hacer del ACF el club de referencia en Oviedo. Pese a que el Astur recuperó en 2007 su nombre y colores originales, la cuesta abajo le llevó al borde de la desaparición a comienzos de 2008.

Luis Manuel Fernández, un abogado que colaboraba con el club desinteresadamente, se vio obligado a asumir la presidencia en febrero de 2008. Fernández, al igual que Rodríguez del Amo, prefirió no hacer comentarios sobre su gestión, ni sobre las causas que han llevado al club a su estado actual. Sí lo hace Quique Fanjul, secretario técnico desde 2006 a 2010. «Es una tristeza lo que está pasando porque es un club ideal para trabajar, tiene un potencial tremendo», señala.

«Deportivamente, el Astur ahora sufre un abandono total, allí no manda nadie», expone Fanjul, que está al tanto del día a día como padre de un jugador del equipo juvenil. Quique Fanjul exculpa a los responsables técnicos de este panorama, muy diferente al que recuerda del tándem que formó con Marcos Pons, que coordinaba la preparación física: «Funcionaba como un club profesional. Íbamos a las cinco de la tarde y no nos marchábamos hasta las once de la noche».

Y todo con un panorama económico complicado: «A la entrada del campo había un buzón en el que todos los días recogíamos un montón de citaciones para el Juzgado». A los dirigentes del Astur no les quedó más remedio que apretarse el cinturón, empezando por el primer equipo: «Ahorrábamos casi la mitad del presupuesto. Pagábamos cien euros a los juveniles que pasaban, 150 a los que venían de fuera a y los demás, 200». Según Fanjul, la directiva actual recauda por otras vías: «Tienen más equipos para que haya más guajes que paguen cuotas. Sacrifican la calidad en la cantera por el volumen».

Las categorías inferiores del Astur compiten con más o menos normalidad, pero el primer equipo está a punto de sufrir su segundo descenso consecutivo. A falta de siete jornadas, el equipo ovetense es penúltimo de Preferente, con 25 puntos, a siete del San Martín, que marca la salvación. Andrés Hernández, el entrenador que lidia con la situación desde enero, se hizo cargo del equipo asumiendo el proyecto de la directiva: «Me dijeron que era tan importante sanear el club como mantener al equipo».

Aunque los números indicaban lo contrario, Andrés Hernández creía en las posibilidades del equipo cuando sustituyó a Crespo, que se fue por iniciativa propia: «Desde fuera me parecía que había plantilla para estar en la mitad de la tabla. A la hora de la verdad, se nota una excesiva juventud porque jugamos con siete u ocho sub-21. En los momentos decisivos de los partidos se ponen nerviosos y se aceleran. Acusan la inexperiencia».

Andrés Hernández echa un cable al presidente, Luis Cabrales, y a sus compañeros de directiva: «La visión desde fuera no se corresponde con lo que ocurre en el club. Los directivos son gente seria, trabajadores y cumplidores. Las nóminas están al día y hacen un esfuerzo por pagar». Al margen de la marcha deportiva, lo peor es cargar con la herencia del ACF: «Todavía siguen llamándonos antioviedistas y chaqueteros, incluso en categorías inferiores. A veces nos ponen silicona en las cerraduras de las puertas del campo». Unas actitudes que Hernández no entiende: «El Astur vuelve a ser un equipo de cantera, para sacar chavales. Aquel fue un episodio con determinadas personas, que no tienen nada que ver con la directiva actual».