Comenzó a los 13 años en los infantiles del Avilés y se retiró a los 43 en el Puerto de Vega. Entre el principio y el final de su carrera futbolística hay 30 años, tres décadas llenas de vivencias, historias y anécdotas. Se trata de Ángel Flores, conocido como Gelo, un portero que ha dejado su impronta en cada uno de los equipos en los que ha jugado. Y son unos cuantos. Por todo ello, Gelo recibió el pasado octubre la mención especial por el estamento de jugadores de la Real Federación de Fútbol del Principado de Asturias.

A Gelo no le cuesta mirar hacia atrás, a sus inicios en el fútbol. Guarda muy buenos recuerdos de su primera etapa como cancerbero. Se queda "con los entrenadores que tuve y con cómo era La Toba", algo que no tiene nada que ver con lo que es ahora. "Eran campos de carboncillo y barro, y los vestuarios eran como barracones", dice este portero avilesino, quien tiene entre sus ídolos a Iribar y Casillas.

La portería del Avilés fue la primera que defendió Gelo en su extensa carrera. Después pasó por el Ensidesa, Los Campos, Corvera, L'Entregu, Arenas del Sella, Navarro, Tapia, Hispano, Praviano, Burela, Xove Lago, Mosconia, Piloñesa, Narcea, San Martín, Cánicas, Llanera, Olímpico de Llanera, Salas, Escuela de Iniciación del Suroccidente, Barcia y Puerto de Vega, equipo en el que colgó las botas y los guantes. "No sé si me dejo alguno", dice. Más que 20 equipos en 30 temporadas consecutivas. "Son muchos años, me ha dado tiempo a comprobar cómo ha evolucionado el fútbol".

Más que los ascensos, que ha vivido unos cuantos, del fútbol Gelo destaca "la cantidad de amigos que he conseguido, es el mayor tesoro", indica. Y que decir de los entrenadores. Gelo ha tenido muchos y muy variados y para todos tiene palabras amables, pero "con quien más aprendí fue con Xiel", con el que coincidió en varios equipos (Praviano, Navarro, Hispano, Mosconia). "Fuimos de la mano", apunta, entre risas. En su larga trayectoria, Gelo también sabe lo que es un ascenso. Disfrutó de varios, entre ellos con el Navarro, Narcea, Praviano, Mosconia o Suroccidente. También jugó fases de ascenso a Segunda División B con el Xove Lago, Mosconia e Hispano; y en la vitrina de su casa guarda varios trofeos Zamora al portero menos goleado.

En su última etapa como jugador, Gelo compartió vestuario con futbolistas 20 años más joven que él. Pero eso no era un obstáculo para seguir dando rienda suelta a una de sus mayores pasiones. "En alguna ocasión yo era mayor que el entrenador y para algunos jugadores era como un padre para ellos y también un espejo en el que mirarse".

Pero para poder estar 30 temporadas seguidas en el mundo del fútbol, Gelo también ha tenido que hacer muchos sacrificios. Y es que compaginar trabajo, fútbol y familia no es fácil, aunque siempre tuvo el apoyo de su entorno más cercano. "Mi mujer ahora lo echa de menos", apunta. A Gelo le quedan muchos recuerdos del fútbol. Ya no juega, pero se conforma con ver a su hijo que forma parte de los infantiles del Avilés. Aún es pronto para saber si seguirá los pasos de su padre, pero lo que está claro es que lleva el fútbol en su ADN. Gelo no descarta dar el salto a los banquillos y le gustaría sacar el título de entrenador de porteros. Experiencia y conocimientos no le faltan.

Ángel Flores, "Gelo"