Como llevaba tres años alejado de los grandes escenarios, el anuncio de la retirada de Víctor Valdés ha pasado bastante desapercibido para la dimensión del personaje. Es imposible entender la edad del oro del Barcelona sin la figura de Valdés, por mucho que los focos se empeñasen en apuntar siempre al otro área, donde deslumbraban Messi y compañía. Tras unos inicios difíciles en el primer equipo, con episodios en los que salió a relucir la rebeldía que ha marcado su vida, Valdés se asentó como uno de los mejores guardametas del mundo a partir de la final de la Liga de Campeones de París en 2006, donde sus paradones a Thierry Henry fueron tan decisivos como los goles de Eto´o y Belletti. Sólo la coincidencia generacional con Iker Casillas impidió que Valdés hiciera historia también en la época más brillante de la selección española. Su sombrío carácter tampoco le ayudó a calar en el corazón de los aficionados, aunque con recordar que es uno de los mejores amigos de Andrés Iniesta está todo dicho. Así que, en la hora del adiós, todos los honores para ese porterazo llamado Víctor Valdés.