La opinión de Mario Rodrigo sobre la polémica decisión de la Federación Española de Baloncesto que perjudica al Alimerka Oviedo: El tufillo a cacicada

Sobre la falta de argumentos de Competición que invita a ser malpensado

Marc Martí, con el balón, en el partido de ida en Pumarín ante el Melilla

Marc Martí, con el balón, en el partido de ida en Pumarín ante el Melilla / Miki López

Tras pensárselo durante casi un mes, el juez único de competición de la Federación Española de Baloncesto (FEB) ha determinado que la canasta validada por los árbitros y no anotada por la mesa al Alimerka Oviedo Baloncesto al inicio del segundo cuarto en Melilla no tuvo ninguna influencia en el resultado de un partido igualado en su desarrollo y resuelto en la última acción a favor de los locales (84-81).

La duración y el oscurantismo del proceso, la subjetividad de la consideración del juez y la falta de otros argumentos que expliquen por qué se repitieron otros partidos en los que la mesa hurtó algún punto mientras que este no se disputará de nuevo podrían acabar en una divertida anécdota. O a lo peor, si el OCB persiste en su mala dinámica de la segunda vuelta y tiene un poco de mala suerte, en un descenso de categoría, que ya no suena tan gracioso.

No hace falta ser demasiado malpensado para percibir en este asunto un intenso tufillo a cacicada. ¿Cuál es la diferencia entre este caso, en que al Alimerka Oviedo se le dejan de anotar dos puntos, y el del Palma-Castelló de 2019, cuando se ordenaron repetir los últimos quince minutos porque al equipo local se le había dejado de anotar uno solo? Al parecer, el error solo tiene influencia en el resultado cuando se produce en el tercer cuarto, como fue en aquel caso, y no en el segundo. Entonces, Competición únicamente constató el fallo de los auxiliares. Ahora la resolución da el error por constatado, pero abunda en que quedaba mucho partido.

Insisto, no hace falta ser demasiado malpensado. En caso de error de la mesa, el nuevo viaje del equipo visitante debe ser sufragado por la federación que aporta los auxiliares de mesa. El viaje de Castellón a Palma es relativamente asequible. Sin embargo, no es nada barato el desplazamiento del Oviedo a Melilla, unos 8.000 euros, y es de suponer que esta federación no ande muy sobrada de recursos. Si fuéramos malpensados, podría darnos la impresión de que la Federación Española ha estado varias semanas buscando un paganini y, como no lo ha encontrado, el juez de competición ha decidido que no se repita el encuentro. Como perversión de la justicia, no estaría mal esta suposición malpensada: primero decido qué me interesa, que no se repita el choque, y luego elaboro mi argumentación. Débil donde las haya, subjetividad sin fundamento: que los dos puntos menos no influyeron en el desenlace del partido porque el equipo visitante siguió alcanzando ventajas amplias. Ya. Y el equipo rival las neutralizó, menuda sorpresa en un partido de baloncesto. Y se llegó a un final apretado. Bastante más apretado, por cierto, que el Mallorca-Castelló en su día.

Cuando a la FEB se le llena la boca presumiendo de la LEB Oro, que es verdad que ha alcanzado un nivel deportivo extraordinario, pasa por alto pequeños detalles como este. Como que el estatus de una competición no depende únicamente de su calidad deportiva, sino también de su seriedad. De que tenga una coherencia, unas garantías y una transparencia que en este caso brillan por su ausencia.

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