En territorio comanche
La opinión sobre el derbi Sporting-Oviedo: El dedito como síntoma
La dolorosa derrota rojiblanca en La Romareda dispara la euforia azul mientras que recorre toda España el tacto rectal a Ocampos en Vallecas
El peor partido en el peor momento. Las bajas más dolorosas en la época más inoportuna. La derrota del Sporting en La Romareda sin nada a lo que agarrarse –ni mala suerte, ni árbitro, ni VAR– deja a los de MAR muy tocados y con unos daños colaterales que pueden alargarse en el tiempo. Al margen de sumar su segunda derrota consecutiva y prolongar la entre regulera y pésima racha de resultados, los rojiblancos se quedan sin Yáñez, uno de los mejores en lo que va de temporada, para unas cuantas semanas después de que, por fortuna, no se confirmaran los peores pronósticos.
Llega el momento de Christian Joel, que tendrá que ser la última línea de defensa y la primera de ataque en el derbi del sábado y lo que venga por delante. Complicada papeleta para el muchacho, que está ante su gran oportunidad para demostrar que Mareo continúa siendo, a pesar de la decadencia de las últimas décadas, un gran semillero de buenos arqueros. Ramírez espera que el derbi sirva de punto de inflexión y que una victoria devuelva a los suyos al camino recto hacia los puestos de privilegio, esos en los que los gijoneses han estado viviendo casi toda la temporada hasta el desastre en tierras mañas.
Mientras, a 28 kilómetros, los hay que ya se ven con los tres puntos en la mochila por eso del momento del rival y del histórico, claramente favorable al Oviedín. Veremos lo que ocurre ya que a buen seguro El Molinón estará hasta la bandera y con ganas de romper la mala racha en el derbi y cortar la caída del equipo en las últimas semanas. Por lo demás, el "fúrgol" más allá de Pajares no deja de sorprendernos. Y si no que se lo digan al sevillista Ocampos. Ya saben, la historia de ese proctólogo en prácticas que en Vallecas le intentó hacer en vivo y en directo un tacto rectal al argentino. Nunca está de más un buen examen de próstata. Aunque en otros tiempos, pongamos los de Éric Cantona, el muchacho habría acabado recogiendo sus dientes del suelo con los dedos rotos. Pero eran eso, otros tiempos, y ahora lo que nos toca es el dedito como síntoma de lo que somos, ¿oyisti, güey?
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