Elecciones en Galicia

Tiempo de reflexionar: la política gallega afronta su batalla más reñida en 15 años

Casi 2,7 millones de gallegos deciden mañana si vuelven a confiar en el PP o apuestan por una nacionalista con aliado socialista al frente de la Xunta en la campaña más reñida desde 2009

Candidatos y candidatas a las elecciones gallegas 2024.

Candidatos y candidatas a las elecciones gallegas 2024.

Irene Bascoy

Las elecciones autonómicas más reñidas en 15 años. Casi 2,7 millones de gallegos están llamados mañana a las urnas y con su voto decidirán si Galicia apuesta por cuatro años más de PP o por dar un volantazo y que una mujer y nacionalista presida la Xunta por primera vez en su historia, eso sí en coalición al menos con el PSdeG.

La campaña y las encuestas han evidenciado que el PP de Alfonso Rueda resiste como la fuerza con más respaldo social, pero el colchón con el que arrancó la contienda (cinco escaños) parece haberse estrechado y alimenta alguna duda sobre si logrará la mayoría suficiente para blindar la absoluta. Mientras, el BNG de Ana Pontón ha cogido vuelo, se ha distanciado del PSdeG y es la alternativa clara a los populares. Nunca había pasado. Xosé Manuel Beiras fue líder de la oposición, pero sin opciones reales de protagonizar el cambio. Sin embargo, Pontón se ha erigido en esta campaña en el recambio claro al PP. Si lo logra, habrá desmontado la creencia de que en una comunidad con tan magro electorado que se declara nacionalista, la alternancia a los populares pasaba por que la liderase el PSdeG. Si se queda a las puertas, con los escaños que le auguran las encuestas, el doble que los socialistas, nadie le podrá quitar el mérito. Es la alternativa, y el PSdeG volverá, pero más debilitado, a iniciar otra travesía del desierto por las últimas filas del hemiciclo autonómico.

Pero en la ecuación del 18-F, hay más variables a tener en cuenta y que pueden apuntalar la mayoría del PPdeG, si se queda al borde de una absoluta que los populares dan por hecha. El propio Alfonso Rueda reveló a FARO que prevé sacar “38 diputados o más”. Una de las incógnitas es el voto emigrante que siempre vota poder. En 2020, la diáspora recortó un escaño al PSdeG para entregárselo a la lista del PP en la provincia de Pontevedra.

También es un enigma que pasará con la campaña friki –se hace difícil denominarla de otro modo– de Democracia Ourensana, un partido que se venderá al mejor postor por “pasta” para la provincia. Así lo anunció su líder, Gonzalo Pérez Jácome en un vídeo: “Show me the money”.

Pero hay más. Los sondeos apuntan que lo más probable es que Sumar, Podemos y Vox se queden fuera del Parlamento, pero en función del caudal de las papeletas que atesoren pueden decantar la victoria para la derecha o la izquierda. Si Vox no logra traducir sus votos en escaños, pero resta diputados al PP, favorecerá a la izquierda que combate. Y puede pasar lo mismo con Sumar y Podemos que no entren en la Cámara y mermen las opciones de victoria al cambio que tanto persiguen.

De ahí que en el cierre de campaña, las grandes fuerzas apelaran al voto útil, a concentrar los apoyos en las opciones con más posibilidades de gobierno o de cambio.

Segunda dimensión

Las elecciones de este domingo tienen una segunda dimensión. Si no por qué el líder del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha visitado ocho veces Galicia en el último mes y en una jornada de campaña coincidió con cinco de sus ministros. Y lo mismo podemos decir del otro lado. Alberto Núñez Feijóo ha montado una caravana electoral propia y para afianzar la mayoría de Rueda han venido a ayudar Isabel Ayuso, Juan Manuel Moreno y otros barones autonómicos. ¿Y por qué Pablo Iglesias pasó de pedir el voto para el BNG a que Podemos presentase candidatura? Porque en Galicia los líderes estatales se juegan mucho.

Pedro Sánchez se ha volcado con estos comicios porque quiere ver derrotado a Feijóo en Galicia y que se tambalee su liderazgo en el PP nacional. No se trata solo de que la izquierda gobierne Galicia. Se trata principalmente de abrir una crisis en el primer partido de la oposición. Y para ello el PSOE está dispuesto a pagar el precio de renunciar al mando en la tercera nacionalidad histórica. Igual que en Euskadi y Cataluña, los socialistas aceptarían asumir un papel secundario.

El líder del PSOE sacrifica el poder territorial a cambio de afianzarse él en La Moncloa, si logra abrir un boquete en la coraza del PP. El PSdeG llega a la cita con las urnas las mismas debilidades de siempre: testando un candidato nuevo, que se incorporó a la carrera electoral muy tarde, y sin proyecto para Galicia. El PSOE atesora en esta comunidad sobresalientes éxitos municipales, pero carece de una visión autonómica sólida.

Pedro Sánchez interpreta que el fracaso de Alfonso Rueda sería el fracaso de Alberto Núñez Feijóo, y el propio Feijóo entiende que una victoria de Rueda también sería suya. Retener la Xunta le puede dar oxígeno ante las elecciones europeas, y ahora necesita más aire que antes del arranque de la campaña. Su metedura de pata con la amnistía y los indultos ha debilitado su liderazgo y ha multiplicado las dudas que los barones del PP tienen en torno a su figura. Feijóo sale tocado de Galicia, su tierra talismán.

Perder Galicia supondría una conmoción para el PP en la comunidad y en Madrid. Llevan quince años en los mandos de la Administración autonómica. Conservar la Xunta pero depender para ello de Democracia Ourense, posible según algunas encuestas, o de VOX, lo que parece más difícil, sería una victoria muy agridulce para un partido que arrancó la campaña con un colchón de cinco escaños. Tiene 42 y la mayoría absoluta está en 38.

Extraparlamentaria

Los comicios gallegos son los primeros a los que se presenta Sumar desde su constitución. Los sondeos vaticinan que no entrará en el Parlamento. Será un varapalo para la vicepresidenta Yolanda Díaz porque es su tierra y porque pone en duda el crecimiento y consolidación de un partido a la izquierda del PSOE. Esta derrota haría a Díaz más dependiente de Errejón y los otros dirigentes de Sumar, que sí tienen base territorial. A buen seguro que Pablo Iglesias esbozaría una sonrisa.

Sumar ha hecho campaña en Galicia, presentándose como fuerza clave para movilizar a los abstencionistas progresistas. Intenta espantar la apelación al voto útil, asegurando que ellos no roban papeletas a PSdeG ni BNG, sino que logran llevar a las urnas a votantes de izquierdas desilusionados con las opciones clásicas. ¡Pero y si el domingo las cuentas revelan que sus votos habrían sido vitales para la alternancia en Galicia! Sería una estocada a la credibilidad de la vicepresidenta.

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