El padre Chus, sobre el marroquí que le apuñaló para asesinarle: "Le había visto más radical en lo religioso, pero no le di importancia"

El acusado, que logró rebajar la condena a los tres años y nueves meses, les dijo a los policías que "lo hizo por lo que el cura hacía a los niños"

Pablo Palomo

Pablo Palomo

"Me acuerdo, claro que me acuerdo. ¿Cómo no me voy a acordar?". Jesús María Menéndez, popularmente conocido como el padre Chus, comenzó con estas palabras en la Audiencia Provincial de Gijón a relatar el día en que le intentaron asesinar. El exsacerdote explicó lo sucedido en su vivienda de la calle Donato Argüelles el 28 de julio del año pasado cuando uno de los jóvenes que frecuentaban el piso que el cura describe "como de acogida", tomó un cuchillo de la cocina y le apuñaló por la espalda en el cuello y luego en el estómago provocándole graves heridas. Este ataque lo cometió un marroquí nacido en 2001 y de iniciales M. H., que ayer reconoció los hechos y dijo sentirse "arrepentido". Se enfrentaba a una pena de nueve años de cárcel, pero logró reducirla a tres años y nueve meses por ese arrepentimiento y por que Menéndez renunció a cualquier indemnización y a acciones penales, hecho que se cristalizó en que no había en la vista acusación particular. El religioso, en su relato, aún no se explica qué fue lo que motivó el ataque que casi le cuesta la vida, pero sí negó que el detonante de la agresión fueran unos comentarios obscenos. El acusado había dicho previamente que al llegar al piso quiso freírse unos huevos y que el padre Chus le dijo que "que si quería huevos, tenía los suyos". A los policías que le detuvieron les contó también que lo hizo por "lo que el sacerdote le hacía a los niños". El cura negó este extremo. "Es mentira que le dijera lo de los huevos porque es una falta de respeto. Yo ese día le vi acelerado. Tenía confianza con él. Sabía que se había radicalizado en lo religioso porque había estado en Francia, pero no le di importancia", afirmó Jesús María Menéndez en su declaración.

Una declaración que hizo en tono seguro y hasta se mostró, cuando terminó de hablar ante la jueza, distendido con los muchos medios de comunicación presentes en la Sección Octava de la Audiencia Provincial. "Sacarme guapo, eh", llegó a decir a los fotógrafos que le retrataron. Llegó, con gorra negra y gabardina, en compañía de varios chicos, jóvenes que se encontraban en su casa el día en que se produjo el ataque. Los dos iban a declarar a su favor, pero solo llegó a hablar uno de ellos en la sala uno de ellos. Las palabras del religioso llegaron después de que hubiera declarado M. H., que, aunque llegó a reconocer los hechos, con ciertos matices. Explicó que todo fue un arreón, un ataque de ira, que no quiso matarle, y que reaccionó agresivamente después de que, según su versión, el cura le hiciera un comentario inapropiado. Contó que llegó a la casa del sacerdote y que se quiso freír unos huevos porque no le habían cogido en la Cocina Económica. "Me respondió que si quería huevos, tenía los suyos", afirmó. "Me arrepiento. No quería matarle. No sé donde le di. Sé que nos caímos y que se hizo una herida. Me tomé la justicia por mi mano, pero no debería de haberlo hecho", añadió. Estas palabras, como hizo ver la Fiscal, contradecían lo que previamente había dicho en sede judicial el acusado durante la instrucción, cuando llegó asegurar que sí "que lo había querido matar" y hasta que quiso "entregar el alma de un cura a Dios". "Lo dije porque me daba vergüenza salir en los periódicos y que se supiera que iba a esa casa", agregó.

Ese pudor de M. H. viene porque entronca con lo que el marroquí le dijo a los policías que le detuvieron a los que aseguró que "había intentado matar" al cura "por lo que le hacía a los niños". Esto lo explicaron dos de los agentes presentes ese 28 de julio en Donato Argüelles. El primero relató que estuvo en el salón "donde había mucha sangre" a consecuencia de las puñaladas y que descubrió que el acusado se había atrincherado en su habitación. "Reconoció lo que lo había querido matar y dijo que lo hizo porque el sacerdote metía en su habitación a niños y les daba dinero", expresó el primer agente que declaró, quien añadió que ya una vez entraron los médicos a la casa, en la habitación del chico había dos cuchillos y una hoja. Debido a que M. H. se encerró en su cuarto tuvieron que subir más agentes con escudos antidisturbios por lo que pudiera pasar. Este agente verbalizó casi lo mismo que el anterior. O sea, lo de los cuchillos y que el joven había dicho que "quería matarlo por un tema de niños", agregó. M. H. hizo uso de la última palabra en la sesión. "Espero que esto me sirva para reflexionar. Gracias a dios no pasó nada", finalizó el joven, que llevaba en prisión preventiva desde julio del año pasado. El padre Chus, por su parte, está acusado en otro proceso de un delito de corrupción de menores.

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS