La titánica oposición que superó un gijonés: el primer asturiano letrado del Consejo de Estado en más de un siglo

Pablo Alvargonzález logra la plaza tras cinco años y medio de estudio y un examen de 523 temas: "He sido feliz, pero no repetiría"

Pablo Alvargonzález Fernández, en el puerto deportivo de Gijón.

Pablo Alvargonzález Fernández, en el puerto deportivo de Gijón. / JUAN PLAZA

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Se llama Pablo Alvargonzález Fernández, es de Gijón, tiene 29 años, estudió Derecho y ha hecho historia. Es el primer asturiano en más de un siglo que logra una plaza para ingresar en el cuerpo de letrados del Consejo de Estado. Este órgano, de carácter consultivo para el Gobierno, es de los más singulares del país por su longevidad: se fundó en 1526, en tiempos de Carlos I. Para encontrar un precedente como el del joven hay que irse hasta 1864. Este año entró al Consejo de Estado (cuando aún no existía el cuerpo de letrados) el periodista Antonio Balbín de Unquera, que, aunque de origen maliayo, nació en Madrid. Alvargonzález es además el primer estudiante de la Universidad de Oviedo en lograr tan prestigioso puesto. Con el que ha demostrado una enorme tenacidad. Llevaba opositando cinco años y medio con jornadas de estudio de más de diez horas y hasta de 14 en fechas cercanas a la prueba. "La oposición ha sido una cura de humildad", reflexiona.

Alvargonzález expone lo de la cura de humildad porque, como todo opositor sabe, en el examen está en juego el todo por el todo y entran en liza factores incontrolables. A pesar de su juventud y de lo que ha logrado no hay un deje de vanidad en sus palabras. "En toda oposición hay cosas que no dependen de uno mismo. Estos años he aprendido sobre los límites de la voluntad y el cuerpo", asegura. "Aunque la carrera me fue muy bien, aprendí que en realidad sabía muy poco. Aprobar fue un gran alivio, pero no me sentí orgulloso en el sentido de creerme fantástico. Pensé que, aun con todos mis defectos, logré llegar al final", señala.

El acceso al cuerpo de letrados es una carrera de obstáculos. Primero por las pocas plazas que hay. Suelen salir unas dos o tres cada pocos años para acceder a una plantilla de 30 efectivos en todo el país. Su oposición no tiene un temario como tal. Es tradición que los que se presentan redacten sus propios temas a base de investigar por su cuenta. "Escribí desde el primero hasta el último, el 523. Es un trabajo bastante cansado", reconoce. Se deben superar cuatro exámenes y un quinto de idiomas. Alvargonzález Fernández optó por manejarse en inglés y francés.

El primer examen exige "cantar" doce temas en hora y media de cualquiera de los 466 relacionados con el Derecho. Luego hay una prueba escrita sobre los 57 restantes referentes a Historia, Filosofía y Economía. El tercer ejercicio es, quizás, el más complicado. Piden que el aspirante dé una conferencia de media o una hora sobre varios temas de los que entraban en el examen inicial. "Es el más complicado. La oposición la saqué a la segunda y la primera vez caí en esta parte", desvela Alvargonzález, quien contó con una beca del madrileño Colegio Mayor San Pablo para prepararse.

El gijonés tomó su plaza en la Sección Octava el 11 de mayo. Está feliz porque trata temas relacionados con energía, medio ambiente, agricultura, pesca y alimentación. El Consejo de Estado le sedujo desde hace tiempo. Le llamó la atención seguir los pasos de grandes juristas patrios del pasado siglo como Eduardo García Entrerría, Manuel Alonso Olea o Jaime Guasp. A pesar del titánico esfuerzo, añade una última cuestión que da buena cuenta de su carácter. "No he sido infeliz en absoluto. Le veía sentido a lo que hacía. Eso sí, no repetiría", zanja con una enorme sonrisa.

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