Entrevista | Juan A. Pascual Sevillano Capitán Jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil y de la Oficina Periférica de Comunicación (OPC)

"Pasamos de ocultarnos en los cuarteles a que todo el mundo sepa cómo es la Guardia Civil"

"Lo que más me ha gustado hacer es prensa y Policía Judicial, pero no puedo olvidarme de lo anterior; sin todo eso no habría llegado aquí"

Juan A. Pascual Sevillano, este miércoles, en el acuartelamiento de la Guardia Civil en Gijón, en el barrio de Contrueces.

Juan A. Pascual Sevillano, este miércoles, en el acuartelamiento de la Guardia Civil en Gijón, en el barrio de Contrueces. / Juan Plaza

I. Peláez

I. Peláez

Siguiendo la estela familiar, y especialmente con su padre como principal espejo, Juan A. Pascual Sevillano (Roelos de Sayago, Zamora, 1962) lleva toda una vida en la Guardia Civil, convirtiéndose en testigo activo de la evolución de una institución en la que ahora se jubila. Gijonés casi desde la cuna, pues llegó con un año a la ciudad, Sevillano impulsó la creación de la Oficina Periférica de Comunicación (OPC), el gabinete de prensa, en la Comandancia de Gijón y durante casi dos décadas ha llevado las riendas de la Policía Judicial.

–¿Con qué se queda de todo lo vivido?

–Es difícil. Ha habido momentos que han sido muy buenos. Lo que más me ha gustado hacer es prensa y Policía Judicial, durante los últimos 19 años. Aunque lo he disfrutado mucho, con sus claroscuros, no puedo olvidarme de lo anterior, porque me ha dado vivencias y sin todo eso no habría llegado aquí.

–¿Por ejemplo?

–Al salir de la academia me fui al destacamento del Penal de El Dueso, en Santoña. Estuve solo unos meses, pero fue ahí donde conocí a la que fue después mi mujer. Yo era muy joven, salía de un Gijón que era gris y llegué a un sitio que era fiesta. Pasé de La Calzada a Santoña, que era alegría. Era algo distinto a lo que conocía. También los años que pasé en Bilbao, con el terrorismo. Cuando recapitulas te das cuenta de la importancia que tuvo, de la cantidad de compañeros que conocí y de la relación que se establecía… Los distintos ascensos que tuve, de cabo, sargento y después oficial fueron un orgullo en mi casa, porque procedemos de familia de guardias civiles. Eso es importante también. Luego está la experiencia en Posada de Llanes como comandante de puesto, que venías de un Bilbao donde estabas escondido y pasas a ser una persona conocida hasta en los pueblos de alrededor, donde tu mujer y tu hija se puede relacionar con todo el mundo. Fue muy buena época. En 1998 vine para Gijón, con distintos destinos, que me dieron mucha experiencia. Conoces gente y formas de trabajar distintas. Luego, en Policía Judicial y en prensa da también para conocer a mucha gente.

–¿Cómo fue convivir con los años de terrorismo, con la Guardia Civil en el punto de mira?

–En Bilbao pasamos de ser unos olvidados a que la sociedad se volcase con nosotros, con la policía… Hubo una concienciación a raíz de Miguel Ángel Blanco. Ahí cambia todo. No hay que olvidarlo, pero no se trata tampoco de regodearte en el pasado.

–¿Siempre quiso volver a Asturias?

–Normalmente vamos al lugar de donde es nuestra mujer, menos en mi caso, que mi mujer vino para Gijón. Aunque no nací en Gijón soy un enamorado de Gijón. En general me encanta Asturias, pero en Gijón es donde me he criado, donde he tenido mi niñez y adolescencia. Siempre tratas de volver al sitio donde has sido feliz. Y en mi caso Gijón, La Calzada. Yo soy de La Calzada. Ahora seguro que voy a descubrir Oviedo, y seguro que me encantará.

–¿Cómo ha cambiado la Policía Judicial desde su llegada hasta ahora que se va?

–Ha cambiado la gente. De cuando llegué, solo quedan tres. Ni son mejores ni peores, son distintos. Han cambiado los métodos de investigación, se ha ido protocolizando todo mucho más y eso te da una mayor seguridad en la investigación. Nos siguen faltando medios, pero eso les pasa a todas las especialidades. Sí, ha cambiado mucho.

–¿Qué ha sido lo más difícil de investigar?

–(Resopla) Hay veces que son difíciles las investigaciones porque tienes que pedir muchos datos, como fue el caso de Ardines. Juntas mucha información y no sabes para qué, tienes que analizarla y ver qué tiene interés y qué no. Ardines tenía muchos frentes abiertos y por eso había que analizar muchas cosas. Otro fue un hombre que apareció con un tiro en la cabeza en Xixún (Siero). Parecía un ajuste de cuentas, y al final descubrimos que era una inducción al suicidio, con participación de una persona directamente. Esa investigación fue de 14 meses, y por primera vez se hizo una autopsia psicológica sobre el fallecido, que coincidió con los datos que nosotros teníamos. 

–Continúe.

–Hay otras dificultosas. Tengo el asesinato de Francisco Javier Vigo Cuadriello en Cangas de Onís o el de Guillermo Amieva, taxista, en Arriondas, que fue el mismo autor con mes y medio de diferencia. España no tiene una tradición de “serial killer”, y se le identificó y lo extraditamos desde Suiza.

Pascual Sevillano.

Pascual Sevillano. / Juan Plaza

–¿La aparición de nuevas tecnologías ha sido un arma de doble filo? ¿Ayudan a investigar, pero también las utilizan los delincuentes?

–Si hablamos de tecnologías hablamos de inversión en medios técnicos. Ha cambiado porque antes había unos medios técnicos que utilizábamos directamente, y ahora es necesaria la autorización judicial. Luego está que el delito empleando tanto medios técnicos como las TIC ha pegado un cambio. Cualquiera de nosotros lleva teléfonos con fotografías, banca digital, correo electrónico, notas… Ahí tenemos una cantidad de información con la que podrían acceder a nuestra intimidad. Cada vez hay más estafas a través de móviles. También utilizan sistemas para dificultar las investigaciones. Lo que falta son leyes que nos permitan hacer determinadas cosas y después medios técnicos para llevarlo a cabo.

–¿Se legisla con retraso?

–Sí, pero prefiero no profundizar.

–¿Cuáles han sido sus peores momentos?

–La primera ha sido este año: la pérdida de mi padre. Fue guardia civil, como lo son dos de mis hermanos, y era un referente para mí. No solo como padre, también como guardia civil. Desarrolló toda su actividad en la comandancia de Gijón y aquí era muy querido. Después la pérdida de compañeros que he tenido en Policía Judicial, por distintos factores, en especial Vicente Cotrina, que tenía una gran humanidad. Con su muerte perdió mucho Policía Judicial, era un gran compañero. Y luego hubo un momento muy duro que fue decirle a una madre que habíamos encontrado el cuerpo de su hija quemado. Decirle eso a una madre fue muy doloroso. Nunca se me va a olvidar.

–¿Cambia la forma de investigar cuando el caso es muy mediático?

–Los tiempos son distintos. Distintos ritmos. La investigación es lenta, das pasos muy seguros, no puedes ir a la carrera. No puedes levantar el pie si el otro no está asentado. Pero en un periódico las rotativas funcionan todos los días. Tienes que sacar algo todos los días. Yo he tenido investigaciones donde los periodistas iban justo detrás preguntando a la misma gente. Y compañeros míos han llegado a bloquear periodistas en la carretera. Ese es el problema que te encuentras.

–¿Qué frutos ha dado la OPC?

–No se concibe ninguna comandancia que no tenga su OPC. El que no lo haga, no se va a saber de su existencia. Nosotros damos la información que a la Guardia Civil le interesa dar. No somos una agencia de noticias. Si la Guardia Civil no sale, no existe. Si damos imagen a la sociedad de lo que hacemos eso redunda en el propio compañero que lo hace, que se ve recompensado, no solo por la medalla, sino porque ve que su trabajo tiene trascendencia pública. La OPC es fundamental.

–¿La OPC ha servido para cambiar la opinión en la sociedad?

–Creo que sí. Ayuda a mejor la imagen. El gran cambio de la Guardia Civil es que hemos pasado de estar de puertas para adentro a ser visibles a la sociedad. ¿Cómo? Con actos como el de la patrona no hacerlos en el cuartel, sino en el exterior y que nos vengan a ver los ciudadanos. Las exhibiciones en colegios, el aniversario de la mujer, el 175 aniversario… Eso ayuda a que se conozca la Guardia Civil. Y ahí está la labor de la OPC.

–¿Se va con alguna espina clavada?

–Recibí un legado y he procurado mantenerlo. Me encontré una unidad que tenía todos los homicidios y asesinatos resueltos, pues mantenerlo es lo que he hecho.

–¿Hay más criminalidad ahora o se han transformado los delitos?

–Los delitos siguen siendo los mismos, lo que sí ha pasado es que han aumentado los delitos a través de internet. Eso sí aumenta, pero porque también tenemos más uso de internet.

–¿Investigar robos es complejo?

–Son complejos porque la investigación es larga. El año pasado, junto a Policía Nacional, esclarecimos once robos perpetrados el año anterior. Tardamos casi un año en identificar a los autores, saber dónde estaban, e ir a detenerlos a Barcelona. Es complicado. Ellos cada vez son mejores. Normalmente son delincuencia organizada y eso implica que no dejan restos biológicos, usan guantes buscan sitios sin cámaras de seguridad… Dificulta los indicios para poder detenerlos. Una vez que tienes algo de dónde tirar ahí ya empezamos a funcionar. Si no, es ir recopilando información.

–¿Los robos que pasaron hace un año en Gijón?

–Están en investigación. 

–¿Ha cambiado mucho la Guardia civil?

–Muchísimo. Nosotros lo situamos por hitos. Uno de los más importantes fue la incorporación como guardia civil de las mujeres. Antes ya había, las matronas, pero fue hace 35 años cuando empezaron a ser guardias civiles. Eso ha cambiado y para mí es uno de los hitos más importantes. Espero que cada vez tengamos un número mayor de mujeres. También se han desarrollado nuevas especialidades para dar respuesta a las nuevas formas de delincuencia. Y hemos afrontado la violencia de género como una parte estratégica de la Guardia Civil. La lucha contra la violencia de género es uno de los ejes del cuerpo. Pasamos de no tener descansos ni horario en jornada laboral a tenerlo. Han mejorado las instalaciones y se ha pasado de ocultarnos en los cuarteles a que todo el mundo sepa cómo es la Guardia Civil.

Suscríbete para seguir leyendo