El día que la Basílica del Sagrado Corazón recuperó sus joyas tras dos décadas de ausencia

El sagrario y el Cristo de la Paz regresaron a la Iglesiona en 2019: "La gente los valora mucho"

Manuel Robles, con el Cristo de la Paz detrás.

Manuel Robles, con el Cristo de la Paz detrás. / Juan Plaza

El mes de abril de 2019 está marcado en rojo en el calendario histórico de la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, la popular Iglesiona. El motivo fue el retorno al templo de dos piezas muy queridas por los feligreses: el sagrario y el Cristo de la Paz. Ambas salieron de la ciudad en 1998, una vez los jesuitas cedieron el templo a la archidiócesis de Oviedo. Su destino fue la parroquia de La Merced de Burgos pese a que las piezas habían nacido expresamente para la basílica gijonesa, si bien reposaron durante unos años en el almacén de la Compañía de Jesús en la vallisoletana localidad de Villagarcía de Campos.

El día que la basílica recuperó sus joyas

El día que la basílica recuperó sus joyas. / Juan Plaza

La razón de que los jesuitas se llevaran estas piezas no fue económica. Aún a día de hoy los motivos de su traslado son difusos. Sin embargo, de lo que no quedan dudas es de la satisfacción que supuso para muchos feligreses de la ciudad su vuelta hace ya cuatro años y medio. "Fue una gran alegría porque la gente los valoraba mucho. Eran dos joyas muy apreciadas", afirma Manuel Robles, rector de la Basílica del Sagrado Corazón. El empuje de los fieles fue crucial para materializar la recuperación del sagrario y el Cristo de la Paz. Incluso organizaron una recogida de firmas en la que consiguieron miles de rúbricas. Una movilización que dio sus frutos, también con el apoyo de anteriores rectores de la Iglesiona como Julián Herrojo.

En 2016, cuando las firmas superaban las mil, un portavoz del colectivo aseveró que "no tiene ningún sentido que una parte del patrimonio artístico de la ciudad haya sido objeto de incautación y adorne una iglesia de Burgos". Asimismo, los gijoneses implicados llamaron a involucrarse en la causa a autoridades religiosas, civiles e incluso políticos. "El arte no tiene credo ni social ni político", concluía el colectivo. A este respecto, Manuel Robles reivindica el papel que jugó el arzobispo, Jesús Sanz Montes, para traer de vuelta el sagrario y el Cristo. "Influyó muchísimo. En Burgos no encajaban porque eran dos desconocidos", rememora Robles. Cuando fructificó el retorno, el Arzobispado de Oviedo remarcó la colaboración de la Compañía de Jesús. "El proceso ha culminado gracias a la buena disposición del provincial de los jesuitas, Antonio España", explicaron. En la actualidad, las piezas se mantienen en un óptimo estado. "Se han conservado bien, no sufrieron desperfectos", asevera Robles.

El Cristo y el sagrario sufrieron las consecuencias del asalto e incendio de la Iglesiona el 15 de diciembre de 1930. El escultor Miguel Blay y Fábrega fue el autor del Cristo de la Paz, escultura que la Iglesiona atesoró desde 1924 a 1998. Por su parte, el sagrario había sido confeccionado con plata donada por los feligreses en el periplo en el que empezó a construirse la basílica, en la década de los años veinte del siglo XX. Robles lo define como "uno de los mejores sagrarios de plata del siglo". Es una pieza de grandes dimensiones, con unos 200 kilos de peso y que reproduce en su frontal el cuerpo central inferior de la fachada de la propia basílica. Los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael custodian la obra.

La discreción fue la nota predominante en el proceso de recuperación de los adornos tras el visto bueno de la Compañía de Jesús. La basílica permaneció cerrada el lunes 8 de abril de 2019 para llevar a cabo la colocación de las piezas. Se tuvo que suspender un concierto del V Ciclo Coral de Música Sacra y Religiosa. Un camión transportó los ornamentos desde Burgos hasta Gijón. Seis operarios participaron en las labores para introducir ambos elementos en el templo y fue necesario un andamio para su recolocación en sus respectivos lugares. El Cristo se ubicó en el lateral izquierdo mientras que el sagrario se asentó sobre una pieza de mármol tras el altar. La sorpresa fue mayúscula para los feligreses que se acercaron al día siguiente a la Iglesiona, especialmente para quienes acudieron a las misas matinales. Todavía no se había hecho público el regreso de las icónicas piezas. Manuel Robles invitó a todos los parroquianos al altar para contemplar el sagrario.

Ignacio Alvargonzález, presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales de la Semana Santa de Gijón, ensalza el valor histórico y artístico del Cristo de la Paz en particular. "No es una exageración decir que es la talla religiosa más importante que hay en Asturias. Miguel Blay la hizo con mucha dedicación", indica Alvargonzález, que vio con muy buenos ojos el retorno a Gijón de unos elementos "muy destacados en el ajuar litúrgico". "No tenía sentido que esas dos piezas estuvieran en otro sitio porque se hicieron específicamente para esta iglesia", subraya Ignacio Alvargonzález, quien considera que la recuperación del Cristo de Blay y el sagrario para la Iglesiona significó "el colofón de la restauración del edificio, que estaba huérfano sin esas piezas". El sábado 28 de octubre se cumplieron 20 años desde que la Santa Sede concedió el título de basílica menor al Sagrado Corazón, donde se encuentran dos piezas religiosas muy distintas, de gran valor y que Gijón siente muy suyas.

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