Cofrade y política

Comprometidos con la sociedad gijonesa para proyectar los valores y principios que tenemos

Alejandro Vallaure

Alejandro Vallaure

En el momento de escribir estas reflexiones, es mitad de la cuaresma. El período en que dedico más tiempo para calibrar mi vida y el estado del mundo en el que vivo.

Y no cabe duda que ser cofrade en mi ciudad, y sobre todo comparando con otros lugares y hasta otros municipios de nuestro entorno, es de sumo mérito.

Es verdad que vivimos en un mundo en el que los valores, y en general nuestra cultura occidental en democracia, es cuestionada sobre todo por los que han llegado a cargos políticos, con la benevolencia de las virtudes del sistema; libertad, solidaridad, tolerancia, pluralismo ideológico y político…

Pues bien, en los últimos años, Gijón ha sido un triste ejemplo de ello a nivel nacional. Y es que, estábamos en las noticias de todo el país por las ocurrencias destructivas de nuestras autoridades. Todo lo que supone romper, a todos los niveles, con el pasado y con nuestras tradiciones, es un valor y un fin en sí mismo para nuestros dirigentes políticos locales.

Para que la tormenta sea perfecta, este año estamos convocados a elecciones locales y los destructores de nuestras tradiciones y valores, están rearmándose. Porque lejos de la mesura, el sentido común y del respeto, en nuestra ciudad planea la aplicación de un reglamento de laicidad y en ese mismo ánimo de resquebrajar todo lo que sean tradiciones populares y vida espiritual.

Con todo esto, los cofrades, debemos ser responsables y coherentes con nuestros valores. Y es que tenemos que ser activos y comprometidos en nuestra vida dentro de la ciudad, y con la máxima de respetar todas las ideas y pareceres, tenemos que hacer apostolado. Ya lo hacemos cuando procesionamos y mostramos la pasión, muerte y resurrección de Cristo, pero debemos ser testigos diarios de lo que somos y lo que creemos. Y la forma es muy simple, pero exigente, y es que debemos comprometernos con la sociedad gijonesa para proyectar los valores y principios que tenemos, y así normar relaciones entre los conciudadanos y orientar su labor para construir un orden social justo, solidario y ético. Pero, ¿cómo?, ¿dónde?

Pues a esto dio la solución ya el Santo Padre Pablo VI en su momento en los tiempos de Aldo Moro. El siempre decía, que la manera más sublime de hacer la caridad, era dedicándose a la política. Quién diría eso en estos tiempos ¿vedad?

Pero, a mi entender, esa afirmación es totalmente cierta. Es verdad que, socialmente, se está muy expuesto, y las acciones y omisiones no pasan desapercibidas, haciendo al político vulnerable. Aunque hoy en día es verdad que por falta de esos valores que todos deberíamos tener, a muchos políticos les es indiferente, porque todo vale para conseguir su objetivo que con frecuencia no es el bien común.

Cofrades, la Iglesia sale a la calle. Y el momento más especial será el Domingo de Resurrección, junto al Campo Valdés y al ayuntamiento, cuando junto al Cristo ya Resucitado, nos quitemos el capirote y ya al descubierto, mostremos los rostros a nuestros vecinos. Y con orgullo estaremos indicando el camino del humanismo cristiano que impregnamos. Y participaremos todo el año en nuestra ciudad de diversas formas, pero todas con el fin de conseguir la dignidad, libertad, pluralismo y solidaridad dentro de nuestro Estado social y democrático de derecho como bien se define en nuestra Constitución, que nos dio los mejores años de nuestra historia.

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