En conclusión

Sobre el futuro de la gran cita hípica de Gijón

Jesús Kocina

Generar controversia, debate y sobre todo reflexión, debe ser algo valorado de manera positiva en cualquier sociedad democrática que se precie. Nada más triste que el conformismo, el inmovilismo o la apatía. Nada más desalentador que ver pasar las oportunidades y truncar las esperanzas que se generan en torno a ellas por falta de consenso, recelos cortesanos o por incapacidad para gestionar los tiempos de manera eficiente.

El inconformismo, la denuncia pública de lo que tu experiencia te indica como algo inadecuado y la llamada al sentido común, conlleva una responsabilidad que a muchos de los que generamos controversia nos obliga a estar dispuestos a asumir responsabilidades y un papel activo en los procesos necesarios para reconducir situaciones que no nos llevan a ninguna parte y que por extensión nos limitan y nos hacen perder oportunidades.

Días atrás ponía de manifiesto en un acto público el colapso al que estábamos abocados en la actividad hípica en nuestra ciudad como consecuencia de la incapacidad para avanzar en un proyecto tan estratégico como el Gijón Horse Jumping. Mi atrevimiento se ha tildado de políticamente incorrecto por entender que en los actos públicos a los que se invita a la sociedad civil a participar, esta debe comportarse de una manera sumisa y renunciar a su legítimo derecho a compartir con sus representantes institucionales y conciudadanos, sus reivindicaciones y demandas.

Esta calificación, indica que, desgraciadamente, aquellas personas que la realizan no acaban de entender que el futuro de una identidad se forja de manera compartida con los agentes sociales que conocen de manera directa cada sector en los que desde las instituciones se interviene. Hoy en día, nadie comparte una modelo de hacer cultura en la que no se tenga en cuenta a las personas que crean o de hacer política social en el que queden al margen las ONG o las fundaciones que facilitan capilaridad a cualquier intervención. O a planificar estratégicamente el deporte y todo lo que le rodea, sin contar con clubes, entidades deportivas o con cualquier otro agente que entienda al deporte como elemento transformador.

Los grandes títulos atraen para la foto del momento y Gijón Horse Jumping, lo es. Una melodía pegadiza en la que no solo es importante la música. No vale con tararearla y olvidar la letra, es necesario aprender la canción al completo y estar convencidos de que puede ser una oportunidad de éxito sin precedentes. Pero lamentablemente hasta hoy sólo se tararea, y a este paso se susurrará torpemente intentando buscar en nuestra mente el recuerdo de lo que fue una oportunidad que se diluyó en aquellos veranos añorados en los que el sol brillaba a golpe de titular.

En la pasada legislatura, se puso de manifiesto una necesidad. Era el momento de comenzar a trabajar en un proyecto con base en la experiencia hípica de la ciudad en torno a dos acontecimientos muy consolidados: Eventos del Chas y Mestas. Se acuñó una marca con mucha fuerza, Gijón Horse Jumping, y se esbozó un proyecto ilusionante, bien definido y estratégico para la ciudad, en el que la colaboración público-privada podría generar una oportunidad única, a un coste muy bajo, para que nuestra ciudad se constituya en un referente único en la actividad ecuestre internacional.

El Club Hípico Astur dispuesto a compartir con la ciudad sus instalaciones y conocimiento y el Ayuntamiento interesado en la melodía de este proyecto, pero lamentablemente incapaz de aprender la letra. Y el tiempo pasa y se pierden oportunidades, seguimos tarareando la canción del verano y somos incapaces, pese a tener a nuestra disposición, a los mejores compositores y músicos, una autentica sinfonía que nos haga todo lo grandes que podemos llegar a ser.

De nuevo me reafirmo en lo que avanzaba de una manera políticamente incorrecta, según los entendidos en protocolo: la dimensión de lo que pasa por delante de nosotros puede encumbrarnos en el panorama deportivo internacional, si somos capaces de subirnos a la ola y surfearla, o por el contrario relegarnos a un evento menor, sin transcendencia que muere por inanición como consecuencia de una actitud contemplativa incapaz de ver más allá del éxito local.

Y mientras tanto, alcaldes de ciudades de dimensiones similares a Gijón se interesan por analizar, compartiendo unos días entre nosotros, todo lo que supone organizar un evento deportivo de proyección internacional, en el que además de todo lo que supone en cuanto a la dinamización económica permite, proyectar hacia el exterior la riqueza cultural, gastronómica y turística de sus localidades.

La nueva corporación municipal tiene la oportunidad, nunca mejor dicho, de dar el salto que este proyecto necesita. ¿Lograremos avanzar o seguiremos administrando una actividad que puede fortalecer la identidad de una ciudad moderna y emprendedora, de una manera carente de ambición?

Mientras tanto, el tiempo pasa y cada día en el que el proyecto permanece parado, perdemos una oportunidad única de crear un relato transformador e ilusionante que, no olvidemos, puede reportar grandes oportunidades a todo el sector productivo de nuestra ciudad.

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