Taza y media
Luces antes de tiempo
El empeño en adelantar la instalación de las luces de Navidad casi al final del verano, felizmente frenado por el gobierno local a finales de octubre para evitar la ocupación de espacios públicos destinados a actividades varias, tiene una derivada que atenta contra el espíritu de esta tradición. Que los viandantes contemplen los adornos durante semanas por encima de sus cabezas o reposando en alguna plaza anula su capacidad de sorpresa, por mucho que estén apagados, y los convierte en algo cotidiano en vez de extraordinario, condición básica en el propósito de captar la atención. Por lo tanto, esta extraña costumbre venida a más es extemporánea, pero también contraproducente. En este caso, conviene ajustar las necesidades logísticas al impacto deseado para no dañar el producto.
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