La pasión poética de Fernando Beltrán cala en el Instituto de Grado: "Es bueno recordar de vez en cuando que hay otras formas de mirar"

"Escribes para que el poema te lleve a otro lugar y te enseñe", afirma el hijo adoptivo del concejo, emocionado por "volver a casa"

Fernando Beltrán: "Dar nombre a las cosas es un acto de profundo significado y responsabilidad"

Miki López

Ángela Rodríguez

Al poeta Fernando Beltrán conviene escucharle con atención y la cabeza apoyada. Porque, de pronto, se llena de ideas y de la ilusión que el también nombrador e hijo adoptivo de Grado transmite en cada una de sus intervenciones. La de ayer por la mañana en el IES Ramón Areces de la capital moscona comenzó con aplausos, fotografías y lectura de poemas. Y llegó pronto a la emoción abierta, la reflexión vital y la curiosidad desbordante que los jóvenes volcaron en sus preguntas al poeta.

Fernando Beltrán, con alumnos del IES de Grado. | Miki López

Fernando Beltrán, con alumnos del IES de Grado. | Miki López / Ángela Rodríguez

"Es una emoción muy grande estar aquí. Y doble. Porque, aunque el acto en el Instituto se ha organizado al margen del aniversario del Aula de las Metáforas, es una coincidencia. Es 29 de febrero, el día mas poético del año. Eso también es una metáfora de la poesía. Que es eso, algo que de repente rompe el hilo normal de las cosas, te deslumbra y enseña otra mirada", apuntó Beltrán al inicio del acto. Un encuentro que organizó el Departamento de Literatura del centro, en el que el autor no contaba emocionarse como lo hizo. Habló del amor, del miedo, del frío, y también de su padre ya fallecido y su dura estancia en el hospital durante la pandemia. Fue a través de los versos de poemas como "La canción del mendigo", "Los ojos de los perros" o "La semana fantástica", entre otros.

"La poesía ha existido siempre y seguirá existiendo. Es bueno recordar de vez en cuando que hay otras formas de mirar. Dicen que el poeta ve lo que otros no ven. El poeta ve lo mismo pero, a veces, sostienes la mirada en algo que abriga, que enamora y también que incomoda. Escribes para que el poema te lleve a otro lugar y te enseñe", aseguró.

Emocionado también por "volver a casa", Beltrán compartió con el alumnado de Bachillerato anécdotas de juventud y rebeldía. "A los ocho años me fui con mis padres a Madrid. Salí a tortas por la estación del norte, porque me até a un árbol para no ir. El lugar me convirtió en un desarraigado, pero tuve siempre las metáforas", relató. A ellas, a las metáforas, ha cosido ya Grado veinte años de su historia a través del aula que él impulsó y por la que han pasado en dos décadas numerosos artistas y creadores.

"Recuerdo el día de la inauguración. Fue el día de la nevada más fuerte que ha habido en Asturias en las últimas décadas. El puerto estaba cerrado y, al parecer, Amancio Prada lo cruzó con un coche de la Guardia Civil porque tenía que llegar aquí con su guitarra. Fue un día hermosísimo, donde creamos ese lema ‘Se sabe donde comienza pero no donde termina una metáfora’. No nos podíamos imaginar estar aquí veinte años después y que hubieran pasado por Grado, sin poder económico ninguno, Joan Manuel Serrat, el actor Pepe Sacristán o Leonard Cohen, entre otros", destacó.

Con participación notable por parte del alumnado, en el salón de actos del IES no faltaron tampoco momentos de complicidad y risas. "Tuve mil oficios y fui dando saltos de un lado para otro. Fui actor, escribí libros, aparqué coches y sigo sin carnet de conducir… Hasta que a los 30 años colaboré con una agencia de publicidad que empezaba a encargarme cosas. Y tuve mi segunda iluminación en la vida: ser nombrador. Monté un estudio y me decían que era una locura. Que en España nadie iba a pagar por eso. En estos años he nombrado ya mas de 700 cosas. Los nombres son muy importantes en la vida, también para los problemas y hasta las enfermedades", aseveró.

Fernando Beltrán, durante la charla.

Fernando Beltrán, durante la charla. / Miki López

Ese territorio frío también lo conoce. Y lo cuenta. "En el hospital, que no podía escribir ni sostener un libro, me salvaron las imágenes poéticas. Las metáforas. La poesía te ayuda y te acompaña. Tuve una primera imagen, de un mirlo, en el alféizar del hospital. Un mirlo algo despeluchado, al que le había ido muy mal. Torció la cabeza y tenía un pico precioso. Me subí metafóricamente a él, me agarré para salir de esa", confesó generoso el poeta. Matizando, eso sí, que para su gremio prefiere la metáfora del vencejo que la de la golondrina. "Tienen una diferencia completa. La golondrina sube directamente, emprende el vuelo. El vencejo, si no se deja caer un poco, no puede volar", explicó.

Sentado a su lado, Gustavo Adolfo Fernández, cronista oficial de Grado y responsable del área de Cultura del Ayuntamiento, agradeció la visita del escritor con sinceridad. "Todos los días que él está en Grado son muy especiales. Hace veinte años nos hizo un regalo enorme a todos los moscones, asturianos y los que amamos la poesía, fundando el Aula de las Metáforas. Fernando es hijo adoptivo de Grado, tiene una calle con su nombre y también un Moscón de Oro. Pensaréis que es mucho, pero es una ínfima parte de lo que él le dió a Grado", aseguró Fernández.

Beltrán, con profesores del Instituto.

Beltrán, con profesores del Instituto. / Miki López

"Un poeta que decidió ser de Grado", el niño que escribió su primera palabra en el vaho de una ventana de Oviedo o el maestro que, cincuenta años después, sigue viviendo, que no comiendo, de la poesía. Todo eso podría definir a Beltrán si una categoría pudiera realmente contener su sensibilidad. "Yo no era lector de poesía. Pero algo debió pasar...el chico que nunca iba a llegar a nada escribió poesía y se sentía útil. Me abrió algo y salí corriendo a leerle ese texto a los demás. Ahí comprendí la utilidad de la poesía. Todos tenemos fríos parecidos y esperanzas parecidas. La misma gente que dice que no le gusta leer poesía, la busca en los momentos buenos y malos de su vida", aseguró Beltrán, desde unas mas que honorables "cunetas de la literatura".