Sol y sombra

Trincheras y golpes de efecto

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Otra de las deprimentes sensaciones que se traslucen de esta campaña es que nadie está seguro de haber cumplido lo suficiente con el votante y todos quieren remediarlo en los últimos días cavando nuevas trincheras. Llamarlas de odio parece algo exagerado, teniendo en cuenta que, si bien la confrontación es grosera y chusca, el tono que se practica pertenece a la dialéctica electoral. Los que protestaban por el zafio eslogan "que te vote Txapote" han sacado a relucir por enésima vez la foto tomada hace la friolera de treinta años de Feijóo con Marcial Dorado. Es la misma foto con la que el candidato del Partido Popular ha obtenido cuatro mayorías absolutas, pero la izquierda sigue insistiendo que aún debe aclarar qué hacía en un barco de recreo al lado de semejante personaje, contrabandista de tabaco y posteriormente condenado por narcotráfico.

Hay fotos que no se explican, todos tenemos alguna extraviada por algún cajón o dando vueltas por internet en la que jamás debimos posar. Dorado, supongo yo, habrá cumplido la condena igual que Otegi cumplió las suyas por enaltecimiento del terrorismo y pertenencia a banda armada. Y no he visto pedir explicaciones por retratarse junto a él, ¿o acaso solo la política ejerce una función rehabilitadora en el delincuente?

Mientras la derecha coloca una maqueta del Falcon en el paseo de Recoletos para supuestamente bajar a Pedro del avión, Sánchez, Yolanda Díaz y sus brunetes mediáticas explotan la foto del narco Dorado intentando extraer de ella alguna rentabilidad después de años y paños. Falta que el propio Otegi y los golpistas del procés se unan al coro que denuncia las amistades peligrosas. El dirigente bilduetarra ya demostró tener la cara más dura que el cemento armado cuando últimamente pidió respeto por las víctimas del terrorismo que durante años alentó. Con tanto golpe de efecto de unos contra los otros, ninguno está a salvo de lastimarse haciendo el ridículo o simplemente aplastado por las ruinas de su miserable conciencia.

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