Las últimas generaciones y sus formas de legislar

Los errores de la "ley del solo sí es sí"

Las últimas generaciones y sus formas de legislar

Las últimas generaciones y sus formas de legislar / Ilustración: Pablo García

Manuel Campa

Manuel Campa

La evolución de las teorías sociológicas sobre las generaciones en España es tan sorprendente que, muchos que niegan validez a la teoría de Ortega y Gasset –quien, sencillamente, afirma que condicionamientos similares afectan a las personas coetáneas–, en cambio, no tienen inconveniente en admitir las teorías de numerosos autores norteamericanos actuales, que llegan a unificar los caracteres de una generación humana con tantos pormenores como los biólogos clasifican las series de los embriones de pollos.

La ley del "solo sí es sí", de libertad sexual, tiene ahora, desde su reforma (Ley Orgánica 4/2023 de 27 de abril) una formulación coherente, pero, originariamente (Ley Orgánica 10/2022 de 6 de septiembre), su redacción era defectuosa, ya que producía unos efectos contrarios a la voluntad de los legisladores, que era aumentar el rigor de las penas. Por eso, son injustas una buena parte de las críticas que se hacen a esta ley, como si no hubiera sido rectificada. ¿Por qué tuvo esta ley una redacción inicial que contradecía, en parte, los fines de sus propios autores? Redactar bien leyes es muy difícil, incluso para los especialistas. No es extraño que tengan problemas de redacción los millennials de Podemos, que es una generación que, en no pocos casos, han llegado a ministros sin haber sido antes, apenas, concejales. (Hasta el Papa Francisco nombra ya cardenales que no han sido obispos). Es decir, tienen poca familiaridad con el lenguaje de la Administración, lo que se corrige solo con el tiempo. ¿Por qué se tardaron casi ocho meses en rectificar los errores de redacción de la ley del "solo si es sí". Lo explicó muy bien Irene Montero: "La ley no se cambia por orgullo". Este motivo es una herencia del clásico "mantenella y no enmendalla" de la vieja hidalguía española, desde finales de la Edad Media, y presente en nuestros grandes clásicos de los siglos de oro, como Guillén de Castro, Tirso, Calderón, Lope de Vega o Quevedo. Pero lo que era considerado una virtud en la vieja sociedad estamental española, que no se cambiara nada para que el estatus de los hidalgos se mantuviera indemne, en la sociedad democrática actual resulta catastrófico, como ocurrió con la no corrección inmediata de la ley del "solo sí es sí", y como puede suceder ahora también con la tolerancia hacia los "ocupas de viviendas", "atechados" entre casos de desahucios abusivos. En democracia, "o te quitas tú, o te quita el toro", en un símil taurino que se atribuye a Machaquito y a Joselito el Gallo. Y esto es lo que sucedió a Irene Montero, que no rectificó a tiempo los errores de redacción de la famosa ley, y pagó una pena desmedida. Que yo sepa, solo hay dos excepciones al principio de "o te quitas tú o te quita el toro", cuando se mete la pata y no se rectifica de inmediato: la primera excepción procede del propio mundo taurino, de Belmonte se dice que "ni se quitaba él ni lo quitaba el toro", sino que con sus prodigiosas muñecas llevaba al toro al terreno que quería el diestro, y, en política, la excepción es Felipe González en el famoso referéndum sobre la OTAN: "de entrada no, primero, y, después, de entrada sí", sin que el político sufriera un gran desgaste en su elevado prestigio. Pese a su gran crueldad, o tal vez por ella, la llamada fiesta nacional es un buen espejo de la vida misma. Hay un rasgo que los sociólogos señalan en los millennials que merece ser subrayado. Se trata del subjetivismo en su visión de los problemas, lo que acentúa los esfuerzos por transformar la sociedad, pero que también produce actuaciones desmedidas, como la autodeterminación de género en los menores de edad, o la exigencia de que haya dos chicas y dos chicos en los tribunales de oposiciones, aparte del presidente del tribunal, de género libre, hasta la fecha. Como hay asignaturas en que hay una gran mayoría de profesoras, la aparente igualdad de géneros se convierte en todo lo contrario: los pocos chicos que hay van de tribunal a todas las convocatorias, lo que no tiene mayor importancia si se corrige de inmediato.

Una caracterización mínima de las últimas generaciones puede hacerse por las tecnologías en las que crecieron. En alguna medida "el medio es el mensaje" (Mc Luhan). Así los boomers X, de los años 70, son la generación de los ordenadores; los millennials, de los años 80, son la generación de internet, y los Z de los años 2000 son la generación de los teléfonos inteligentes (smartphone) y las redes sociales.

En muy pocos años, a partir de la manifestación del 15-5-2011 en Madrid, y de las acampadas en la Puerta del Sol y en otras ciudades, por primera vez en mucho tiempo, una parte de una generación se aparta de los partidos tradicionales y llega rápidamente al poder, formando parte del gobierno. Si se compara con la generación anterior, también de ideólogos procedentes de las Facultades de Políticas, el cambio es enorme. Los anteriores solo habían conseguido, fuera de los partidos tradicionales, como palanca política, unos botes de pintura y, en Asturias, solo un puñado de votos. El grupo de millennials consigue unas palancas económicas en Venezuela e Irán, mediante asesorías remuneradas y la producción audiovisual en canales de propaganda estatal como Hispan TV, considerando a la vieja Europa como culpable de los males del Tercer Mundo. Ahora, Podemos parece iniciar su caída política. Pero, quienes sean capaces de moderar los excesos del subjetivismo generacional tienen –dada su juventud– un porvenir político indudable, teniendo en cuenta su preparación académica y la experiencia de su inmersión política inicial en puestos de máxima responsabilidad.

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