Cine

Megalodón 2: Secuela del escualo

R. E.R.E.

"Megalodón 2: La fosa" vuelve a lanzar al agua al indestructible Jason Statham para enfrentarse a brazo partido con gigantescos tiburones procedentes de las profundidades del mar y del tiempo. El género que inauguró Spielberg con su grandiosa "Tiburón" en 1975, y que abrió la puerta a los blockbuster veraniegos y a infinidad de copias casi siempre mediocres sigue muy vivo comiendo desprevenidos bañistas.

"Sumérgete en aguas inexploradas con Jason Statham y el icono de la acción mundial Wu Jing mientras lideran un audaz equipo de investigación en una inmersión exploratoria en las profundidades del océano", invita "Megalodón 2". Todo se complicará cuando una malvada operación minera les obliga a librar una "arriesgada batalla por la supervivencia. Enfrentados a megalodones colosales y a implacables saqueadores del medio ambiente, los héroes de la historia deben dejar atrás, ser más astutos y nadar mejor que sus despiadados depredadores en una trepidante carrera contrarreloj". Escrita por Jon Hoeber, Erich Hoeber y Dean Georgaris, y basada en la novela de Steve Alten "The Trench", la película está dirigida por Ben Wheatley y coprotagonizada por Sienna Guillory, Cliff Curtis, Shuya Sophia Cai y el español Sergio Peris-Mencheta.

Fin de la publi. Ahora, lo que nos espera. Sin regodearse en los aspectos más truculentos y dejando manos libres a los encargados de efectos especiales para recrear al monstruo, apelando al carisma de Statham para resolver situaciones imposibles de solventar para un ser humano normal, aquí cambiando los coches y las hordas de villanos por un solo y temible enemigo, esta pequeña secuela del gran escualo no disimila su condición de ser cine B con presupuesto A. Es decir, un guión esquelético, personajes apenas esbozados y giros de guión tan predecibles que casi resultan simpáticos. Y una estrella que conoce sus limitaciones y no se toma en serio en este tipo de exhibiciones circenses. Algunos brotes de humor negro, un ritmo veloz y algunas escenas que aprovechan bien la imponente dentadura (bien apoyados por el siempre eficaz músico Harry Gregson-Williams) sacan a flote una propuesta veraniega para ver y olvidar.

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