Sol y sombra

Arenas movedizas

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Es un sarcasmo que el presidente del Gobierno haya titulado "Tierra firme" su libro, cuando el suelo que pisa parece tan resbaladizo. Sánchez hubiera preferido en Estrasburgo la mirada cómplice del rey de la telebasura –su compadre el pasado lunes en la presentación de la novedad editorial– que a Puigdemont recriminándole no haber hecho realidad el deseo del catalán como lengua oficial europea: una de las condiciones de la derecha independentista catalana para apoyarle en este legislatura. Volviendo al Círculo de Bellas Artes, tampoco sorprende que hubiera elegido a Jorge Javier Vázquez para presentar un producto de tan baja estofa. ¿Quién si no más apropiado que alguien de tan ínfima ralea?

En Estrasburgo, en el cierre de la Presidencia del Consejo de la UE, Sánchez no estaba arropado por el mariachi ministerial ni por Jorge Javier. Volvió a arrugarse ante las amenazas de un prófugo de la justicia, que le advirtió de que las consecuencias no serán agradables si no se aprovechan las oportunidades. Puigdemont reprochó que durante el semestre español europeo no se haya votado la oficialidad del catalán, un asunto, por otro lado, que no les quita el sueño a los socios comunitarios. No hay prisas ni ganas de hacerlo, ni siquiera cuando el Gobierno se ha comprometido a financiarlo con sus propios recursos, que son los de todos los españoles. El inconveniente está ahí, tiene que entenderlo Puigdemont. Si dependiera exclusivamente de Sánchez la oficialidad catalana estaría resuelta como lo demás, salvo lo que le obliga a pisar un terreno que no es precisamente firme y que se extiende de derecha a izquierda por las exigencias de sus propios socios.

Sabemos que cualquier concesión que dependa de la potestad sanchista y, según el propio Sánchez, refuerce la convivencia entre los españoles, está garantizada. El último ejemplo es Navarra, donde el PSOE ha acordado con Bildu entregar la Alcaldía de Pamplona a los herederos de ETA a cambio de la investidura. No hay tierra firme, es pura retórica: son arenas movedizas.

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