Una incongruencia ho, ho, ho

Regalos navideños

Manuel Herrero Montoto

Manuel Herrero Montoto

Enfrascado estaba en la lectura del libro "Leopoldo Alas Clarín, La Regenta y el obispo", encomiable trabajo de los catedráticos Yvan Lissorgues y Jean-François Botrel, artífices del reconocimiento universal de la gran obra de Clarín. Un siglo postergada en el desván de Vetusta a expensas de la polilla endémica. Leía el prólogo de Ricardo Labra, nadie como él para desterrar la damnatio memoriae todavía vigente (sic) sobre el legado intelectual de Clarín. Pues bien, disfrutaba de su lectura como un verderón, cuando la puerta de mi estudio se abrió despacito, asomó la cara mi nieta y leí en sus ojillos una de sus inquietudes que no admiten demora. Precisa la peque una aclaración convincente.

Lolo. ¿Qué? Hay una cosa que no entiendo. Hay tantas, pequeña, pero, bueno, tú dirás. Mira, ayer mamá compró unos peluches, y los dejó en un sitio donde recogen juguetes para los niños pobres, y eso no lo entiendo. Y tu abuelo no entiende qué no entiendes. Caray, eso, si Papá Noel trae regalos a los niños de papás que tienen dinero, cómo es que a los niños pobres no les hace regalos. Bueno, mira, verás, pequeña… No empieces, explícamelo. Hay cositas que a una niña de siete años le costaría entender. Creía que eras más listo, Lolo, tú piensas que los niños somos tontos, que no vemos las cosas y no nos hacemos preguntas. Eso sí, nena, nunca te quedes con la duda, estáis en la edad del "y por qué". Pues, entonces, dime, ¿por qué la magia de Papá Noel y los regalos que lleva en la gran bolsa del trineo no se reparten por igual entre todos los niños?, sabes una cosa, eh, pienso que a ese panzón de barba blanca y vestido de rojo no le gustan los pobres y se lo pienso decir en la carta. No sé, chica, corres un riesgo, a los poderosos no les gusta que les lleven la contraria, igual te trae solo la mitad de los juguetes que pediste. Me es igual, que reparta la otra mitad con los otros. Ay, mi niña, como dice la canción la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Ahora sí que no entiendo nada, Lolo, quieres decir que es una sorpresa que los niños no seamos todos iguales a los ojos de Papá Noel, y encima hay que reírle las gracias, te digo, lo de ¡ho, ho, ho! me parece una tontería, no sé si lo hace para meter miedo o decirnos ya estoy aquí y os daré lo que me pidáis, lo que no dice es que los niños que nada tienen seguirán sin juguetes, a no ser que mamá y otras mujeres se los compren. Ay, chiquilina, poco a poco iras abriendo los ojos a la vida, verás que no es oro todo lo que reluce, ni mucho menos. Vale, abuelo, quedé peor que estaba. Y yo.

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