La semana política

Mascarillas, bolinas y las cosas sencillas

Dos ejemplos de cómo la polarización y las intenciones inconfesables enredan problemas que no requieren debate

Un trabajador de Tragsa coge las bolinas de plástico.

Un trabajador de Tragsa coge las bolinas de plástico. / LNE

Vicente Montes

Vicente Montes

No todo puede estar en el tira y afloja de la política. Hay asuntos que no requieren de demasiado debate. No lo tienen ni siquiera en las familias: si la leche se derrama, se limpia; si alguien tiene fiebre, se cuida. Viene esto a colación de dos episodios que evidencian hasta qué punto esa polarización política que protagonizará los meses venideros en nuestro país ha desencadenado algunos episodios en los que las intenciones indirectas e inconfesables superaron el análisis de la situación sin enredos.

Arrancó la semana con un conato de conflicto con la obligatoriedad de las mascarillas en los centros sanitarios por el pico de gripes, covid y enfermedades respiratorias. Ya algunas comunidades del PP habían establecido la medida (Valencia, Murcia y Aragón) pero otras se oponían; también había rechazo en comunidades del PSOE. El asunto se convirtió en polémico por el intento del Ministerio de imponer la medida y los detractores aseguraron que no se había seguido el proceder correcto y suponía una invasión de competencias. En Asturias, el Principado ya venía recomendando el uso y terminó por obligarlo en medio del lío. Ya puestos, lo certero habría sido haber planteado la cuestión algunas semanas antes, y si es lo adecuado, hacerlo.

El segundo episodio es el del incidente del barco "Toconao", que perdió cinco contenedores, uno de ellos de granzas de plástico (pequeñas piezas de plástico de forma entre esférica y cilíndrica: bolines, que todos nos entendemos). El suceso ocurrió el 8 de diciembre y de no haber estado por medio las elecciones gallegas y dos gobiernos de distinto signo habría acabado ignorado, salpicando de "bolines" algunas playas, entre las decenas de tapones, botellas y trozos de plástico que reinan en los arenales en invierno.

Llevamos años viendo esas piezas de plástico en lugares variopintos, y su transporte arrastra un largo debate regulatorio para evitar situaciones como la que nos trae aquí. Se estima que anualmente se pierden en Europa más de 100.000 toneladas de estos microplásticos.

Lo que se ensucia se limpia. Y el enredo comenzó cuando el gobierno gallego y el central vieron, en lo que debería ser una gestión de manual (ponerse de acuerdo y limpiar), una vía de polémica ante las elecciones gallegas del 18 de febrero. Esa presión llegó a Asturias, al extender el Ministerio la ayuda ante una posible llegada masiva de piezas de plástico a las playas. Esa ayuda requería, por cuestiones administrativas, elevar al nivel dos la alerta del operativo. Aceptarla dejaba a Galicia con el sambenito de que minimizaba el problema.

Afortunadamente el impacto del incidente en las playas no ha sido tan grave, lo cual debe ser motivo de alivio más que de crítica. Y bien está que el Gobierno asturiano haya actuado, porque difícil de entender sería pasar del tema y llevar luego a Fitur enormes carteles de playas espectaculares. Si se presume de paraíso debe defenderse, en todo momento. De paso, hay que señalarlo, Barbón ganó puntos ante el Gobierno central, aunque también hay que decir que no se le escuchó ni una mala palabra hacia el gobierno gallego.

Ahora bien, la inspección minuciosa de las playas asturianas ha permitido comprobar que en invierno el plástico se acumula de manera vergonzosa, y ha refrescado un serio problema ambiental y de posibles consecuencias en la salud: no solo el de "les bolines" sino el de todo lo demás. El despliegue de trabajadores de Tragsa (con su coste), dron y voluntarios bien podría haber acabado alarmando más que resolviendo, así que bien está que se convierta en una "operación limpieza" de nuestras playas, ya puestos, que falta hace y convendría hacer periódicamente. Porque mantener todo esto por una testimonial (no por ello sin importancia) recolección de "bolines" supondría más coste en emisiones y fabricación de plástico para guantes que el beneficio. Algo así dijo el delegado del Gobierno del País Vasco, Denis Itxaso, en un arranque de sinceridad.

Las cosas tienen muchas caras, y el debate sobre el plástico también debería pasar por el del proceso de su reciclaje, que en muchos casos se produce en terceros países para producir más "bolines" que surcarán los océanos en barcos con poco control, porque así es más barato. De paso los ciudadanos de países privilegiados podemos seguir haciendo como que no sabemos nada y continuar creyendo que todo llueve del cielo. Sería buen balance que esta encendida batalla con trasfondo político tuviera una consecuencia: que cada vez que paseando por la playa o cualquier sitio y nos encontremos alguna "bolina" (su presencia es habitual), botella o basura hagamos el gesto de recogerla, sin aspavientos y sin montar con ello horas y horas de tertulia televisiva, que también contamina.

Y dicho esto, aguardamos a que la oposición asturiana salga del largo descanso postnavideño, que va siendo hora.

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