El pino retorcido, ¿nace o se hace?

Pepe Monteserín

Pepe Monteserín

A donde el corazón se incline, el pie camine.

(Proverbio árabe)

A unos mil cien metros de altura, entre la meseta de Castilla y Asturias, Velilla de Guardo es un enclave estratégico, junto a la orilla izquierda del río Carrión, en el noroeste de la montaña palentina. hace unos días recorrí su pinar autóctono desde la orilla del río, aguas abajo del embalse de Compuerto, y la comarcal P-210, hasta la Peña de los Ahorcados (1.615 m.), pasando por las plataformas de los cabrestantes que se utilizaron en el transporte de piedra para la construcción de la presa.

Esta masa pinar es una de las escasísimas que subsisten entre las que ocuparon durante milenios el norte de España, asediadas por robles, hayas, pastos, cultivos, asfalto y eucaliptos. Se trata del pino albar (Pinus sylvestris), más esbelto que los de repoblación, menos ramoso, con un estrato arbustivo de mostajos, gayuba, enebro y sabina, que protege el suelo contra la erosión.

Monteserin junto al pino retorcido.

Monteserin junto al pino retorcido. / .

De mi visita se sale de la estadística un pino tenaz, que mantiene el tipo, un ejemplar enroscado, de tronco helicoidal; un pino barroco, que recuerda a la Columna de las Serpientes, del hipódromo de Constantinopla. Dicen algunos biólogos que este ejemplar de Velilla, de fuste salomónico y copa torturada, fue el resultado de constantes remolinos de nieve y viento durante su crecimiento; teoría difícil de entender porque centenares de congéneres adláteres, con los mismos cuidados, presentan regulares fustes dóricos y copas aplanadas.

A mi parecer, este pino voluntarioso tiene un gen dramático, el marchamo de un tornillo, y lo arrastró su deleite: "Trahit sua quamque voluptas", dijo Virgilio. Aquello de la cabra que tira p’al monte. Pienso en la gente rara, ejemplares únicos que no podemos dejar escapar, como cantaba Serrat. Conviene que esa gente retorcida no malverse su vocación, para la que fue llamada; que desarrollen sus "defectos", sus gustos, esa energía sorda y constante de la voluntad que los identifica y hace mágicos.

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